martes, 11 de octubre de 2022

LA TRATA DE ESCLAVOS. HISTORIA DEL TRÁFICO DE SERES HUMANOS DESDE 1440 A 1870

 

El libro no trata exactamente de la esclavitud, esa figura que básicamente consiste en que una persona es propiedad de otra, sino sobre el comercio de esclavos y, más concretamente sobre la llamada Trata Atlántica o Trasantlantica.
Tras una breve introducción sobre la esclavitud en la antigüedad, presente entre los humanos prácticamente desde el origen de los tiempos, el escritor británico Hugh Thomas, conocido en nuestro país sobre todo por la etiqueta de hispanista, ya que junto a Raymond Carr y Paul Preston formó esa especie de grupo de hispanistas británicos que se dedicaron sobre todo a estudiar la Segunda República y la Guerra Civil, se centra en ese infamante comercio que durante más de cuatro siglos se produjo entre las costas africanas y las del nuevo continente recién descubierto. 
Aunque el comercio de esclavos prácticamente había desparecido de Europa en la Edad Media, aquel "negocio" alcanzó, tras los viajes de descubrimiento por África y América, proporciones desorbitadas, según el autor, debido a que en el Mediterráneo había seguido existiendo por influencia de los árabes que nunca dejaron de traficar con negros, especialmente procedentes de Etiopía, por eso, al principio se seguía llamando etíopes a los esclavos y no era algo que resultara ajeno o que nunca hubieran visto los ciudadanos de la época.
Al principio fueron los portugueses y sus católicas majestades, Fernando de Aragón y Carlos I, en España, los que autorizaron el envío de africanos a sus posesiones de América, pero poco tardó en extenderse el comercio realizado por tratantes de otros lugares, hasta que todos los países de la consta atlántica europea, estuvieron involucrados en la trata, desde la península Ibérica, hasta el Báltico, quizá con la excepción de Irlanda, todos, absolutamente todos, participaron, incluso de otros lugares, como las repúblicas italianas o Grecia.
El autor nos proporciona un pormenorizado estudio en este denso volumen de lo que supuso aquel comercio en el plano económico, con sus repercusiones en las plantaciones de caña o café, en las minas de oro y plata, en el desbroce de terrenos o en el servicio doméstico, pero también del sufrimiento de aquellos seres a los que, muchas veces, de manera hipócrita, se bautizaba, incluso en la última época, cuando ya la trata era ilegal, pero seguía produciéndose, eran vacunados antes de su partida de África y, claro está, no precisamente por motivos piadosos. La gran travesía producía sufrimientos directos, por la dureza y las malas condiciones del viaje, pero también secuelas y muertes indirectas por el estado de ansiedad y verdadero terror que provocaba en los esclavos embarcados, entre los que corrían rumores de que sus nuevos dueños los iban a comer tras despedazarlos cruelmente, esto después de haber sido separados de sus familias y arrancados de una tierra a la que sabían con certeza que nunca más regresarían.
Un libro muy interesante por la cantidad de datos que ofrece, que no se detiene especialmente en consideraciones morales, aunque sí se hace eco, como queda dicho, del sufrimiento provocado y de la crueldad que sufrieron aquellos seres humanos, tratados como auténtico ganado, sin la menor compasión, porque para quienes se dedicaron a este comercio eran simple mercancía. También conocemos los contrasentidos que se produjeron con el tiempo, cuando Inglaterra abanderó la cruzada del abolicionismo, pero seguía comerciando e importando en grandes cantidades aceite de palma africano, azúcar cubana o algodón desde sus antiguas colonias americanas, en cuyas plantaciones se empleaba mano de obra esclava. 
Asimismo hace mención a la responsabilidad de los propios africanos, con reyes y reyezuelos capturando a sus propios vecinos para venderlos, o provocando guerras que les ofrecieran la oportunidad de obtener cautivos. Sin la colaboración de los propios africanos, no habría sido posible este tráfico, pues de haberse opuesto, ningún europeo podría haberse acercado con cierta seguridad a las costas africanas y muchos menos adentrarse en su interior. Claro que en aquel entonces la conciencia de África no existía entre sus propios habitantes.
Y esto referido al mundo occidental, donde a mediados del siglo XIX, quedó definitivamente abolida la trata, aunque siguió existiendo de forma ilegal, porque en países del norte de África y de oriente medio, seguían traficando con esclavos, en lugares como el sultanato de Marruecos o el mismo Egipto, donde además eran muy apreciados los eunucos negros.
No olvidemos que por mucha repulsa que nos cause todo esto, por más que pensemos que son historias del pasado, en nuestro avanzado mundo moderno, siguen existiendo formas de esclavitud, se siguen vendiendo niños y es conocida la llamada trata de blancas, que funciona en la propia Europa por más que esté perseguida o se continúa obligando a menores a casarse a cambio del dinero de que carecen algunas familias pobres. Así que de pasado, por desgracia, nada, aún la infamia sigue presente y hay personas que se lucran con ella negociando con vidas ajenas como quien lo hace con la venta de un animal. 



4 comentarios:

  1. Hola.
    Muy de acuerdo, habremos avanzado pero sigue habiendo esclavitud, con todo el sufrimiento que conlleva.
    Muy feliz día.

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  2. Indirectamente relacionado con este tema, recuerdo una escena del documental "Retour à Gorée" (2007), protagonizado por el músico senegalés Youssou N'Dour. Se trata del momento en el que un grupo norteamericano de cantantes de gospel improvisan una canción en el mismo lugar en el que sus ancestros eran embarcados rumbo al Nuevo Mundo. Realmente emotivo.

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    1. Creo que no somos capaces de imaginar lo que pasaban aquellas personas, es realmente infame.

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