viernes, 11 de mayo de 2018

LA REBELIÓN DE ATLAS: PARTE III

La economía de la nación se acerca al colapso a pasos agigantados, sufriendo una rápida erosión.
A medida que el crimen y el miedo se apoderan del panorama, el gobierno opta por continuar ejerciendo una presión cada vez mayor sobre las empresas más productivas del país, cuyos líderes siguen desapareciendo de forma misteriosa, dejando tras ellos una estela de desesperación.
Parece que las respuestas a las posibles soluciones para salir de la crisis las tiene un hombre que, en su día, también desapareció sin dejar rastro. Una mujer, firmemente decidida a mantener el mundo en marcha, se cruza en su camino alterando sus planes iniciales.
Algunos no se detendrán ante nada en su intento de controlarlo, otros recurrirán a todos los medios a su alcance para salvar a esta persona que juró por su vida que detendría el motor que mueve el mundo, pero ella se ha empeñado en detenerlo a él, mientra muchos se afanan buscándole.
¿Quién es John Galt?
La respuesta a esa pregunta es lo que todos buscan, porque en la solución de este enigma parece hallarse buena parte de la respuesta a las preguntas que acucian a la humanidad.



Tercera y última entrega de los films basados en la novela de Ayn Rand publicada en Estados Unidos en 1957. El libro relata una rebelión ficticia de los grandes empresarios contra el gobierno y los políticos de Estados Unidos, en protesta por sus políticas intervencionistas, paralizando el país.
Como ocurrió en la anterior entrega con respecto a la primera, en esta, se cambian todos los actores que interpretaron en la segunda a cada uno de los personajes.


Decepcionante en general la trilogía que adapta la novela de Rand y, esta última entrega en particular, acaba por estropear del todo la novela de la autora estadounidense, con cuyos postulados, que algunos califican de fascismo de clase alta, se podrá comulgar más o menos, pero merecía otra cosa. Las contradicciones llegan hasta el extremo de que la propia película hubo de financiarse acudiendo al micromecenazgo, algo que va en contra de los postulados de la filosofía objetivista, pero es que los films anteriores ya habían fracasado y el productor John Aglialoro, se empecinó en seguir adelante con el proyecto, pero no tenía medios económicos para hacerlo.
La película queda bastante claro el mensaje de Rand, lo hace a través de las explicaciones de John Galt (Kristoffer Polaha), pero se enreda en una serie de sinsentidos que se alternan con otras fases, como la vida en esa especie de Atlántida en que viven los prohombres fugados, que no están mal, aunque resultan un poco pobres. Todo para acabar en un final que parece de película de James Bond y que le deja a uno con la boca abierta, pero no de admiración, sino de perplejidad por lo abrupto del mismo.




4 comentarios:

  1. Muy mal se tenía que portar el Gobierno y el poder de Estados Unidos, para que el propio capital se pusiese en contra.

    Salud Trecce.

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    1. Pues algo tan simple como que les quitaban los beneficios.

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  2. Vamos, que recomiendas la novela, pero no la película. Curiosa debe ser para que los ricos sean los buenos.

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    1. Es una proclama a favor de la libre empresa y de la mínima intervención de los estados en la economía.

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