viernes, 10 de octubre de 2014

W.E.

En los años 30, una historia de amor sacudió los cimientos, no sólo de Inglaterra, sino de todo el Imperio Británico. A los ojos de muchos era una especie de obsesión que acabó llevando al nuevo rey Edward VIII (James D'Arcy), a renunciar al trono cuando apenas había transcurrido un año desde su coronación.
El motivo era su empeño en casarse con Wallis Simpson (Andrea Riseborough), una norteamericana, dos veces divorciada (la segunda motivada por su relación con Edward), que no era bien vista ni por la familia real, ni por el gobierno británico, que forzó al rey a elegir entre corona o amor.
En 1998, otra mujer, Wally Winthrop (Abbie Cornish), que en su momento dejó su trabajo a instancias de su marido, para cuidar a sus futuros hijos, que nunca llegarán. Wally se siente desatendida, su esposo siempre está ausente y, por unos días, encuentra refugio en Sotheby's, la conocida casa de subastas, que tiene expuestos gran cantidad de objetos que pertenecieron a los duques de Windsor, pues van a ser subastados.
Su madre y su abuela, hablaron mucho a Wally, en su infancia, sobre los duques y ella lleva ese nombre en honor a Wallis Simpson. Wally acude todos los días a Sotheby's, donde trabaja una amiga de ella, allí acaba entablando amistad con uno de los vigilantes de la exposición, Evgeni (Oscar Isaac), un emigrado ruso que se acabará convirtiendo en el paño de lágrimas de su desastrosa vida matrimonial.


Segunda incursión cinematográfica de Madonna Louise Veronica Ciccone, a la que todos conocemos por su nombre artístico: Madonna.
La película fue presentada en el Festival de Venecia y la crítica fue despiadada, la verdad, Madonna declaró que se la estaba juzgando a ella y no al film y creo que algo de eso hay. El caso es que tras esta presentación, la peli fue montada de nuevo y suprimidos 10 minutos de metraje.


La película narra dos historias de forma paralela, la conocida de los duques de Windsor y otra en la que una joven infeliz en su matrimonio, recrea en su imaginación la peripecia de Wallis y Eduard, al tiempo que vive una historia de amor que la ayudará a superar su fracaso en la vida de pareja.
Ambas narraciones son desiguales en resultado, mientras que la de los años 30, sin aportar nada nuevo, es de una estética brillante en algunos pasajes, con una buena ambientación y un vestuario que fue nominado para los Oscar de aquel año; la historia contemporánea apenas tiene gancho por lo sosa y previsible que resulta.
Sugestiva y cuidadísima banda sonora, que nos hace pensar en aquello de zapatero a tus zapatos, y más si lo unimos a que las mejores secuencias de la peli, no dejan de desprender un cierto aire de videoclip.


Madonna, por lo que deja intuir el film, debía tener en mente contarnos la historia desde el punto de vista de lo que pudo sufrir Wallis Simpson en una relación en la que siempre se nos ha presentado a Eduard como el que renunciaba a todo por amor y a ella como una avispada cazafortunas que buscaba estar en el candelero.
Esta reivindicación de la figura femenina, junto a algunas escenas con explícita violencia de género, nos anuncian por dónde van los tiros en cuanto al mensaje que desea transmitir, pero nada de eso se logra, en ningún momento la narración engancha con el espectador y nos quedamos con la fachada, que no está nada mal.
Al final, mucho de visual y poco o nada de guión, que es bastante malo, para un film con el que se pasa el rato, con algunas escenas muy plásticas y bien trabajadas en el aspecto formal, sin que resulte brillante ni de lejos, pero tampoco para ponerlo a parir como se ha hecho desde los pretendidos estamentos especializados.




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