miércoles, 29 de octubre de 2014

NOVA ZEMBLA

En 1596, la economía holandesa está en crisis por su guerra contra el Imperio Español, para sobrevivir necesita comerciar con el Lejano Oriente. El problema es hallar una ruta. Cornelis de Hout con su flota, busca una a través de los bloqueos españoles y alrededor del cabo de Buena Esperanza... Nada más se supo de él.
El influyente clérigo Petrus Plancius (Jan Decleir), le pide al explorador William Barentsz (Derek de Lint) buscar un pasaje al noreste, más allá de Nova Zembla. Dos intentos previos fallaron, pero en esta ocasión, la expedición ha sido preparada con todo detalle, la mayoría de los hombres han sido escogidos, aparte de su preparación como marineros, porque no tienen a nadie esperándoles en Amberes.
Entre los embarcados está Gerrit de Veer (Robert de Hoog), una especie de secretario de Plancius, a quien este, bajo el pretexto de que tome notas de la expedición, quiere alejar de su sobrina, Catharina (Doutzen Kroes). Gerrit es pobre y Catharina y él saben que Plancius aspira a un partido mucho mejor para su sobrina, así que Gerrit sueña con que la nueva ruta que pretenden abrir y el comercio con Japón y China, le conviertan en un hombre rico.
Durante la travesía por los mares abiertos, todo marcha bien, pero cuando llegan a la altura de Nova Zembla, les sorprende el invierno y la nave queda atrapada por los hielos, sufriendo graves desperfectos. No queda otro remedio que invernar en tierra y esperar a que llegue la primavera.


El guión se basa en los diarios que Guerrit de Veer escribió sobre la expedición holandesa a la región ártica de 1597. Los diarios fueron publicados al regreso de la expedición y supusieron todo un éxito editorial. La vida de este hombre, que fue el primero en observar la hipervitaminosis A producida por la ingestión de carne de oso polar, es un misterio, pues no se ha hallado ningún documento que nos hable de él después de la publicación de los diarios.


A partir de ese soporte documental, el film construye una historia que gira, principalmente alrededor de los problemas de convivencia que surgen durante la estancia invernal en Nova Zembla. La lucha por la supervivencia en tan adversas condiciones está retratada a través de los marineros que son estereotipos de algunas personalidades tópicas en los relatos de aventuras (el mal bicho que está dispuesto a matar a quien se ponga en medio de sus oscuros intereses, el hombretón forzudo que en el fondo es un cacho de pan, el inteligente pero físicamente no demasiado fuerte...)
Estas situaciones, los enfrentamientos, por un lado, la camaradería, por otro, los peligros (ataques de osos polares o la pérdida del barco), el frío, la merma de alimentos, etc., son las que ayudan al progreso de la narración.


La protagonista femenina, Doutzen Kroes, que en una película de hombres, sólo tiene hueco para aparecer al principio y al final, cuando están en Amberes, es de esas mujeres muy guapas, a la que se presenta remarcando sus atributos, sobre todo pectorales, de una manera que da un poco de vergüenza por lo descarado y que se ve que al equipo del film le sacaba los ojos de las órbitas, así que se inventan unos sueños del pobre Guerrit, colocados a lo largo del film, para poder sacar a la chica de vez en cuando y lo más sugerente posible. Creo que es agradable para la vista, pero es de lo menos conseguido del film.


Bien ambientada, la película nos muestra una Holanda en la que el calvinismo domina la vida diaria de la gente y, aunque en contadas ocasiones, nos ofrece algunas tomas de impresionantes escenarios naturales.
Entretenida, interesante, quizá con algún minuto de más en el metraje (sobre todo los dedicados a la hermosa Catharina), es el relato de un fracaso, pero que como tantos en la historia de la humanidad, sirvió para que otros que vinieron después, se beneficiaran de la experiencia y supusiera, a la larga, una pequeña contribución al avance humano que sin personas que vivieron con arrojo estas experiencias, no hubiera sido posible.
Hasta más de dos siglos después de este intento, cuando en 1932 un rompehielos soviético logró llegar al Pacifico, esta ruta no fue cubierta por ninguna embarcación.




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