Desde Itálica hasta Cástulo, Juan Eslava Galán nos lleva de la mano en un atractivo recorrido por algunas de las principales ciudades de la Bética romana. Sus ruinas cobran vida a través del diálogo entre dos viejos amigos, el andaluz Bonoso y el escocés Angus, que se reencuentran después de años y que van salpicando con cometarios sobre lo divino y lo humano, su recorrido por el territorio de la antigua provincia imperial.
El libro no es (ni lo pretende) una obra erudita, sin embargo resulta de lo más ilustrativo, y no sólo para quienes se sientan atraídos por la Historia. El gran público, encontrará en sus páginas descripciones sobre los lugares visitados y algunos de los hallazgos más relevantes que se pueden contemplar en ellos, pero el autor aprovecha la ocasión para explicar aspectos de la vida romana en general, de las relaciones familiares y sociales, sus gustos, vicios y virtudes, la aportación a las posteriores culturas surgidas en lo que fue su antiguo imperio y lo que podríamos llamar la presencia viva de Roma en la actualidad a través de esa herencia que se nota en cosas tan palpables como el idioma y en otras, tal vez menos llamativas a simple vista, como pueden ser la gastronomía o ciertas costumbres, muchas veces disimuladas bajo la pátina de la herencia cristiana, pero que vienen de más allá.
Eslava, aparte de darnos a conocer la existencia de estos lugares, lo que fueron y lo que de ellos se conserva, pretende dar forma a la idea, que él argumenta sobradamente, de nuestro pasado directamente entroncando con los romanos y no con los árabes, cuya cultura es evidente que ha dejado rastros (8 siglos dan para mucho), pero no arrancó, ni de lejos, la herencia predominante, que pervive hoy en día, de descendientes del imperio del Mare Nostrum.
El libro está salpicado de comentarios, chascarrillos y opiniones sobre la situación actual de España, su coyuntura económica y ciertos aspectos fruto de la época que no siempre son enfrentados con un enfoque del gusto de autor. Lo hace con su habitual sentido del humor y resultan muy divertidos en la forma y bastante aleccionadores en el fondo.
Magnífico homenaje al mundo de la arqueología, del que Eslava Galán se reconoce un enamorado (arqueólogo frustrado en el mejor sentido de la acepción), creo que como cualquiera que haya probado el dulce veneno de esa copa.
Ni siquiera se le puede poner a la obra el pero de las numerosas notas a pie de página; Eslava, haciendo gala de oficio y de sentido del humor, hace chiste de ellas cuando apenas hemos llegado a la tercera y desarma nuestra posible crítica.
Atención a las magníficas ilustraciones, con una variada y numerosa selección de dibujos y fotografías a color.
Esta reseña fue publicada en su día en HISLIBRIS
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