lunes, 14 de octubre de 2013

ESCIPIÓN EL AFRICANO

Publio Cornelio Escipión "El Africano" (Marcello Mastroianni), héroe romano, libertador de la ciudad, vencedor de Aníbal a quien derrotó de forma definitiva en la batalla de Zama y su hermano Lucio Cornelio Escipión "El Asiático" (Ruggero Mastroianni), que mandaba nominalmente las legiones en esa batalla, son acusados por Marco Porcio Catón "El Censor" (Vittorio Gassman), de haberse apropiado de manera fraudulenta de quinientos talentos entregados a Roma por el rey de Siria.
De la situación se deriva una batalla política calculada con toda precisión, destinada a dañar el prestigio del vencedor de Cartago. De hecho, si algo hace impopular a Escipión, al menos en el senado, es su aura de integridad, por incongruente que parezca. A medida que lucha por defender el honor de su familia, "El Africano" descubre que el ladrón es su hermano, pero hace recaer toda la culpa sobre sí, consciente de que ahora su estatura moral ya no es un valor añadido, sino un elemento que molesta al resto de patricios.



El film resulta un tanto desigual porque por momentos se hace un poco lento (para algunos puede que hasta pesado), por su excesiva dependencia de los diálogos, sin embargo, para quien sepa apreciarlos y conozca algo de la historia de aquel momento, resultará de lo más divertido, pues esos diálogos son ingeniosos, y muy inteligentes, trufados de frases magníficas y de momentos grandiosos. Por ejemplo, cuando Escipión habla de los senadores y dice aquello de "aquí el más limpio, tiene la sarna".
Y es que Luigi Magni, su realizador, trata de hacer una comparativa con la Italia contemporánea, quizá aquí la cosa falle un tanto, no hacía falta hacer hincapié en ello, el espectador inteligente sabe sacar sus propias conclusiones, no deja de ser una historia universal, la corrupción del poder y lo que molesta que haya una persona íntegra entre tanto bribón, tratarán de acabar con su prestigio por todos los medios.
Escipión recibe el perdón del senado, no hace falta rogárselo, se lo otorgan tan encantados después de que él ha reconocido ser un ladrón, eso les llena de tranquilidad, es humano, como ellos, también trinca cuando tiene ocasión.
Tenemos la ocasión de contemplar a dos grandes de la escena italiana (y universal, dos auténticos mitos como son Marcello Mastroianni y Vittorio Gassman, es una delicia contemplar sus actuaciones, sus movimientos en el paisaje en ruinas de Villa Adriana en Tívoli, toda la gestualidad, en fin, una auténtica maravilla. Además están acompañados de un magnífico elenco, entre todos destacar a la siempre notable y bella Silvana Mangano, a Ruggero Mastroianni, a Turi Ferro interpretando a un impagable Júpiter desalentado y casi amargado y a Woody Strode, el actor de color a quien todos recordamos por sus papeles en "El sargento negro" o " Espartaco" entre otros muchos.


Un film ambientado en una determinada época histórica, pero con muchas lecturas aplicables al presente (por desgracia) en clave de comedia, que narra el final de un mito, la moralidad de la república romana y su emblema, Escipión que, decepcionado, elegirá el exilio a pesar del perdón ("Ingrata patria, no eres digna de poseer mis huesos"). Con un humor irreverente, poniendo voz a los vicios y virtudes de una humanidad ingenua y simplista, pero tal vez no muy diferente de lo que realmente anima la vida diaria de todos nosotros.




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