viernes, 23 de noviembre de 2012

ERATÓSTENES

Científico, matemático, filósofo y escritor, había nacido en la ciudad griega de Cirene, en lo que actualmente es territorio libio y fue el tercer bibliotecario de la legendaria Biblioteca de Alejandría.
Se cuenta que leyendo alguno de los documentos que se guardaban en este centro del saber, Eratóstenes tuvo noticia de que en una ciudad llamada Siena (la actual Asuán, en Egipto), el día del solsticio de verano, al mediodía, el sol entraba de manera totalmente perpendicular en un profundo pozo existente en este lugar, de manera que sus rayos se reflejaban en el agua del fondo. Eratóstenes quedó perplejo, pues un fenómeno así no ocurría en Alejandría, situada unos kilómetros más al norte, pues allí, a esa hora del mismo día, los objetos y edificios proyectaban algo de sombra.
En aquella época se daba por hecho que el sol estaba tan lejos de nuestro planeta que sus rayos llegaban de forma paralela a todos los puntos de la Tierra y, en teoría, así debería ser si la tierra fuera plana. La única explicación de que al mismo tiempo el Sol cayera sobre Siena en forma vertical, y sobre Alejandría en ángulo, es que el suelo en Siena fuera perpendicular a los rayos solares, y en Alejandría no lo fuera. Y para eso, debía ser cierto que la Tierra era una esfera, una superficie curva, y no plana.
Eratóstenes puso en práctica sus conocimientos matemáticos y, según algunos relatos, lo hizo plantando dos estacas, una en Alejandría y otra en Siena y midiendo los ángulos de sus sombras. Con esas medidas y la distancia lineal entre Siena y Alejandría, podría estimar el radio de la Tierra mediante la aplicación de una serie de fórmulas. Se supone que Eratóstenes consultó la distancia entre ambas ciudades en alguno de los documentos de la Biblioteca de Alejandría, pero también pudo ser que usara referencias que le proporcionaran las caravanas de la época y menos probable, aunque más épico, lo que refieren algunos, que hizo caminar a un esclavo entre ambos lugares para conocer la distancia. Fuera como fuese, estamos en una época en que las medidas eran relativas y sujetas a muchos errores, por lo que lo realmente sorprendente de todos estos estudios del sabio griego es la precisión con la que logró calcular el radio de la circunferencia terrestre. La unidad que empleó fue el estadio y si tenemos en cuenta el estadio griego, la diferencia entre la cifra que calculó Erastóstenes y la que ahora conocemos es menor al 17%, pero si aplicamos el estadio egipcio, el error es menor al 1%, un cálculo tan exacto que no fue igualado sino hasta las grandes expediciones geodésicas del siglo XVIII, hechas éstas, por supuesto, con instrumentos mucho más sofisticados.
A Eratóstenes también le debemos otros fantásticos trabajos, como la estimación de la distancia de la Tierra al Sol y a la Luna, la invención de la esfera armilar, o la famosa “Criba de Eratóstenes”, un algoritmo matemático capaz de darnos todos los números primos menores que un numero natural dado.
Eratóstenes murió en Alejandría, el año 194 a.C., a la edad de 82 años.


6 comentarios:

  1. Francamente tengo que decir que desconocía al personaje, pero ya quedo al tanto del buen hacer de este científico. Lo que me ha sorprendido es que en aquellos remotos tiempos viviera hasta los 82 años.

    Saludos Trecce.

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  2. Si repasamos el desarrollo de la física y las matemáticas en la antigua Grecia, nos encontramos con verdaderos cerebros.
    Yo me pregunto que no hubieran hecho Pitágoras, Arquímides, Eratóstenes entre otros, si hubieran tenido al alcance el instrumental científico tan sofisticado como se dispone hoy. Desde luego su poder deductivo era maravilloso.

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  3. Magnífica narración y descripción de uno de los experimentos científicos de todos los tiempos, amigo TRECCE.
    Eratóstenes de Cirene aprovechó los conocimientos de la cultura griega del S.VI A.C. acerca de la esfericidad de la Tierra (Tales de Mileto, el primer filósofo e inventor de la trigonometría; y Pitágoras, que consideró la esfericidad de la luna y elaboró su famoso teorema)Para calcular con sorprendente precisión el radio de nuestro planeta con su famoso experimento. Posteriormente, Aristarco de Samos sería el primero en aceptar la teoría heliocéntrica, siglos antes de que Nicolás Copérnico lo demostrara, a pesar de ser canónigo, a título póstumo por temor a la inquisición, que tanto conocía, después de la condena a su coetáneo y científico Galileo.
    La historia de la ciencia es apasionante.
    Un saludo.

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    1. Tampoco he querido meterme en berenjenales de fórmulas porque lo que deseaba contar era precísamente lo sorprendente de la exactitud que consiguió con tan pobres medios.

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