viernes, 8 de noviembre de 2024

LA MUERTE DE UN BURÓCRATA

 


Un trabajador ejemplar que se dedicaba a hacer esculturas, es enterrado con su carnet laboral en reconocimiento a sus méritos, pero su viuda no puede cobrar la pensión sin ese documento. El sobrino del difunto vive alucinantes aventuras para recuperar el carnet de la tumba de su tío.


Sátira corrosiva y cargada de humor negro alrededor de ese mal que todos hemos sufrido alguna vez en cualquier sociedad del mundo moderno: La burocracia. 
Tomás Gutiérrez Alea dedica la película a varios personajes de la cinematografía de todos los tiempos, desde Buñuel a Marilyn Monroe, pasando por Bergman, Welles, Keaton o Kurosawa, entre otros y "a todos aquellos que de una manera u otra han intervenido en la industria del cine desde Lumière hasta nuestros días". Y no está de más recordarlo, porque el film tiene guiños que nos recuerdan a algunas películas, realizadores o intérpretes de películas que el aficionado enseguida identificará al ver ciertas escenas.


A mí se me antoja que una película como esta, salvando las distancias, podría haber sido perfectamente firmada por Berlanga, por ejemplo, con esos diálogos que, en ocasiones rayan lo absurdo, las escenas corales o la historia que, poco a poco, se va retorciendo, pero todo ello salpicado de humor. 
Situaciones en las que, si no en todas, en alguna de ellas, veremos reflejados momentos vividos por nosotros mismos o por alguien cercano: La falta de un certificado, de un sello o una firma y ese peloteo de uno a otro lado, de una ventanilla a otra que nos lleva a callejones sin salida, hasta que, ¡mira tú por dónde!, se resuelve como por milagro cuando algún conocido que tiene poder o influencia en el sistema, interviene en el asunto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario