El alcalde socialista de un pequeño pueblo quiere construir un gran complejo deportivo-cultural en unos terrenos cercanos al pueblo. Con ayuda de sus contactos en París consigue el dinero. Aunque todo parece seguir su cauce normal, comienzan a surgir infinidad de pequeños problemas, algunos que están disconformes con la obra y cuestiones políticas que ponen en peligro el proyecto.
Cargado de fina ironía, Éric Rohmer expone en esta película algunas reflexiones sobre la profesión periodística y lo que tienen que aguantar de los manejos de sus editores; sobre el ecologismo y algunos de sus manejos cuando se mezclan con la política o la búsqueda de poder; o sobre los partidos políticos y sus manipulaciones.
Aunque puede considerarse un film excéntrico dentro de la filmografía de su autor, algunas de sus constantes permanecen invariables: los extensos diálogos (algunos deliciosos y profundos, como el del alcalde y la hija del maestro, una niña de 10 años que le pone los pies en la tierra y podríamos decir que le canta las verdades); las preciosas imágenes que nos sirven para reflexionar entre discurso y discurso y, sobre todo, la presencia de la casualidad como elemento decisivo en algunas de las cosas que ocurren en la historia.
La política vista a través del peculiar prisma del maestro francés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario