lunes, 2 de octubre de 2023

N-VI

 

Antes viajábamos por carreteras que atravesaban lugares habitados. Hoy, aquellas carreteras han sido sustituidas por autopistas aisladas del paisaje que atraviesan. Durante mucho tiempo, la N-VI fue una de las carreteras más importantes de España. Unía Madrid con Galicia a lo largo de 600 kilómetros. Ahora la autovía A-6 cubre todo el trayecto. Algunos tramos de la vieja N-VI han desaparecido, otros han quedado casi abandonados, como islas a la deriva, kilómetros de asfalto que empiezan y terminan en ninguna parte, y con ellos las aldeas y pueblos que atravesaban. En los márgenes de aquella carretera permanecen sus habitantes, cuyas vidas han quedado encalladas en un presente sin demasiado futuro.
El gallego Pela del Álamo, con fotografía de Francisco Arnoso 'Pixi', dirige y produce este documental que le llevó cinco años de trabajo (entre 2007 y 2012), en el que, curiosamente, también podemos observar el cambio que se va produciendo en su propia forma de rodar, desde las imágenes fijas que prácticamente pueblan los planos del principio, hasta que va involucrando personajes y moviendo la cámara más o menos desde la mitad de la película. Al tiempo, se va desviando de lo que es la propia vivencia que sugiere el abandono de la vieja carretera, para retratarnos también a los gitanos de Astorga (esta vez en los aledaños de la vieja nave de clasificación ferroviaria de la otrora dinámica estación de la capital maragata) o a los mineros de Viloria, retratados desnudos (literalmente) cuando se despojan de sus ropas de trabajo, con esas caras tiznadas tan características del minero que parece que tiene los ojos hundidos en sus cuencas.
El progreso también trae decadencia, eso es así desde que el mundo es mundo y cuando llega el tractor, queda arrinconado el arado o desaparece el viejo herrador porque ya no se emplean bestias en las labores del campo, algo así es lo que nos acerca Pela del Álamo, en este trabajo que no es solo nostalgia de esos lugares muertos que tenían vida cuando se viajaba más despacio, sino que también tiene algo de poético y, sobre todo, de rescate de una memoria que forma parte de la historia pequeña, del día a día del ciudadano de a pie, recordándonos los bares y hostales pequeños, las tiendas de pueblo, los puticlubs, las gasolineras en las que había cintas de cassette o postales y en las que te servían el combustible. 
Pela se declara cada vez menos cinéfilo y más interesado por conocer gente que le abre las puertas de sus casas sin conocerle de nada y le narra sus recuerdos y eso también queda reflejado en el documental que nos trae a la memoria un tiempo perdido cuyas ruinas aún están presentes, bien cerca, pero demasiado lejos de los lugares por donde hoy pasamos a toda velocidad.



6 comentarios:

  1. Un documental muy interesante. Gracias por darlo a conocer.

    Un abrazo.

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    1. Son también muy curiosas algunas de las anécdotas que cuentan los personajes.

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  2. ¿Quién dijo que aquí no se hacen películas de contenido social? Para muestra ésta o la flamante Concha de Oro.

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    1. Pues sí y con todas las dificultades que supone sacarlas adelante.

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  3. He buscado infructuosamente un chiste donde un burro se reía de un viejo tractor, ambos desechados por las nuevas tecnologías.

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