lunes, 26 de diciembre de 2016

DE AMOR Y DE SOMBRA

Irene Bertran (Jennifer Connelly) es una alegre chica chilena de la alta burguesía venida a menos por la fuga de su padre de un matrimonio agobiante.
Su madre arruinada económicamente por este hecho, regenta una residencia de ancianos de lujo en lo que fue su mansión familiar.
Irene trabaja de periodista en una revista femenina, tiene un novio capitán del ejército, ausente la mayor parte de tiempo en diversos destinos. Irene suele acompañarse en su trabajo de un fotógrafo, Francisco Leal (Antonio Banderas), secretamente enamorado de ella.
Éste es hijo de un exiliado republicano español, de cuando la guerra. Francisco es psicólogo, pero por la crisis económica y por la situación política del país, trabaja de fotógrafo. Tiene dos hermanos, uno de ellos morirá víctima de una depresión.
El otro es sacerdote y al igual que Francisco participa en la oposición clandestina a Pinochet.
Durante un reportaje sobre una adolescente, Evangelina Ranquileo (Ana Leza), que provoca fenómenos paranormales, la casa es asaltada por una patrulla policial comandada por el comandante Ramírez (Claudio Ciacci), que intenta detenerla para darle un susto a instancias de un hermano de Evangelina que es policía y amigo de Ramírez, con el fin de que el susto la cure, pero los fenómenos paranormales se lo impiden y lo ponen en ridículo.
Para vengarse posteriormente este comandante secuestra y mata a la niña.
Francisco e Irene investigan su desaparición, con la ayuda del hermano, ahora desertor y prófugo. Descubren el cadáver de Evangelina en una mina abandonada, y también multitud de otros cadáveres de otros muchos desaparecidos en la zona.
Esto supone un shock en la vida de Irene que ve trastocada toda su forma de vida, ajena a la situación política. Abandona a su novio militar y se enamora de su fotógrafo.


El guión adapta la novela del mismo título de la chilena Isabel Allende y fue uno de los primeros intentos de Antonio Banderas en busca del triunfo en Hollywood.


Una película bastante plana, carente de garra, sin ritmo, mal montada, cayendo en la simplicidad a la hora de retratar estereotipos y con unas actuaciones normalitas en el mejor de los casos y cayendo en la sobreactuación en los peores; quizá podemos salvar a Jennifer Connelly y, según los entendidos, todo este desaguisado tiene bastante que ver con una mala dirección. El realismo mágico, representado en la novela de Allende, sobre todo en la figura de Evangelina y sus "milagros", se convierte aquí en situaciones que rozan lo ridículo.


Es evidente el mensaje de denuncia contra la dictadura de Pinochet y sus consecuencias, pero uno se pregunta si es justificable cualquier medio, incluso una película fallida, para transmitir un mensaje por admirable que sea la voluntad de quien pretende que estas cosas no caigan en el olvido y que la memoria de quienes sufrieron (muertos, torturados, desaparecidos, familias...) no caigan en el olvido.
En definitiva: Buenas intenciones, malos resultados.




2 comentarios:

  1. Podría ser el eslogan del cine actual español :" buenas intenciones y malos resultados".

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