jueves, 25 de julio de 2013

CUENTOS (HANS CHRISTIAN ANDERSEN)

El soldadito de plomo, El patito feo, La pequeña cerillera, La princesa y el guisante, La sirenita, Las zapatillas rojas, Juan el de las habas... Todos hemos disfrutado alguna vez con los cuentos de hadas del danés inmortal, cuyos relatos ocupan un lugar en el imaginario de todos los que un día fueron niños. Además de los cuentos, Andersen escribió poesía y, como infatigable viajero, libros en los que reflejaba sus impresiones sobre los viajes que le llevaron a recorrer varios países de Europa, entre ellos España; en Málaga, una de las ciudades que visitó, tiene erigida una estatua.
Pero son sin duda sus cuentos infantiles los que le han dado fama imperecedera, adaptados una y otra vez al cine, el teatro, la música, los dibujos animados, el ballet...
He escogido retazos de dos de ellos, La espinosa senda del honor, por la crítica que plasma sobre la desconsideración y el desprecio social, pero sobre todo institucional a la obra o descubrimientos de algunos grandes hombres:

...El africano de toscos rasgos, gruesos labios y cabello negro y lanoso, mendiga en las gradas de mármol de palacio de la capital lusitana; es el fiel esclavo de Camoens; sin él y sin las limosnas que le arrojan, moriría de hambre su señor, el poeta de Las lusiadas.
Sobre la tumba de Camoens se levanta hoy un magnífico monumento...

...Detrás de una reja de hierro vemos a un hombre, pálido como la muerte, con larga barba hirsuta.
-¡He realizado un descubrimiento, el mayor desde hace siglos -grita-, y llevo más de veinte años encerrado aquí!
-¿Quién es?
-¡Un loco! -dice el guardián-. ¡A lo que puede llegar un hombre! ¡Está empeñado en que es posible avanzar al impulso del vapor!
Salomón de Caus, descubridor de la fuerza del vapor, cuyas imprecisas palabras de presentimiento no fueron comprendidas por Richelieu, murió en el manicomio...

...Ahí tenemos a Colón, burlado y perseguido un día por los golfos callejeros porque se había propuesto descubrir un nuevo mundo, ¡y lo descubrió! Las campanas de júbilo doblan a su regreso victorioso, pero las de la envidia no tardarán en ahogar los sones de aquellas. El descubridor de mundos, que levantó del mar la tierra americana y la ofreció a su rey, es recompensado con cadenas de hierro, que pedirá sean puestas en su ataúd, como testimonios del mundo y de la estima de su época...

...He aquí, en el seno de la noche y las tinieblas, aquel que calculó la altitud de las montañas de la Luna, que recorrió los espacios hasta las estrellas y los planetas, el coloso que vio y oyó el espíritu de la Naturaleza, y sintió que la Tierra se movía bajo sus pies: Galileo. Ciego y sordo está, un anciano, traspasado por la espina del sufrimiento en los tormentos del mentís, con fuerzas apenas para levantar el pie, que un día, en el dolor de su alma, golpeó el suelo al ser borradas las palabras de la verdad: «¡Y, sin embargo, se mueve!»...

...Ahí está una mujer de alma infantil, llena de entusiasmo y de fe, a la cabeza del ejército combatiente, empuñando la bandera y llevando a su patria a la victoria y la salvación. Estalla el júbilo... y se enciende la hoguera: Juana de Arco, la bruja, es quemada viva.
Peor aún, los siglos venideros escupirán sobre el blanco lirio: Voltaire, el sátiro de la razón, cantará La pucelle...

El otro fragmento que he escogido, pertenece al conocido cuento El Ruiseñor y me gusta porque siempre me pareció un paradigma de cómo se comienza un cuento para niños, con unas frases que a los adultos nos pueden parecer de lo más tonto, pero que perdurarán en nuestra memoria cuando lleguemos a la edad madura y, por un momento, volvamos a sentirnos el niño que fuimos:

En China, como sabes muy bien, el Emperador es chino, y chinos son todos los que lo rodean. Hace ya muchos años de lo que voy a contar, mas por eso precisamente vale la pena que lo oigan, antes de que la historia se haya olvidado.





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