jueves, 17 de mayo de 2012

LA CONSPIRACIÓN DE LA PÓLVORA




















Corrían los primeros años del siglo XVII y los católicos ingleses estaban muy descontentos con las severas medidas adoptadas contra ellos que llegaron a prohibirles la celebración de cultos y la asistencia obligatoria a los de la Iglesia Anglicana. Un grupo de estas personas, que se reunían en el pub Duck & Drakes, urdieron un complot para acabar con el rey durante la ceremonia de apertura del Parlamento, para lo cual alquilaron un local en los sótanos del edificio, donde poco a poco, fueron almacenando barriles de pólvora. La ceremonia, prevista para principios del mes de octubre, se pospuso hasta el 5 de noviembre, debido a una epidemia de cólera. Además, los conspiradores, enviaron una carta anónima a un noble católico advirtiéndole del peligro de su asistencia a la ceremonia. Es probable que el contraespionaje de la corona funcionara, el caso es que el día 4 de noviembre, el jefe de seguridad recibió orden de registrar el edificio del Parlamento. En los sótanos encontraron a Guy Fawkes con 36 barriles de pólvora preparados para estallar, él era el encargado de encender la mecha. Fawkes era un experto que trabajaba con los conspiradores, un hombre que incluso había luchado en los Paises Bajos con un regimiento de exiliados católicos ingleses, bajo bandera española. Algunos conspiradores fueron capturados y ejecutados en el acto, otros, entre ellos el propio Fawkes, fueron sometidos a juicio. El 30 de enero de 1606, fueron ajusticiados en el mismo lugar que habían planeado hacer saltar por los aires, frente a Westminster, siguiendo el viejo rito que se aplicaba a los traidores: Colgados del cuello, sin dejarles morir, seccionándoles los genitales, echándolos al fuego ante sus propios ojos y, hallándose aún vivos, destripándoles y arrancándoles el corazón antes de decapitarles y despedazarles.
Los ingleses, amigos de las tradiciones, conservan varias desde aquel episodio. Por ejemplo, desde aquel 5 de noviembre de 1605, la guardia del Parlamento, ha seguido registrando el edificio todos los años como preámbulo a la ceremonia de apertura por el monarca.
A nivel popular, cada año se celebraba el episodio quemando efigies de Guy Fawkes para dar gracias a Dios por proteger a su pueblo -los anglicanos- de la conspiración romano-católica. El 5 de noviembre fue declarado fiesta perpetua. Así fue hasta mediados del siglo XVIII en que degeneró en actos de vandalismo y pillaje, a la gente le dio por arrancar maderas de las casas y vallas para arrojarlas al fuego. A mediados del XIX, Guy Fawkes había perdido su significado patriotico y, sobre todo, anticatólico, de manera que el Parlamento decidió retirar la fiesta del calendario oficial, aunque siguió como festejo popular, quemándose efigies de personajes odiados y dependiendo del año y de la época, se quemaron efigies de Hitler, del Papa de Roma, del Zar de Rusia, hasta de Margaret Tatcher y, en 2004, de Tony Blair.
En la actualidad ha perdido todo su valor histórico y detrás de la celebración está la hostelería, el comercio y... los juerguistas.
Otra de las consecuencias del endurecimiento de las condiciones de vida de los católicos, fue la supresión de su derecho al sugfragio, hasta 1829, más de 200 años después, los católicos no recuperaron el derecho al voto.



12 comentarios:

  1. Las guerras de religión fueron importantes y determinaron parte de la historia que conocemos, pero a veces solo nos acordamos de las cruzadas.

    Los anglosajones lo han vendido siempre como un intento de atentado contra la democracia, al intentar volar el parlamento, pero como bien dices, el intento consistía en acabar con el Rey, jefe de la iglesia anglicana, que los estaba tiranizando.

    Un abrazo

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    1. En efecto, nada de acabar con la democracia, lo que pretendían era sacudirse la molesta tiranía religiosa que soportaban.

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  2. Guillermo Brown lo celebraba con abundante pirotecnia, aunque excuso decir que no precisaba de ella para liarla...a menudo los retomo para descansar de alguna farragosa lectura y si cabe los disfruto aún más que cuando era cría.

    Los hijos de la Gran Bretaña siempre tan majos, aunque no por ello deje de admirarlos en ciertas cosas.

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    1. Nuestro querido Guillermo Brown, que tantos buenos ratos nos ha hecho pasar, lo tendría bastante mal hoy en día para ejercitar sus aficiones "petardísticas", pues las medidas de seguridad han obligado al gobierno británico a prohibir la venta de productos pirotécnicos a los menores de edad.

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  3. Otra de las cosas que hacen hoy en día los ingleses para comemorar el Gunpowder day es tirar fuegos artificiales en todos los barrios de las ciudades. Un día bonito.

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    1. Y también la costumbre, entre los niños, de pedir a los mayores «un penique para el muñeco» que acaban de fabricar.

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  4. Bueno pero los conspiradores que pretendían aquella masacre, bien que lo pagaron. Joder menudas muertes le dieron. Y como los católicos ya recuperaron el voto, pues nada; todos contentos.

    Un abrazo Trecce.

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  5. En aquella época en España eran los protestantes los tiranizados y proscritos...pero no había Parlamento alguno que quemar.

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    1. El caso es que la fama de intolerantes nos la llevamos nosotros.

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  6. Viva la pirotecnia inglesa!! Deberíamos aprender de ellos. Un saludo!!!

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