Las Guerras Carlistas quizá sean, junto a algunos de los episodios de la independencia de las colonias americanas, las grandes olvidadas de la Historia reciente de España.
Si se han dedicado páginas y páginas al estudio y comentario de la llamada Guerra Civil Española, desde los más diversos (y en ocasiones peregrinos) puntos de vista, los enfrentamientos entre carlistas y liberales, que son al fin y a la postre, otra guerra civil, no han tenido la relevancia que, a mi juicio, merecen, entre otras razones, porque algunos de los males que padecemos en la actualidad, a entonces se remontan. En todo caso habrán de hacerlo plumas más preparadas que esta que hoy recuerda un humilde y sangriento episodio de aquellos enfrentamientos.
Durante la primera contienda carlista, algunos de los episodios más llamativos tuvieron lugar en el levante español, en la zona del sur de Aragón y Cataluña y norte de Valencia, donde operaba el general Ramón Cabrera, el Tigre del Maestrazgo. Fue tratado por la prensa y la propaganda liberales como un auténtico carnicero, despiadado y autor, por sí mismo o delegación, de algunas verdaderas atrocidades.
Sin embargo, no sólo fue él, la guerra en general lo fue, cruel y llena de episodios sangrientos y algunos de ellos vergonzosos y vergonzantes, como por ejemplo el fusilamiento de Ana Mª Griñó, la madre de Cabrera, en Suda de Tortosa, un 16 de febrero de 1836. El fusilamiento, fue una venganza por la muerte de los alcaldes cristinos de Valdealgorfa y Torrecilla, en la comarca de Alcañiz. El brigadier Agustín Nogueras, que tenía en su poder desde hacía tiempo a esta anciana inofensiva, escribió al capitán general de Cataluña, Francisco Espoz y Mina, diciéndole que: “... por el bien de resultar al servicio de la reina, mandase fusilar a la madre de Cabrera”. A lo que accedió gustoso Espoz.
Este hecho acrecentó la crueldad innata de Cabrera, hasta el límite del paroxismo y la guerra en el Levante dio lugar a unas páginas de la historia de España, que gustosamente se habrían de arrancar y pasar al olvido.
Fue una de las salvajadas más estúpidas y crueles de la guerra.
El caso que le ofrecieron la jefatura militar y Cabrera se negó y es que en Inglaterra acomodado y casado con una rica burguesa decidió estar más moderado y acomodado a tener otra situación de sangre y muertes.
ResponderEliminarSaludos.
La jefatura militar de todo el ejército carlista, no se la ofrecieron en esta campaña en la que se produjo el triste acontecimiento al que se hace referencia, sino en un levantamiento posterior, pero él pensamiento de Cabrera ya había evolucionado para entonces y se había acercado más a posiciones liberales.
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