El título del libro puede inducir a error, pues habrá quien piense que estamos ante una apología de la República y sus logros y nada más lejos de la realidad, el título no deja de ser puramente irónico, pues Iliá Ehrenburg que, recordemos, nunca militó en el Partido Comunista Soviético, muestra su profundo desencanto con lo que considera una ocasión perdida la proclamación de la república, como si trastocara el famoso dicho y nos hiciera ver que los perros han cambiado, pero los collares son los mismos. La Guardia Civil y la policía, antes reprimían al pueblo en nombre de la monarquía y ahora lo hacen invocando a la república. Nos habla de las componendas de los gobernadores civiles socialistas y que, aunque los terratenientes o los grandes patronos, en algunas ocasiones han puesto tierra de por medio, siguen recibiendo puntualmente sus rentas puestas en manos de administradores leales y que las fuerzas del orden se encargan de mantener a raya a los revoltosos que osan poner en cuestión los derechos de los ricos (en 1931, nos narra, los campesinos de San Martín de Castañeda pagaron al dueño de las tierras, dos mil quinientas pesetas, como en años anteriores después de trabajar una tierra estéril durante un año).
Aunque Madrid, capital del estado, centra una parte de los capítulos del libro, se ve que Ehrenburg recorrió esta tierra nuestra informándose y viendo en primera persona las cosas y situaciones de las que habla y conociendo y cambiando impresiones con gentes de cada lugar.
Zamora ("Se está construyendo la central eléctrica de los Saltos del Duero. Será la central más potente de Europa. En las orillas rocosas del Duero brotó una ciudad americana: dólares, ingenieros alemanes, guardia civil... A menos de 100 kilómetros, no es difícil encontrar pueblos que no han visto nunca una bombilla eléctrica"); Salamanca ("Todos los habitantes de Salamanca están enamorados de su plaza mayor. No de esta o aquella señorita, sino de la plaza misma, de sus arcadas, de sus faroles, de sus casas antiguas, del paseo, largo como la vida. Bulliciosa y señorial es Salamanca... La universidad de Salamanca es tan espléndida arquitectónicamente, que no se explica uno cómo se puede estudiar allí patología o derecho civil. Está construida para la contemplación. Sí, Salamanca es la ciudad de los poetas").
Extremadura, con capítulo aparte para Las Hurdes, Buena parte de Andalucía, Levante, Barcelona, desfilan también por el libro que huye de los habituales tópicos de las ediciones para viajeros y de la visión de la España romántica para retratar con realismo la realidad que ve. Se podrá estar de acuerdo o no con sus apreciaciones, pero están hechas desde la admiración por este sufrido pueblo y con cierta desesperanza por el futuro que sus políticos le pueden ofrecer.
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