Bill Denny (George Segal) es un escritor que se toma el juego muy seriamente. Charlie Waters (Elliott Gould) es un personaje despreocupado que antepone el juego a todo lo demás. Ganen o pierdan, Denny y Waters reaccionan de manera diferente. Cuando ambos se conocen en un garito de Los Ángeles, sus contrastadas personalidades encajan a la perfección y, de común acuerdo, forman un equipo dispuestos a ir a por todas.
Una película ambientada principalmente en casinos e hipódromos, en la que los dos ganan y pierden (pero principalmente ganan), les roban y se emborrachan hasta los huesos.
Robert Altman contempla en la distancia a estos dos perdedores, pues aunque de vez en cuando ganen, todos sabemos que en el juego, la mayoría de las veces, acabas perdiendo si no te retiras a tiempo y estos no son de los que se retiran. No hay crítica, ni lecciones morales, ni tampoco se ensalza el juego, del que prescinde de esos momentos de emoción que preceden al desenlace de cada mano, porque lo que le interesa son estos dos personajes de diálogos vertiginosos que pretenden ser una especie de retrato de la sociedad norteamericana del momento, desencantada y buscando refugio en el entretenimiento que les aleje de su día a día lleno de desorden y caos.
No la he visto, pero la tengo grabada. Creí que era otra película (Harry y Walter van a Nueva York) con Elliott Gould y James Caan.
ResponderEliminarMucho diálogo vertiginoso.
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