jueves, 5 de noviembre de 2015

SARDINAS NORUEGAS LAXANTES

En el invierno de 1940-41, el cuartel general alemán en Oslo dictó una orden por la que la totalidad de las capturas de sardina debían ser entregadas a los ocupantes. Esta decisión fue muy mal acogida por los pescadores noruegos, puesto que dependían en buena parte de la pesca de la sardina para poder mantener a sus familias.
La resistencia noruega obtuvo así fuertes apoyos entre la población que dependía del negocio de la pesca, al sufrir en carne propia la política de saqueo económico implantada por los nazis, no tan sólo en Noruega, sino en toda la Europa ocupada.
Un miembro de la resistencia infiltrado en el cuartel general germano averiguó que las sardinas confiscadas a los pescadores iban destinadas a la base de submarinos de Saint Nazaire, en Francia; de allí partían los U-Boot que atacaban en mitad del Atlántico a los convoyes aliados que aprovisionaban a Gran Bretaña. Así pues, las sardinas noruegas formarían parte de los víveres que las tripulaciones de los sumergibles alemanes necesitaban para sus largas misiones en alta mar.
Los pescadores noruegos tuvieron que resignarse a dejar de mantener a sus familias, pero encontraron la manera de cobrarse el expolio. Los resistentes noruegos, gracias a un equipo de radio, contactaron con los ingleses y les pidieron todas las partidas que pudieran mandarles de aceite de crotón, un purgante tan poderoso que hasta puede producir sudores fríos y síncopes cuando las dosis son elevadas. Los noruegos aplicaron el aceite de crotón a los barriles de sardinas destinados a los alemanes.
No se sabe cuántas tripulaciones comprobaron las virtudes laxantes del aceite de crotón, pero de lo que no hay duda es que este purgante tuvo que provocar en los desafortunados marineros un efecto del que es mejor no entrar en detalles.



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