sábado, 8 de febrero de 2014

AMOR ES MÁS LABERINTO

Minos, rey de Creta, desea vengar la muerte de su hijo Andrógeno y obliga a la ciudad de Atenas a pagarle en tributo, durante nueve años, siete hombres y siete mujeres jóvenes, a los que encerrará en un laberinto dominado por el Minotauro. El príncipe Teseo fue enviado al laberinto de Creta, donde se enamora de la princesa Fedra, quien le corresponde. Sin embargo, la otra hija de Minos, Ariadna, será quien libere al héroe. Las infantas persiguen el mismo objetivo, aunque cada una tiene maneras diferentes de conseguirlo. Ariadna inventa tretas sofisticadas para separar a Teseo de Fedra, mientras que esta se resigna ante la pérdida de su amado. Los personajes centrales del enredo —Teseo, Ariadna y Fedra— forman un triángulo amoroso que se complica ante la presencia de Baco y Lidoro, pretendientes de las infantas. Sin embargo, dos personajes femeninos compitiendo por el héroe es el tema central de esta comedia.
Estrenada en 1689, es una de las tres obras de teatro seculares que la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz, escribió, en concreto esta es un encargo recibido para la distracción del Virrey Gaspar López de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, Conde de Galve. Sin embargo, no estamos ante un texto superficial, es el proyecto de escritura de una mujer, pero una mujer del siglo XVII, una intelectual, una monja de la Nueva España, donde se enfrenta a un poder que se obstina en negarle la existencia.
Sor Juana Inés de la Cruz es una de las figuras cumbres de la literatura (sobre todo en verso) en castellano. Esta monja mexicana, nacida Juana Ramírez de Asbaje, era hija natural de un militar español y de una criolla. Vivió en pleno Siglo de Oro de las letras españolas, fue contemporánea de Quevedo, Góngora y Calderón de la Barca y por sus cualidades intelectuales, se convirtió en la niña mimada de la corte del virreinato, que comenzaba a disfrutar de la cultura una vez acabada la conquista, a pesar de lo cual, decide ingresar en un convento. ¿Por qué lo hizo, si no tenía vocación religiosa? Al parecer le atraía el silencio monacal, donde ella podría dedicarse a estudiar intensamente sin sermolestada. Por otra parte, se declaraba contraria al matrimonio, lo que hizo, incluso, que le achacaran inclinaciones lésbicas. En el convento logra reunir una biblioteca de cuatro mil libros, probablemente la más completa de la época, adquiere instrumentos científicos y es atendida por varias sirvientas. La monja convoca allí una especie de tertulia con sus pares intelectuales, donde estudian, discuten y hablan de filosofía, Sor Juana Inés llevaba la administración de la institución y,  aunque le ofrecieron ser abadesa, ella siempre se negó.
Alguno de sus escritos, le trajeron la animadversión de la jerarquía eclesiástica y el poderoso obispo de Puebla la presionó para que dejara todo quehacer que no fuera religioso, obligándola a vender su biblioteca y su instrumental científico.
El Nóbel mejicano Octavio Paz, profundo estudioso de la vida y obra de la religiosa, señala: “las autoridades son más rigurosas con esta mujer, que se ha hecho monja para poder pensar, que con sus contemporáneos varones: Góngora, Lope, por ejemplo, son malos sacerdotes, desordenados y lujuriosos, y son perdonados. Sor Juana no es una monja desordenada: es una monja díscola, y con ella son implacables”.
La Iglesia intentó callar su boca y clausurar su pluma, pero no logró doblegar su espíritu.
 
 
 

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