Durante unas vacaciones estivales, Félicie (Charlotte Véry) y Charles (Frédéric van den Driessche) mantienen un apasionado romance, pero debido a una confusión de direcciones pierden el contacto. Cinco años después, en Navidad, Félicie vive en París con su madre y con su hija nacida nueve meses después de aquel verano. En su vida sentimental, Félicie oscila entre el peluquero Maxence (Michel Voletti), que es su jefe y el intelectual Loïc (Hervé Furic), que trabaja como bibliotecario, pero parece no tener demasiado interés en comprometerse con ninguno de los dos, ya que no puede olvidar a su antiguo amor.
Éric Rohmer nos cuenta una historia de esperanza, de no perder la fe en la providencia, aunque sea a través de las casualidades de la vida.
Como en otras ocasiones, el realizador francés concede el protagonismo a la mujer, ella, en su búsqueda de una especie de imposible, tratará de hallar consuelo en el amor de otros, pero no logra olvidar lo que supuso aquel amor en el que encontró a su pareja ideal. Las idas y venidas de los personajes, muy bien ambientadas en los largos paseos por París y Nevers, que aprovecha Rohmer para mostrarnos la belleza del paisaje urbano tan diferente entre la capital y la ciudad de provincias, representan esa búsqueda.
Hay quien asemeja la narración a un cuento de hadas moderno, en el que el realizador y guionista del film, opta por un final feliz y conmovedor.
Dos posibilidades y ninguna es la buena. Suerte del azar que resuelve tantas situaciones en las películas de Rohmer.
ResponderEliminarUna constante de su cine.
EliminarNo en vano, Rohmer, director también de una serie de películas denominadas "Cuentos morales", fue siempre muy dado a esas moralejas que apuntas en el último párrafo.
ResponderEliminarY lo hace con la sencillez que le caracteriza.
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