Cleo (Yalitza Aparicio) trabaja como criada para una familia adinerada. Pasa sus días cuidando a los cuatro hijos de la misma: Toño (Diego Cortina Autrey), Paco (Carlos Peralta), Pepe (Marco Graf) y Sofi (Daniela Demesa), cuidando del perro y limpiando la casa. Mantiene una amistad cercana con Adela (Nancy Garcia), la otra criada de la casa.
En la familia existe una gran tensión entre Antonio (Fernando Grediaga), médico y cabeza de familia, y su esposa, Sofía (Marina de Tavira). Él se va continuamente a viajes de trabajo, y Sofía y los niños le extrañan mucho. Sofía les dice a los niños que Antonio se marcha en un viaje de trabajo prolongado a Canadá, pero cuando finalmente se va, parece que hay algo más, Sofía le da un abrazo largo y le ruega que no se vaya, aunque él lo hace de todos modos.
Cleo está saliendo con Fermín (Jorge Antonio Guerrero), el primo del novio de Adela, Ramón (José Manuel Guerrero Mendoza). Las dos parejas tienen una cita doble para ir al cine, pero antes de que comience la película, Cleo y Fermin se van y consiguen una habitación de hotel. Tiempo después, Cleo sospecha que está embarazada y cuando se lo dice a Fermín, este desaparece para no volver.
Entre lágrimas, Cleo le confiesa a Sofía que está embarazada, temiendo que esta la despida, sin embargo, Sofía se muestra comprensiva y la ayudará a salir adelante, acompañándola al médico y prestándole las facilidades que estén su mano.
La película se basa en los recuerdos de infancia y primera juventud del realizador y guionista del film Alfonso Cuarón. Ambientada en el mismo barrio en que vivió, la colonia Roma, en la Ciudad de México y sobre todo en el personaje de Liboria Rodríguez "Libo", la nana mixteca que llegó a la casa de los Cuarón Orozco cuando el futuro cineasta tenía nueve meses.
La acción se desarrolla a principios de los años 70 y presenta como telón de fondo la feroz violencia de la masacre de Corpus Christi (acaecida el 10 de junio de 1971), conocida también como El Halconazo, por el grupo paramilitar (Los Halcones), que hizo frente a una protesta pacífica de estudiantes en la que murieron alrededor de cien personas.
El film es un proyecto muy personal de Cuarón en el que llevaba trabajando diez años, pero otros encargos se cruzaron en su camino en este periodo, hasta que ha podido verlo hecho realidad.
Rodada en blanco y negro, porque así se imagina él los recuerdos que tiene y no por ningún otro motivo de modas o de estéticas, si ha conseguido rodarla es, en buena parte, gracias a un enorme esfuerzo personal, que le ha obligado a hacerse cargo no solo de la dirección, sino del guión y de la fotografía.
Alfonso Cuarón sabía que este film no es un producto de consumo masivo, que no se ajusta a los cánones que impulsan a las grandes productoras a patrocinar una película, por eso se decidió por la plataforma Netflix para exhibir su film.
Sin duda una propuesta arriesgada por varios motivos, además de la temática, al fin y al cabo habla de sus cosas, de sus recuerdos, optó por rodarla en castellano y mixteco y con una actriz no profesional para el rol protagonista.
Sin embargo, la delicadeza de las imágenes, el buen manejo de la cámara, la cuidada planificación de las escenas, la fotografía, la buena interpretación, sobre todo de Yalitza Aparicio y de Marina de Tavira, han hecho que las expectativas se hayan superado con creces, habiendo logrado con ella la que para más de un crítico es la obra maestra del director mexicano.
Sin embargo, no hay que negar que la valoración que ha encontrado el film entre la crítica especializada y el público, no siempre es concordante y una parte de los espectadores que la han visto, se muestran defraudados, sin duda porque ante las buenas referencias esperaban encontrar algo que no han apreciado en la película.
Y es que, bajo mi modesto punto de vista, algunas de las cosas que hay en el film no alcanzan el valor que tienen cuando las contempla un espectador de tipo medio. Y no es menospreciar a nadie, pero resulta que algunos aspectos que Cuarón ha trabajado con esmero y dedicación, no son apreciados sencillamente porque para hacerlo hay que haberse informado antes sobre ellos y eso no es algo que se le pueda demandar a una persona que va a ver una película. Por ejemplo, hay una especie de latido, de pulsión en el film, cual son los sonidos que lo pueblan: los vendedores, el afilador, los ladridos de los perros, el griterío de las calles o el sonido de los aviones que, al parecer, forman parte del mismo ser del México D.F. de los 70. Yo eso lo sé porque había leído algunos trabajos sobre la película y entrevistas con Cuarón, antes de verla, de lo contrario, cosas como la imagen recurrente de los aviones, no me hubiera dicho nada y, al parecer, su sonido y su presencia formaba parte del paisaje cotidiano de la ciudad.
El film va más allá de los simples recuerdos de Cuarón y si algo refleja de manera brillante, es esa especie de moderna esclavitud que sufrimos en nuestros trabajos, e incluso que sufren unos países con respecto a otros más poderosos, es como si viviéramos de su estado de ánimo, de si están contentos o enfadados con nosotros y, muchas veces, dependemos más que de nuestra valía profesional, del pie con que se hayan levantado quienes están por encima de nosotros. Esa reflexión la hace a través del maravilloso personaje de Cleo. Sí, la quieren mucho, aparentemente es tratada como una más de la familia, pero a la hora de la verdad, es la primera que se levanta y la última que se acuesta, ella es la criada y ellos los amos y se lo dejan claro en unas cuantas ocasiones, al final, las barreras de clase, ahí están, bien presentes, igual que lo están las de género en esta película que es, también, el retrato de mujeres despreciadas que, sin embargo, saben hacer frente a la adversidad en un entorno nada propicio para ellas. "No hagas caso de lo que digan -le dice Sofía a su empleada-, estamos solas"
Un retrato de una ciudad, de un barrio, de una sociedad, la mexicana de principios de los 70, hecho con cariño, sin nostalgia y sin entrar en valoraciones de tipo moral. Cuarón muestra, expone, pero no entra en el fondo.
Una película rodada con gran delicadeza, técnicamente brillante, aunque quizá se extienda en algunos momentos en secuencias que son estéticamente poderosas pero que no aportan demasiado al relato, alternándose con otras realmente conseguidas, como las que se desarrollan alrededor del parto de Cleo o las de final, en la playa y sus consecuencias, que darían para unas cuantas reflexiones en las que no voy a ahondar para no extenderme más de lo que ya lo he hecho.