Junto a "La cartuja de Parma", es tenida por lo mejor de la producción del francés Marie-Henri Beyle, más conocido por su seudónimo Stendhal y una de las más famosas novelas de la literatura universal.
El protagonista, Julián Sorel, es hijo de un modesto aserrador, pero gracias a su inteligencia prodigiosa, espera abrirse camino en la vida y conseguir ascender en la pirámide social.
El alcalde de Verrières, la pequeña localidad del Franco Condado, en la que vive Julián, le tomará como preceptor de sus hijos y allí, Julián enamora a la señora de la casa, madame de Rênal, un amor apasionado, con altibajos y fingimientos por parte de Julián, pero que será su felicidad y su perdición al mismo tiempo, aún cuando ya creía que lo tenía olvidado.
Por medio del cura del pueblo, Julián consigue entrar becado en el seminario de Besançon y de allí, marchará a París, como secretario del señor de la Mole, con cuya hija, Matilde, acaba teniendo un romance que le llevará a lo más alto de su carrera y significará también el principio de su caída.
El autor se inspira en un hecho real, en 1826 un joven preceptor dispara contra su amante ya que ésta le había impedido casarse con una rica heredera, y lo convierte en una historia romántica, bastante alejada de los celos y la maldad de la original. Sitúa su obra en Francia, durante la época de la Restauración, con una magistral ambientación.
Stendhal se deshace de las convenciones románticas para mostrarse como un precursor del realismo que vendría, su prosa está carente de énfasis y de descripciones prolijas, gracias a ello, logra que la narración de esta voluminosa obra, se haga relativamente dinámica, acaparando el interés del lector por la sucesión continúa de nuevos giros y situaciones.
Es también un retrato de la sociedad francesa de la época, dominada por la hipocresía y la dificultad de las clases humildes para acceder a puestos más elevados en la escala social, algo que, en algunos sentidos, se nos antoja no tan lejano a la realidad que vivimos en la actualidad.
El título, para la mayoría de los estudiosos, refleja los colores del ropaje que vestían los segundones de las clases altas o aquellos de las más humildes que deseaban ascender en la pirámide, el rojo del ejército y el el negro del hábito eclesial, únicos caminos que les permitía dicho ascenso por caminos honorables.
Sin embargo, no falta quien opina que hace alusión a los colores de la ruleta, en los que el jugador se juega su suerte, en este caso su futuro, a cara o cruz, a uno de los dos colores.
Ese retrato social es el verdadero asunto de la novela, pues el amor es sólo un reclamo. Con una prosa sencilla y clara, es una de esas obras maestras que marcan toda una época.