Años 70, en plena guerra fría. El fracaso de una misión especial no autorizada en Hungría, con el agente británico Jim Prideaux (Mark Strong), descubierto y presumiblemente asesinado, provoca un cambio en la cúpula de los servicios secretos británicos. Uno de los defenestrados es el agente George Smiley (Gary Oldman). Sin embargo, cuando ya se había hecho a la idea de retirarse, le encargan una nueva misión: se sospecha que hay un “topo” infiltrado en la cúpula del Servicio y sólo alguien de fuera puede averiguar quién es.
El subsecretario Oliver Lacon (Simon McBurney), a cargo del Servicio Secreto Británico, recibe información de Ricki Tarr (Tom Hardy), un agente de campo británico de bajo nivel encubierto, de que ha habido un agente doble desconocido, colocado por la Unión Soviética, en los rangos más altos dentro de "Circus".
La razón por la cual Lacon está tomando en serio el aviso de Tarr, a pesar de que Tarr es considera un pícaro y se sospecha que ahora está trabajando para el otro lado, es que Control (John Hurt), quien murió de una grave enfermedad, previamente dio un aviso similar a Lacon cuando Control estaba al cargo, algo que, en ese momento, nunca fue investigado. Smiley recluta al jefe de Tarr, Peter Guillam (Benedict Cumberbatch), y otro agente retirado llamado Mendel (Roger Lloyd Pack) para trabajar en el caso con él. Lo que Smiley y su equipo pueden descubrir es lo que Control sospechaba que el topo era uno de los cinco hombres en su círculo íntimo: Alleline (Toby Jones), Bill Haydon (Colin Firth), Roy Bland (Ciarán Hinds), Toby Esterhase (David Dencik) y el propio Smiley, los cinco que tenían el nombre clave de Tinker, Tailor, Soldier, Poorman y Beggarman, respectivamente.
Con la ayuda de otros agentes jubilados, Smiley irá recabando información y encajando las piezas necesarias para descubrir al traidor.
El título original de esta película (Tinker, Tailor, Soldier, Spy) y de la novela de John Le Carré en que se basa, está tomado de una rima infantil inglesa que dice "Tinker, Tailor, Soldier, Sailor, Rich Man, Poor Man, Beggar Man, Thief".
La canción francesa que se escucha en las escenas finales es "La Mer", interpretada por Julio Iglesias.
No encontrará lo que busca en esta película quien pretenda hallar cine de acción o con altas dosis de intriga. Un film en el que la pausa, siempre sin perder el ritmo, cobra importancia, al igual que los silencios, muy bien representados sobre todo en George Smiley del que la película ha sabido captar bastante bien la esencia del personaje por antonomasia creado por Le Carré.
En el lado opuesto de las películas que nos venden a personajes glamourosos o que se desenvuelven de maravilla en medio del peligro, esta nos acerca a lo que seguramente es un retrato más real del mundo del espionaje y es que la vida del espía, como alguien señaló, debe ser bastante aburrida. Aquí no hay veloces persecuciones, ni acción trepidante, apenas un par de disparos que yo recuerde, y el ambiente en que se mueven los personajes es gélido y de una atmósfera carente de brillantez.
A pesar de que la trama, por momentos, resulta enrevesada, la capacidad narrativa del realizador sueco Tomas Alfredson, la hace comprensible siempre que el espectador preste un poco de atención.
Buenas interpretaciones para un film que resulta interesante, aunque quizá esa frialdad de la que hablábamos haga que no acabe de enganchar del todo con el espectador.