Oliver Twist (Barney Clark), así como el resto de los chicos del orfanato en el que vive, se están muriendo de hambre y deciden jugarse quién de ellos pedirá más comida. Oliver es el elegido. Durante la cena de esa noche, tras recibir su raquítica ración, Oliver se dirige al director del orfanato y le pide más comida. Tachado de ser problemático por el Sr. Bumble (Jeremy Swift), el bedel y por el director, Oliver es ofrecido como aprendiz a cualquiera que lo quiera contratar. Tras librarse de milagro de ejercer el penoso trabajo de limpiar chimeneas, Oliver se convierte en aprendiz en la empresa de pompas fúnebres del señor Sowerberry (Michael Heath). Pero Oliver se pelea con el otro muchacho que trabaja allí, y decide escapar e irse a Londres. En las afueras de la ciudad, cansado y hambriento, Oliver conoce a Artful Dodger, conocido por el apodo de Truhán (Harry Eden), quien le ofrece un lugar donde hospedarse en Londres. Lleno de inocencia, Oliver se ve inmerso en el mundo del hampa de Londres e ignorando sus tareas reales, se encuentra en medio de una banda de chicos carteristas dirigida por el malvado Fagin (Ben Kingsley).
Roman Polanski adapta para el cine, nuevamente, el clásico de Charles Dickens. Cuenta con una inspirada banda sonora de Rachel Portman.
La película supuso un estrepitoso fracaso en taquilla, sobre todo en EE.UU. y aunque en Europa le fue algo mejor, tampoco alcanzó los resultados esperados.
A pesar de todos los pesares, de las críticas y de ese escaso resultado económico, lo cierto es que Polanski nos ofrece un ejercicio formal de primer nivel. Es cierto que juega sobre seguro, pues el relato de Dickens es una obra consagrada en la literatura universal, pero también se arriesga al fracaso con un original que ya contaba con brillantes adaptaciones. El realizador logra trasladar la historia al espectador en todo su esplendor y con los matices de crítica social, a las instituciones de caridad o a la propia justicia que contiene la novela. Supongo que Polanski, víctima de los campos de exterminio nazis, de los que escapó en una penosa huída, en cierto modo lava sus propias heridas de infancia a través del pequeño Oliver.
Tonos oscuros para resaltar el penoso entorno de la vida del protagonista y excelente actuación de Ben Kingsley, creando un genial Fagin. Muy bien asimismo, el joven Barney Clark encarnando al tierno y encantador protagonista.
Interesante película y buena adaptación de la inmortal obra de Dickens.