Resulta curioso comprobar cómo ha ido cambiando el mundo, la sociedad, cómo cosas que antes (no hace tanto), eran contempladas sin que a casi nadie se le ocurriera buscarle segundas, terceras y hasta cuartas lecturas, son ahora diseccionadas hasta hallar en ellas mensajes que, yo estoy convencido, sorprenden incluso al propio autor que, de repente, descubre que ha dicho cosas que ni siquiera se le pasaron por la imaginación.
Estas reflexiones se me vienen a la cabeza, así, a bote pronto, cuando leo algunas de las cosas que se dicen sobre esta película de Ridley Scott. O yo soy muy pardillo (seguramente) y no sé buscarle los tres pies al gato, o es que hay mucho arqueólogo del celuloide, de esos que saben escarbar hasta hallar vestigios de lo que a los simples humanos se nos oculta.
Cada cual puede sacar las consecuencias que quiera de la película, que pueden ser variadas, y yo considero, contra lo que se dice en algunos foros, que esa es (al menos en este caso) una virtud del director que se nos muestra todo un maestro de la ambigüedad, pero es que esa ambigüedad es buscada, no casual.
Pienso (lo pienso yo, sin que nada me avale) que Scott no desea tomar partido y, creo que, en general, en el conjunto de la acción, no lo toma, sencillamente narra. Y la narración es, a tenor de lo que han ido contando quienes allí estuvieron, bastante aproximada a lo que ocurrió.
Otro asunto diferente es la forma en la que envuelve esa narración. Que no tome partido no quiere decir que no tenga su opinión sobre los hechos y, de vez en cuando, como soltándolo con cuentagotas, el realizador nos va dejando detalles de lo que opina a través de cosas puntuales. Me hace gracia oír y leer ciertas críticas que se le han hecho sobre cosas que debería decir y no dice y al revés y, al final, me da la impresión de que yo he visto otra película.
Por ejemplo, se acusa a Scott de desmedido patriotismo, de hacernos ver que los americanos son los buenos y los "flacuchos" (como llaman ellos a los somalíes), los malos. No lo tengo tan claro. Al principio del film, nos presenta a unos Delta Force y a unos Rangers (las tropas que tomaron parte en la misión), bastante prepotentes, chulillos, picados entre sí y que cuando van a partir, alguno de ellos desprecia llevar la cantimplora, el antibalas o las gafas de visión nocturna, porque aquello es como una excursión. Además de dar la imagen de que estos chicos son lo que deben ser en realidad, unos muchachos jóvenes, poco más o menos con un nivel parecidos a los nuestros de la E.S.O., ya sabéis... Otra cosa es que su nivel de adiestramiento para la acción sea elevado, pero el intelectual, no va muy allá que digamos.
Enfrente tenemos a los somalíes, a quienes algunos (muchos) ven representados como gente despiadada, poco menos que asesinos sanguinarios, los malos, vamos.
Tampoco lo acabo de ver tan claro.
En primer lugar, quienes atacan a los yankees son los habitantes de un barrio concreto de Mogadiscio, el mercado de Bakara, donde vive el hombre a por el que van los expedicionarios, un señor de la guerra llamado Aidid. Y esta gente, seguramente era así cuando se las ve con los americanos o con cualquier fuerza extranjera en general, porque sus ánimos han sido exacerbados para que actúen así contra quienes pueden acabar con el estatus que tienen sus jefes.
Scott tiene cuidado de irnos dejando esos detalles a los que hacíamos alusión, por ejemplo, cuando se ve al anciano con el niño muerto en sus brazos que cruza ante la caravana de soldados de la ONU, o cuando se ve a los ciudadanos de otros barrios que aclaman a las tropas extranjeras, al fin y al cabo, gente como Aidid, tampoco les va a sacar de la miseria en que viven.
Además algunos de los diálogos, como el que se produce entre el piloto Michael Durant y uno de sus captores, tratan de poner en su lugar la verdadera dimensión del pensamiento de los nativos (de algunos de ellos, al menos): No desean la injerencia de foráneos, son mal recibidos.
La película, como obra cinematográfica, es una maravilla, para mi gusto, claro. El espectáculo de los black haws sobrevolando Mogadiscio a escasos metros de las azoteas y aterrizando en sus calles; los grandes angulares; los contrapicados; los numerosos efectos especiales; las imágenes en verde recreando la visión nocturna...
La banda sonora, de Hans Zimmer, incluye alguna canción muy conocida de Elvis Presley o Steve Ray Vaughan, así como música árabe. Pero casi forman parte de ella los silencios, las voces, los ruidos de las aspas de los helicópteros, los disparos de la gran variedad de armas que se nos muestras, el tránsito de los humvees, los famosos HMMWV (High Mobility Multipurpose Wheeled Vehicle)...
Es un film, en cierto modo, coral, en lo que a actuaciones se refiere, salvo Josh Hartnett, que tiene más minutos de aparición en pantalla, las actuaciones del resto están concebidas para resaltar la acción colectiva y, como mucho, relatarnos algún hecho puntual, que los hubo y destacables y a pesar de que muchos de ellos son nombre conocidos (Eric Bana, Ewan McGregor, Tom Sizemore, William Fichtner, Sam Shepard...) no se puede decir que cobren especial protagonismo.
Una peli de acción trepidante, bien narrada en el sentido de que a pesar del batiburrilo de acciones paralelas, sabes en cada instante dónde te hallas.
Una de sus facetas más interesantes es que nos hace abandonar el concepto que tenemos del cine bélico típico de la II Guerra Mundial y nos muestra cómo es la guerra moderna, cómo son los conflictos que ahora se viven. Las fuerzas de la ONU, multinacionales por propia definición, y los conflictos que pueden surgir en su seno en cuanto a la ocultación de acciones de unos a otros o a la hora de tomar decisiones (aquí se nos muestra entre los norteamericanos, que ocultan lo que van a hacer a los Pakistaníes, que están allí con ellos). La tecnificación de las actuaciones, con el uso de tecnología punta, lo que tiene sus ventajas, pero el inconveniente de que cuando falla, el soldado anda perdido y los mandos, que siguen las operaciones en directo a través de pantalla, al tiempo están alejados de lo que el soldado siente en sus botas al pisar el terreno.
En ese aspecto, ya digo, me parece de lo más interesante.
En cuanto al mensaje o mensajes que algunos quieren ver, yo creo que Scott deja claro que estas actuaciones son parches que trata de poner occidente, que no valen de mucho, que el soldado norteamericano que está allí, se hace un montón de preguntas, sin acabar de entender el porqué de muchas de ellas y que buena parte se resume en lo que dice uno de los soldados: Al final todo consiste en lo que haces por el hombre de al lado.