Tras una masacre en un pueblo de Guatemala habitado por campesinos mayas, a manos de las tropas del ejército, Rosa (Zaide Silvia Gutiérrez) y Enrique (David Villalpando), dos jóvenes hermanos, logran sobrevivir y deciden huir al Norte, a los Estados Unidos. Tras recibir ayuda económica de su madrina y consejos de un inmigrante veterano, emprenden el viaje cruzando México en autobús hasta llegar a Los Ángeles. Allí empiezan su vida como inmigrantes jóvenes, ilegales y sin ninguna cualificación.
Realizada por Gregory Nava, ciudadano norteamericano de ascendencia mexicana, está ambientada en la época de la dictadura de José Efraín Ríos Montt, condenado en 2013 a 80 años de prisión por delitos de genocidio cometidos contra el pueblo ixil cuando gobernó entre 1982 y 1983, con la excusa de que colaboraba con las guerrillas comunistas. En la sentencia se consideró probado que los militares a su mando habían asesinado a 1771 ixiles, además de haber violado sistemáticamente a las mujeres y niñas de esta etnia, muchas de ellas convertidas en esclavas sexuales de sus soldados. Apenas diez días después, la sentencia fue anulada y Ríos Montt falleció, cinco años después, en libertad.
El film se estructura en tres partes. La primera, discurre en Guatemala, donde observamos las costumbres de la población maya, su vida en comunidad, los difíciles y agotadores trabajos en el campo recogiendo granos de café, bajo la rígida vigilancia de supervisores, que les conminan a trabajar sin tregua bajo amenazas, al tiempo que sufren el genocidio practicado por tropas del gobierno. Gregory Nava nos muestra una cultura alegre, de colores intensos que lucen en las casas o en sus vestimentas, personas de intensa espiritualidad, que conservan su propio idioma y cierran filas en torno a los suyos.
La segunda parte transcurre en México, para ofrecernos un país totalmente empobrecido, sin rumbo, donde se lucha por la supervivencia diaria. De ello es reflejo la ciudad fronteriza de Tijuana, como un lugar de paso abarrotada de personas, viviendo en condiciones precarias, que buscan atravesar la frontera, donde campean la astucia, la picaresca más canalla y la delincuencia especialmente abyecta, ya que se practica frente al que ya no tiene nada. El tono colorista y de realismo mágico de la primera parte desaparece en las dos últimas, emergiendo únicamente en ciertos momentos de ensoñaciones de la pareja protagonista.
En la última fase del film nos encontramos ya en la California de los emigrantes hispanos, en sus casas de los suburbios, siendo explotados en fábricas textiles, restaurantes, como empleados de hogar de los blancos. Norteamérica los necesita como mano de obra barata, pero no los quiere; los devuelve al otro lado de la frontera si los encuentra sin papeles, pero no pone obstáculos para que aprendan el idioma ofreciéndoles escuelas donde lo enseñan gratuitamente, o para que desempeñen trabajos mal pagados y sin derechos sociales. Una actitud hipócrita donde las haya, ya que en ocasiones es ejercida por descendientes de irlandeses, italianos, alemanes y otros, otrora inmigrantes también que, en su momento, viajaron a América, legal o ilegalmente, en búsqueda de una tierra próspera y una vida mejor.
Es lamentable que, después de más de cuarenta años del estreno de la película, el asunto central de la misma, siga de plena actualidad, con las políticas opuestas a la inmigración de algunos países en plena ebullición y partidos políticos que las llevan en su programa triunfando en muchos de ellos. Estamos hablando de un drama social muy crudo, más aun cuando muchos de los que se ven impelidos a abandonar sus países lo hacen por razones que trascienden lo económico (ya de por sí triste), y lo hacen para salvar sus propias vidas porque en ellos se ven sometidos a auténticas cacerías humanas por razones de raza, credo o pertenencia a determinado colectivo social, cuando no huyendo de cruentas guerras, y arrostrando el peligro de verse en manos de las mafias que trafican con personas, mientras los países llamados desarrollados se pierden en debates, en lugar de convertirse en verdaderos lugares de acogida.
Un film que va más allá de un guion interesante y llamativo, para acercarnos el drama de aquellos que no son libres en ningún lugar. Como dice uno de los protagonistas: “…tal vez sólo muertos encontremos un lugarcito…”