viernes, 28 de junio de 2013

MADAME BOVARY

Debido a su trabajo como médico, Charles Bovary debe visitar en una granja al señor Rouault y allí se encuentra con una bella joven, la hija del señor Rouault, Emma, que se convertirá en la señora Bovary tras su matrimonio con Charles. Ella tiene unas ideas sobre el matrimonio que no llegarán a verse realizadas en su relación con Charles. Después de una visita a la casa del marqués de Vaubyessard, Emma sueña con una vida idílica, privilegiada. Pero la vuelta a la realidad, a una vida aburrida junto a su marido, hace que Madame Bovary caiga enferma. Para su recuperación, Charles decide cambiar de aires, y trasladarse a un pueblo cerca de Rouen, Yonville-l'Abbaye.
Emma dará a luz a una niña a la que llamarán Berthe pero no ejercerá de madre prácticamente en ningún momento. En Yonville, la familia Bovary conocerá a sus nuevos vecinos. El señor Homais, el farmacéutico, junto con su familia; el comerciante señor Lherheux; la señora Lefrançois, dueña del Lion D'Or, ... Entre todos estos vecinos, se encuentra León Dupuis, que simpatizará con Emma. Su pasión por el mismo tipo de literatura les llevará a un amor imposible. Ante esta situación León decide marcharse a Rouen y seguir con sus estudios. El aburrimiento de Emma y su disgusto por la falta de atención de su marido, le llevará a empezar a coquetear con Rodolphe Boulanger, un don Juan de Yonville. Madame Bovary y Rodolphe se convierten en amantes. Emma se escapa por las noches para ver a Rodolphe, y llega a ser tan grande el amor que siente por él, que le propone fugarse los dos de Yonville. Rodolphe acepta, pero en el momento de la fuga, se va sin Emma. Le escribe una carta, que hace enfermar nuevamente a la señora Bovary. Antes de la enfermedad, Madame Bovary contrae numerosas deudas con el señor Lhereux.
Tras la lenta recuperación de su esposa, Charles decide llevarla a Rouen a la ópera. Allí se encuentra a León Dupuis. León se convierte en el nuevo amante de Emma, que finge ir a clases de piano para encontrarse clandestinamente con el pasante. Ella sigue contrayendo deudas y firmando pagarés con el señor Lhereux, dejando a su familia con una enorme cantidad de problemas monetarios. Ante esta situación económica y el abandono de sus amantes, Emma se encuentra desesperada, y decide acabar con su vida. Acude a la botica de Homais, e ingiere arsénico en polvo.

Madame Bovary es considerada como una de las obras más importantes de la literatura universal y la novela referente del realismo literario.
Su autor, Charles Flauvert, hubo de enfrentarse a un juicio por atentado a la moral pública como consecuencia de la publicación de su novela.
El relato nos presenta a la mujer como una persona con ideas propias y sentimientos de los que era tabú hablar, rompe con todas las convenciones morales y literarias de la burguesía del siglo XIX, pues nadie antes se había atrevido a presentar un prototipo de heroína de ficción rebelde y tan poco resignada al destino; además es también un agudo retrato de la sociedad burguesa ilustrada del siglo XIX en la Francia posterior a la Revolución.
Al hechizo que ejerce la figura de la protagonista que te lleva a amarla u odiarla, pero nunca te deja indiferente, hay que añadir la sabia combinación argumental de rebeldía, violencia, melodrama y sexo, «los cuatro grandes ríos», como afirmó Vargas Llosa, que alimentan esta historia inigualable.



jueves, 27 de junio de 2013

SANSÓN Y DALILA

Sansón (Victor Mature)es Juez de la tribu de Dan, ha sido consagrado a Dios por su madre, pues esta recibió un mensaje divino en el que le anunciaba que estaría dotado de una fuerza sobrenatural a cambio de que no se cortara el cabello.
Aunque sus padres le han comprometido para el matrimonio con Miriam (Deering Oliva), Sansón está enamorado de Semadar (Angela Lansbury), una joven que a su vez es pretendida por Ahtur (Henry Wilcoxon), capitán del ejército filisteo que ocupa los territorios danitas.
Admirado de su fuerza, el Saran de Gaza (George Sanders), le concede la mano de Semadar. Durante la fiesta de esponsales, se entabla una disputa entre Sansón y los invitados filisteos, en la reyerta posterior, Semadar muere de un lanzazo, la hermana de ésta, la hermosa Dalila (Hedy Lamarr), jura venganza contra Sansón, al que considera culpable de la muerte de su hermana.



Gran superproducción como otras de semejante factura por las que ha pasado a la posteridad Cecil B. de Mille, con ese derroche de medios técnicos y humanos que aún nos siguen asombrando en la actualidad.


Desde la sencilla historia que la Biblia nos narra en el Libro de los Jueces y que todos conocemos, el guión fabrica una narración atractiva, inventando prácticamente todo lo que cuenta salvo la esencia de la hechos, pero lo hace de una manera que el relato gana de cara al espectador.


El personaje que se lleva el verdadero protagonismo es el de Dalila, con una Hedy Lamarr esplendorosa, demostrando que, además, sabe interpretar.
Víctor Mature, el hombre, está bien, como se diría en una tarde de toros: cumple.
Evocadora banda sonora y una lograda fotografía.


Hay algunas cosas que, vistas hoy, pueden resultar un poco chocantes o incluso mover a la sonrisa, sobre todo en cuanto a decorados y efectos especiales, pero en este tipo de films nunca hemos de perder de vista la época del rodaje, sin atisbo de medios digitales que facilitan escenas como la destrucción del templo y que aquí quedan un poco falsas a pesar del esfuerzo que supuso su rodaje.


Ya he señalado que muchas de las cosas que nos cuenta están literalmente inventadas por los guionistas, entre ellas el vestuario de los filisteos y señalo este aspecto porque, como en otros de la peli, no se reparó en medios y los ropajes, sobre todo de soldados y cortesanos son espectaculares, claro que al frente tenemos a todo un mito del diseño como fue Edith Head.
Un film que, yo creo que se ve con gusto y en el que, además disfrutamos de esa belleza que fue Hedy Lamarr y de un mito de este tipo de films como Víctor Mature.




miércoles, 26 de junio de 2013

BOUVARD Y PÉCUCHET

Última novela de Gustave Flaubert que no pudo concluír su escritura aunque se supone que no debía faltarle mucho y, desde luego, las ideas esenciales de la misma están expuestas más que de sobra.
Publicada en 1881, un año después de la muerte del autor, nos cuenta las peripecias de dos hombre que, ya en su edad madura, se conocen por casualidad y descubren que son una especie de almas gemelas que comparten gustos, aficiones y manera de pensar. Aprovechando la sustanciosa herencia que recibe uno de ellos, una vez jubilados, adquieren una propiedad en una zona rural y se embarcan en toda clase de estudios y experimentos sobre los más diversos saberes, impregnados de ese enciclopedismo tan característico de una cierta élite francesa.
Cual modernos quijotes, a pesar de obtener algunos pírricos éxitos, fracasan en prácticamente todas sus aventuras y, cuando no, abandonan a medio camino la tarea emprendida. Como ocurre con el personaje cervantino hay que leer más allá de lo aparente para sacar todo el jugo de lo que se nos está contando. Si Don Quijote es más que una parodia de las novelas de caballería, Bouvard y Pécuchet no es sólo una novela sobre la estupidez de los hombres (de algunos hombres al menos), sino todo un tratado sobre la mediocridad.
Conociendo el perfeccionismo de Flaubert, no quiero imaginar la cantidad de horas que invirtió en documentarse para tener un cierto dominio de vocabulario a emplear cuando nos habla de las actividades en que se embarcan los protagonistas: Agricultura, química, medicina, geología, pedagogía, religión, filosofía, espiritismo, magnetismo, ejercicio físico, arqueología, historia, escritura, política, arte amatorio e incluso el suicidio. En todos esos berenjenales se meten y de todos salen trasquilados.
Todo este estudio sobre la estulticia humana, me ha resultado tremendamente actual, ¿cuántos Bouvard y cuántos Pécuchet nos rodean hoy en día? Desde los contertulios de tantos y tantos programas que nos hacen creer que saben de todo y no saben de de nada, pero se permiten el lujo de darnos lecciones, hasta la gente que nos dirige, prebostes de la patronal, los sindicatos o nuestros queridos ministros y otros adláteres que hacen leyes y normas para mejorar nuestra vida y cuando los resultados son negativos nadie se acuerda de que lo que nos presentaron como una panacea resultó ser otra estafa.
Una divertida y pintoresca epopeya sobre los mediocres.




martes, 25 de junio de 2013

JUANA DE ARCO

Juana (Ingrid Bergman) es una joven campesina, casi analfabeta que cuenta apenas 17 años. En su interior siente la llamada divina para ponerse al frente de la resistencia de su patria frente a los invasores ingleses, que reclaman el trono de Francia por derecho de herencia.
Las voces que escucha la impulsan a conseguir que el joven Delfín de Francia, el futuro Carlos VII (José Ferrer), sea coronado rey. Pero el Delfín es un ser apocado, voluble, amante de la fiesta y la diversión, atrapado por las deudas, sin preocupación por las necesidades de su pueblo y con pocas aptitudes para reinar.
Tras rescatar Orleans, que se hallaba cercada por las tropas inglesas y sus aliados, asiste a la coronación de Carlos como rey en Reims, más éste en vez de marchar hacia París siguiendo los consejos de Juana, se vende a sus enemigos y firma una vergonzosa tregua. Juana es hecha prisionera y entregada a los ingleses.



La película contó con un elevado presupuesto que no se vio recompensado por el éxito de público.
Su director, Víctor Fleming, nos entrega un producto de correcta factura técnica, pero desigual en el desarrollo narrativo.
Las composiciones, de tan cuidadas, se convierten en bellas postales que nos dan sensación de artificiosidad. El vestuario, colorista y con diseños trabajados y un gran despliegue en ambientación y decorados, estos, en ocasiones, más falsos que una mula resabiada.
La narración nos refiere unos cuantos hechos que son históricos y están documentados, pero tampoco profundiza demasiado en ellos, salvo cuando llegamos a la parte del interrogatorio de Juana que, yo creo que es la más lograda del film, permitiendo a la protagonista lucir sus cualidades dramáticas tras haber hecho un tanto el ridículo con esa armadura que lleva en las imágenes de la batalla, a mitad de camino entre la prestancia de Ingrid Bergman armada de coraza y lo que parece un remedo del hombre de hojalata del Mago de Oz.
Quizá de lo mejorcito de la peli es la partitura musical, obra de Hugo Friedhofer y la fotografía, apartado este por el que se llevó uno de los dos Oscar que obtuvo, de los siete a que estuvo nominada.
Si se ve la edición que circula por ahí en DVD, pueden llamar la atención algunos saltos que resultan un tanto bruscos, como si el montaje lo hubiera hecho yo con tijeras y pegamento, supongo que se debe a que esta versión es la que quedó tras la poda de varios metros que sufrió el original en busca de llegar mejor al público.


No voy a enrollarme más con un film que no figura entre lo mejor de la excelente actriz que fue Ingrid Bergman, de hecho, uno de sus comentarios cuando vio el pase de la peli, queda claro lo que podemos esperar del film, dijo algo así como: Muy bonita, ahora empecemos a rodar la película.
Algo que me llamó la atención, quizá porque me sugirió paralelismos con situaciones que estamos viviendo en la actualidad en nuestro país, fue el retrato que hace del futuro rey, un tipo mísero, de escasa preparación, manejado por consejeros interesados y que fue capaz de vender (literalmente, pues lo hizo por dinero) a sus súbditos que habían dado su sangre por él.
Hay un diálogo en el que Juana le pregunta cuánto le han pagado los ingleses por firmar la paz y él dice: Esa pregunta no la voy a responder y además, hay cosas que no se le deben preguntar a un monarca.
A mí me suenan muy actuales, se ve que tanto no han cambiado las cosas en 700 años.




viernes, 21 de junio de 2013

EL GOLEM


El título del libro hace referencia a una leyenda muy conocida entre los judios de Praga, transmitida de forma oral y que Gustav Meyrink recoge en esta novela.
El Golem es un muñeco, una figura (según los relatos de barro) creada por un rabino que cobra vida al introducirle un papel en la boca, en el papel está escrita "la palabra sagrada", seguramente se refiere al nombre de Dios.
La figura del Golem ejerce una especie de fascinación para el protagonista, el artesano Pernath, cuya situación personal se verá complicada cuando es acusado de asesinato y por sus relaciones con algunos personajes problemáticos o, cuando menos, un tanto particulares: El archivero Hillel y su hija Miriam (que viven en la pobreza) y el joven Charousek que será quien ayude a Pernath en su intento de desenmascarar los manejos de Wassertrum, un comerciante de antigüedades y objetos varios que se dedica también a prestar dinero.
El Golem es un libro difícil de clasificar, asuntos como los misterios cabalísticos, el mundo de lo onírico, el terror y el misterio, tienen cabida en sus páginas. Pero también ciertas reflexiones que se acercan más a lo filosófico que a otra cosa y además el valor testimonial de estar ubicado en una época que corresponde a la renovación del Gueto de Praga, cuando fue demolido para mejorar la salubridad del mismo. Esta época (finales del XIX), era aún un recuerdo reciente para los lectores contemporáneos de la novela.
La novela tuvo mucho éxito, todo un superventas para el momento, algo a lo que no fue del todo ajeno que  fuera trasladada al cine casi de manera inmediata a su publicación.
A pesar de todo lo dicho, tengo que señalar que no es una lectura nada fácil, es más, en ocasiones, sobre todo en la primera mitad, el lector ha de hacer un ejercicio de soberana paciencia y aunque es cierto que tiene pasajes muy conseguidos, sobre todo cuando se trata de crear inquietud y un cierto suspense, a mi hay otros muchos que me han costado dios y ayuda, pasaba hojas sin enterarme muy bien de lo que estaba leyendo. Lo que podría haber sido una apasionante lectura, se transforma en algunos tramos, debido al particular universo creado por el Meyrink, en un verdadero esfuerzo para el lector.



jueves, 20 de junio de 2013

LOCURA DE AMOR

En virtud de las alianzas entre los Reyes Católicos y Maximiliano I, Juana (Aurora Bautista), heredera del trono castellano, contrae matrimonio con el Duque de Borgoña, Felipe de Habsburgo (Fernando Rey).
Él es una persona obsesionada por la caza, no sólo la de animales, sino la de toda moza que se le ponga a tiro. Sus devaneos amorosos y sus ausencias de la corte provocan los celos de su esposa, una mujer entregada a su marido que trata de evitar todo enfrentamiento con él.
A la muerte de la Reina Católica, el trono de Castilla pasa a Juana por disposición testamentaria de su madre, los nuevos monarcas se encaminan a tierras castellanas donde son jurados por las cortes.
Las intrigas palaciegas del señor de Vere (Jesús Tordesillas) que aprovecha la vida disipada del rey para tratar de enfrentarlo con su esposa, van minando el espíritu de esta que se desvía hacia un amor enfermizo. Algunos de los nobles supuestamente amigos de Felipe, tratan de incapacitar a la reina y que el rey consorte quede como regente del reino.


Está basada en una obra teatral de Manuel Tamayo y Baus y fue estrenada a finales de 1948, significando un rotundo éxito de público.
Aunque el fondo de la película es histórico, el guión construye un relato que se aleja bastante de la realidad en algunos puntos.


Cuenta con algunos nombres relevantes de la escena española del momento y subraya una serie de valores muy del gusto del poder político de entonces. 
En una España que vivía aislada y sufría el rechazo de los organismos internacionales, los caballeros flamencos son presentados como un atajo de intrigantes interesados y la corte de la que proceden como un nido de crápulas en la que se vive en una continua fiesta. Por contra, en Castilla, un reino acosado por sus enemigos, residen la virtud y la rectitud, la preocupación por las necesidades del pueblo, la justicia y la defensa de los valores morales y religiosos de la cristiandad.


Yo creo que el film, visto con ojos actuales, está totalmente pasado. Un melodrama que resulta artificial, con un lenguaje grandilocuente y una protagonista que sobreactua hasta hacerse un poquito cargante.
Esplendorosos decorados de Sigfrido Burmann y fotografía de José F. Aguayo acorde con los postulados del film, con imágenes que contrastan los claroscuros y que resaltan el ambiente de melodrama.


Poco más que añadir sobre un film que nos sirve, más que para conocer los hechos en los que está basado, para hacernos una idea de cómo era la España de la época en la que se rodó a través de su lenguaje oculto.




miércoles, 19 de junio de 2013

BREVE HISTORIA DE INGLATERRA

Chesterton pretende, con este libro, hacer un recorrido a base de comentarios sobre una serie de acontecimientos que él considera determinantes en la historia de su país y los hace de una manera original y diferente, consiguiendo un enfoque atípico que resulta muy interesante.
Se aleja de las teorías que ven a Inglaterra como un fruto de la cultura germánica y aún sin negar la importancia que los sajones tuvieron su devenir moderno, defiende la importancia de la romanización y cómo la religión cristiana fue aceptada con entusiasmo por el pueblo.
Sin embargo, el punto central de la obra, lo constituye la interpretación de lo que significaron la Reforma y la Revolución que, para Chesterton, fue el intento llevado a término por parte de la oligarquía para someter a las clases populares, para lo que, entre otras cosas, minaron la influencia de la Iglesia Católica y despojaron a esta de sus posesiones, lo mismo que hicieron con las tierras comunales de los municipios y, finalmente, socavando la influencia del mismo rey, consiguieron el dominio del reino.
Es un libro relativamente breve, que se lee con facilidad y que sin renunciar a la relación probada de los hechos, no pretende ser exhaustivo, ni riguroso, y que se detiene en algunas de las claves de la historia de este país que Chesterton consideraba que habían sido ignoradas en las publicaciones académicas.




martes, 18 de junio de 2013

LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS

Al frente del destacamento español de Baler, al norte de Manila, en Filipinas, se encuentran el capitán Enrique de las Morenas (José Nieto) y el teniente Martín Cerezo (Armando Calvo), que detectan movimientos de la población nativa que les llevan a sospechar el peligro de un nuevo levantamiento como el que había tenido lugar en octubre de 1897 que diezmó a la compañía entonces al mando del joven teniente Mota.
Ante ello deciden atrincherarse en la iglesia, único edificio que ofrece ciertas garantías para una resistencia que puede resultar larga debido a la dificultad de las comunicaciones por tierra con la capital.
En efecto, al día siguiente, comienzan los ataques tagalos que, uno tras otro, son repelidos por los sitiados. La situación se complica a lo largo del tiempo por los estragos causados por el beriberi, causado por la falta de alimentos frescos.
Transcurridos unos meses, en diciembre de 1898, el gobierno español firma el tratado de París, por el que renuncia a la soberanía sobre las Filipinas y pese a que esta circunstancia les es comunicada a los sitiados por las tropas indígenas y por emisarios enviados por las autoridades españolas, el teniente Martín Cerezo que se ha hecho cargo del mando a la muerte del capitán De las Morenas, se resiste a creerlo, pensando que se trata de engaños de los filipinos.
La resistencia se prolongará casi un año.

Conforme advierten los títulos de crédito, el guión está basado en sendos textos literarios: “Los Héroes de Baler”, de Enrique Llovet y “El Fuerte de Baler”, de Enrique Alfonso Barcones y Rafael Sánchez Campoy.
Asimismo, para la reconstrucción de los hechos, se ampara en las notas tomadas por el propio Martín Cerezo.


En esta España de nuestras entretelas, el cine de corte patriótico, para entendernos, tiene mala prensa en ciertos sectores por razones obvias, pero opino que no deberíamos quedarnos en los extremos y ser más prudentes a la hora de analizar cada una de estas películas, pues bien es cierto que algunas de ellas son tan descaradamente sesgadas que provocan cierta repulsa, cuando no simplemente vergüenza ajena.
Yo creo que no es el caso de este film, al que se le pueden discutir sus cualidades técnicas, carencias aumentadas por las condiciones de penuria que tampoco daban para grandes alardes; su no demasiado lograda ambientación y otras cosas por el estilo, pero aparte de eso, tampoco le veo yo nada tan exagerado que lo haga execrable y menos en comparación con películas de la época y de temática similar rodadas en otros países, donde el orgullo patrio por sus gestas heroicas sale a relucir y se arrima el ascua a la sardina de quien gobierne en aquel instante.


La gesta de Baler es uno de los escasos acontecimientos bélicos de repercusión internacional de los que podemos estar orgullosos en los últimos cien años, pues hay otros posteriores que sólo contentan a media parte de la sociedad porque están relacionados con la Guerra Civil.
Y repercusión internacional tuvo, quizá porque, de manera tangencial, EE.UU. estuvo presente en los hechos, tanto por la intervención del buque Yorktown, que intentó rescatar a los sitiados, sufriendo algunas bajas en el infructuoso intento, como porque la defensa de Baler se estudió durante algunos años en West Point.


La película es bastante fiel a lo que allí sucedió, hay cosas que nos cuenta que nos pueden parecer inventadas por los guionistas y fueron tal cual nos las relatan o muy parecidas.
Lo que podríamos llamar la parte dramática, trata de compensarla la película con la historia de amor entre Tala (Nani Fernández) y el soldado Juan Chamizo (Fernando Rey) y también con las escenas de humor protagonizadas por la tropa española, con el cabo furriel Pedro Vila (Manolo Morán) a la cabeza, enlazando un chascarrillo tras otro.
La música, que firma el maestro Parada, me parece de lo mejorcito del film, además de las composiciones hechas para la película, que subrayan muy bien los momentos de tensión y el carácter épico de algunas escenas, incluye aires populares españoles y filipinos, villancicos, canciones regionales y, por supuesto, la magnífica canción Yo te diré, con letra de Enrique Llovet y música de Jorge Halpern.
Una escena, la de Nani Fernández cantando la evocadora melodía mientras la cámara hace un travelling sobre los rostros ensimismados de los soldados españoles, que forma parte de todas las antologías del cine español y que sigue emocionando a quien la escucha.


Amparada en un magnífico plantel de actores, quizá el film no acaba de sacar todo el partido que podría a la historia central en sí, ni a las otras más particulares, como la relación entre el español y la nativa.


La película tiene algunas escenas, como la del inicio, cuando el correo es tiroteado por los tagalos en la espesura de la selva o alguno de los enfrentamientos armados, que nada tienen que envidiar a los buenos filmes de aventuras.
Una aventura, la de estos españoles dejados de la mano de Dios, que nos habla del cumplimiento del deber hasta sus últimos límites y de una gesta que ha quedado para la historia, algunas de cuyas escenas aún consiguen ponerle a uno los pelos de punta por la emoción al evocar a aquellos soldados a los que las autoridades tampoco trataron demasiado bien que digamos, pero que han quedado en la memoria colectiva como último bastión de un imperio en el que no se ponía el sol. Su historia es la la dignidad y el orgullo frente a la adversidad y el abandono.




sábado, 15 de junio de 2013

ORTODOXIA (G.K. CHESTERTON)

Si queremos cambiar el mundo, actitud propia de los que aman la Creación y desean quitar de ella lo que está mal, consecuencia de la Caída, hay que establecer un ideal, una meta.
Una vez más, Chesterton se asombra al comprobar que el cristianismo ofrecía ese ideal que nuestro autor buscaba. El Creador tiene un proyecto para el hombre. En el jardín del Edén Adán y Eva arruinaron tal proyecto, pero el ideal sigue fijo y en lo alto. El libre albedrío de la criatura humana y la ayuda divina de la gracia hacen posible que nos esforcemos en pos de la perfección del hombre, que sólo en Dios alcanzará su plena realización. Por eso, para Chesterton la vida se configura como una aventura, como una novela abierta —la novela es un producto cultural de la civilización cristiana, y sería imposible que se desarrollase en la civilización del determinismo budista—. Por eso la ortodoxia cristiana, lejos de ser una rémora conservadora y estática, es una fuerza revolucionaria que pretende realmente cambiar el mundo. Los conservadores son los escépticos, los progresistas y los evolucionistas, que conciben un mundo ya predeterminado, al que no se le puede mejorar.
Es éste uno de los libros más representativos de G. K. Chesterton y probablemente su mejor ensayo. Una especie de autobiografía espiritual y vagabunda que completa lo iniciado en su libro Herejes.



viernes, 14 de junio de 2013

IVÁN EL TERRIBLE

Iván IV (Nikolai Cherkasov) es coronado como archiduque de Moscú por el Metropolitano de la ciudad, pero sus ambiciones no paran ahí, él desea ser reconocido como zar de todas las Rusias.
Está casado con Anastasia Románovna Zajárina (Lyudmila Tselikovskaya), que influye de manera notable en sus decisiones, una de las cuales es liberarse del poder de los boyardos, la nobleza terrateniente del país, formando su propio cuerpo armado, los streltsí, cuyos miembros serán recompensados con parcelas de tierra, con la finalidad de fortalecer el poder del monarca frente al de la gran aristocracia, además de reorganizar y modernizar el ejército.
Al tiempo que se enfrenta a los manejos de su tía y al descontento de los boyardos que ven en peligro su influencia, ha de acabar con algunos desórdenes, incluidos los incendios que destruyeron distritos enteros de Moscú, en los que murieron miles de personas, por otra parte, comienza su política expansiva, cuyo primer objetivo en la conquista de Kazán, en 1552. La muerte de su esposa en 1560 le sume en un estado de desesperanza, su crueldad se agudiza y aparecen los primeros síntomas psicopáticos.


Aunque estrenada en 1944, la película fue rodada algunos años antes, cuando comenzaba la II Guerra Mundial y empezaba a vislumbrarse la magnitud de lo que aquel conflicto iba a suponer.
Rusia necesitaba héroes y el propio Stalin impulsa este proyecto que se lleva a cabo con medios precarios y que se convierte, por un lado, en una obra de estilizada factura y, por otro, en un panfleto político alrededor de la figura del zar Iván, en lo que casi todo el mundo ve como un enaltecimiento del propio Stalin.
Clarísimas las referencias cuando nos retrata la soledad del mandatario, su desconfianza en todos los que le rodean, las traiciones de algunos personajes cercanos al poder y su firme convencimiento de que es el elegido para conducir a su pueblo a la victoria.


La película no es fácil, quiero decir que habrá personas a quienes su ritmo y su lenguaje quizá les parezcan incluso aburridos. Cierta lentitud en la narración y la ausencia de escenas de acción que quedan reducidas a la conquista de Kazán, con unos soberbios planos del avance del ejército ruso, hacen que la película quede quizá un tanto teatral, impresión que se acentúa por la sobreactuación de los intérpretes.
Sin embargo, para quien sepa apreciarlo, todas esas expresiones, las miradas, la gestualidad exagerada, hacen que el film pueda seguirse prácticamente sin necesidad de mayores explicaciones ni texto aclaratorio.


Eisenstein sigue basando gran parte de su trabajo en el montaje, hay veces que se observa que la cámara apenas se mueve y toda la sensación de acción se consigue a través del montaje de los planos.
Muy llamativas las escenas en las que utiliza la iluminación para mostrarnos las sombras agrandadas de Iván y la sensacional actuación de Nikolai Cherkasov que nos transmite con sus miradas desencajadas toda la paranoia de este hombre que tuvo en sus manos la vida y la muerte de sus súbditos.




jueves, 13 de junio de 2013

LA AUSENCIA DEL SEÑOR GLASS

Se encontraron con una catástrofe silenciosa. Nadie que la viera, aunque sólo fuese un segundo, podría dudar de que la habitación había sido el escenario de alguna impactante pelea entre dos personas o quizá más. Había naipes dispersos sobre la mesa o desparramados por el suelo, como si se hubiera interrumpido una partida. Copas de vino en una mesita auxiliar y una tercera, hecha trizas, como una estrella de cristal, sobre la alfombra. A pocos pies de ella había lo que parecía un cuchillo largo o una espada corta, recta, pero con un puño muy adornado y pintado. Su hoja apagada recibía un brillo grisáceo de la deprimente ventana que había detrás, por la que se veían los negros árboles contra la plomiza línea del mar. Un sombrero de copa había rodado hacia el extremo opuesto de la habitación, como si alguien se lo acabara justo de quitar, tanto que uno tenía casi la impresión de que seguía rodando. Y detrás de él, en la esquina, tirado como una bolsa de patatas, pero atado como un baúl facturado, yacía el señor James Todhunter, con una bufanda tapándole la boca y seis o siete cuerdas anudadas en torno a los codos y los tobillos. Sus ojos castaños estaban llenos de vida y se volvieron hacia ellos con expresión alerta.
Esta es la situación que se encuentra el Padre Brown, el peculiar sacerdote/detective y que resolverá, como es característico en él, apoyándose en deducciones lógicas sencillas, tomadas de la vida misma, más que en detalles científicos, como hace el personaje de Conan Doyle, Sherlock Holmes, al que, por cierto, Chesterton leía con gusto y admiración, de hecho, en este relato, nos presenta al investigador Orion Hood, un claro remedo del detective de Conan Doyle.
El relato corto, se incluyó como uno más en el libro La sabiduría del Padre Brown, publicado en 1914.





miércoles, 12 de junio de 2013

VIDA Y MUERTE DEL CORONEL BLIMP


Sobre todo al comienzo de la II Guerra Mundial, la defensa civil juega un importante papel en Gran Bretaña y, más concretamente en el área metropolitana de Londres, el General Clive Candy (Roger Livesey) se encarga de organizarla.
La acción comienza cuando un destacamento de esta organización recibe órdenes para simular un ataque que debe comenzar a media noche. Pero el jefe del mismo, decide adelantarse, ya que el general le ha pedido verosimilitud en el ejercicio, decide que si fuera el enemigo no respetaría las reglas, así que por qué esperar a la media noche.
Como quiera que conoce todos los planes del general, gracias a que la chófer de Candy es su novia, sabe que lo encontrará en su club desprevenido. Hacia allí se dirige el grupo de defensa civil y detienen al general y a parte de su estado mayor.
Candy considera una ofensa que hayan desobedecido la orden de esperar a media noche y además, el jefe de la patrulla le llama viejo. En este punto comienza un largo flasback, iremos conociendo la vida del militar desde sus tiempos de joven capitán recién llegado de permiso desde Sudáfrica, donde ha participado en la guerra de los boers, hasta la actualidad.



El duo de directores que figura al frente de los créditos del film, Michael Powell y Emeric Pressburger, comenzaron sus esporádicas colaboraciones en 1939, no son ese tipo de cineastas de los más conocidos, pero son de los mejores, películas como ésta o Las zapatillas rojas, son de esas que quedan en la memoria como bocados exquisitos.


Aunque el tema de la guerra y el ambiente castrense está presente en todo el film, no vemos batallas como tales, sino a través de sus terribles consecuencias de dolor, muerte y destrucción.
Además nos encontramos con situaciones tangenciales que se viven en la milicia, la camaradería, el respeto al enemigo...


La biografía del personaje de Clyde, retrata la evolución de este hombre, desde un joven arriesgado, valiente y aventurero, hasta el anciano general, representante de un mundo que ha quedado obsoleto. La guerra ya no se hace entre caballeros, le dice otro de los personajes en una de las escenas y ese cambio de conceptos es el que Clyde no ha asumido, no ha sabido evolucionar y sigue anclado en sus creencias, algo que llevará a que, al principio de la II Guerra Mundial, sus superiores decidan devolverle a la reserva, pues cuando le llaman para un programa radiofónico en el que debe dar una especie de discurso, se dan cuenta de que sus ideas no concuerdan con la sucia realidad de un enemigo despiadado y que no respeta ninguno de los postulados de ese arte de la guerra que continúa vigente sólo para Clyde y otros como él.


Rodada en un maravilloso Technicolor de un precioso cromatismo, a pesar de los engorros que suponía usar esta técnica, no fue un film de alto presupuesto.
Los actores están sensacionales, con ese aire que nos hace apreciar la experiencia teatral que traen como bagaje tantos actores británicos, una soltura y un saber hacer que sólo se aprende tras muchas horas de escenario. 
Magnífico el trío protagonista, con un Anton Walbrook que ya había colaborado en el mencionado Las zapatillas rojas con estos realizadores y una soberbia Deborah Kerr interpretando tres papeles, las tres mujeres que marcarán la vida del general de manera sucesiva.
Muy conseguida la ambientación, cuidando los detalles y con algunas escenas soberbias en este aspecto.


La película es una suerte de viaje sentimental que comienza con la visita de Clyde a Berlín contraviniendo los consejos de los diplomáticos británicos con los que consulta.
El entonces capitán ha recibido una carta de una tal Edith Hunter (Deborah Kerr) que trabaja como institutriz en Alemania en la que denuncia la campaña de calumnias que algunos agitadores germanos vierten a la opinión pública sobre las campañas bélicas británicas, con el fin de presentarlos como gente despiadada e ir creando un estado de opinión en su contra.


Estando en Berlín, por una serie de circunstancias, acaba batiéndose en duelo con el oficial alemán Theo Kretschmar-Schuldorff (Anton Walbrook), un duelo entre caballeros y comienza aquí la parte más emotiva para los aficionados al cine bélico e histórico, pues asistimos a los preparativos del desafío, con toda esa parafernalia heredada del siglo XIX, discusión de los detalles, etc. Todo muy en plan caballeroso, hasta llegar al duelo en sí, en el gimnasio del Regimiento de Ulanos, con una de las secuencias más bonitas del film, que nos detalla las primeras estocadas cual coreografía de ballet, mientras la cámara asciende hasta conseguir un plano cenital y huir de manera elegante a través del techo acristalado. El resultado del duelo es lo de menos, aunque de él salen heridos los dos contendientes que son trasladados al hospital donde, durante el periodo de convalecencia, se fragua una sólida amistad que perdurará a lo largo del tiempo.


La base del film, con todo, no son los actores (repito, a gran nivel), ni las imágenes (algunas de gran calidad), es el texto, los diálogos, alguno de ellos extenso para lo que se lleva ahora. Es una maravilla, las reflexiones sobre el devenir del mundo en general y de la guerra en particular; los intercambios de opiniones entre el oficial alemán y el británico; la defensa sin tapujos, pero sin agresividad de la igualdad de sexos; salpicado todo ello con verdaderas delicias de ese llamado humor británico.


¿Por qué el film no le gustó a Churchill? Hay versiones, desde la que defiende que se veía reflejado en cierto modo, hasta la que expone que de veras y simplemente, no le gustaba el tipo de mensaje que desprendía. El caso es que el entonces premier, luchó con uñas y dientes para que no se rodase. Desde denegar el permiso pertinente a Lawrence Olivier, que servía en el ejército y no pudo protagonizar la película, hasta negar el uso de cualquier instalación militar.
La película está rodada cuando la guerra no ha terminado, es más, ni siquiera se ha decantado claramente del lado aliado y si bien es cierto que destila un aroma de exaltación de lo británico (como no podía ser menos), habla de respeto hacia los enemigos, sobre todo hacia el soldado que entrega su vida aunque sea por ideales equivocados.
Incluso en la acertada e inteligente crítica al nazismo, no deja escapar la responsabilidad del resto de los paises, incluído Reino Unido, que miraban para otro lado hasta la invasión de Polonia.


Considerada por muchos aficionados entre las mejores películas británicas de todos los tiempos, es, para mi gusto personal, uno de esos films que yo pongo fuera de lista, ahora que se lleva tanto hacerlas, porque está en otra dimensión, son films hechos elegantemente, algunos de ellos difíciles de clasificar en una de las categorías habituales y de los que emana ese aroma que nos hace sentir, cuando llega el final, que hemos visto una verdera obra maestra.




martes, 11 de junio de 2013

EL HOMBRE QUE FUE JUEVES

Gabriel Syme, un peculiar policía con aficiones poéticas, se infiltra en una organización anarquista de la que, por ironías del destino llega a formar parte de su cúpula directiva, integrada por siete hombres que llevan como nombre clave el de un día de la semana. El Domingo, jefe de la organización, un hombre envuelto en el misterio, va probando a los miembros de esta especie de consejo supremo involucrándoles en peligros inexistentes que parecen muy reales y que les van desenmascarando y revelando la verdadera personalidad que se esconde bajo la fachada que oculta a cada uno.
Bajo la apariencia de una novela de misterio, el británico G. K. Chesterton nos plantea una serie de paradojas que se acercan más a la filosofía. Desde el mismo argumento global, en el que un grupo anarquista que pretende acabar con el orden establecido y sin embargo está perfectamente estructurado desde su cúpula, las paradojas se van sucediendo a través de las situaciones y personajes, simbólicos de los que nos encontramos en la vida misma.
La crítica contra el anarquismo, doctrina muy en boga en la época, es evidente, y Chesterton lo hace con su peculiar estilo cargado de ironía, identifica la anarquía como un medio para satisfacer a las clases altas, no con la búsqueda de las necesidades del pueblo. Los ricos se quejan por el mero hecho de ser gobernados, no quieren que nadie les mande, en cambio los pobres se quejan simplemente por el mal gobierno, deseando un gobierno justo que pueda solucionar sus problemas.
Pero además de esto, incluye aspectos filosóficos y metafísicos con un peculiar enfoque psicológico y unos maravillosos diálogos.



lunes, 10 de junio de 2013

MURIERON CON LAS BOTAS PUESTAS

George Armstrong Custer (Errol Flynn), ingresa en la academia militar de West Point, porque considera que la carrera de las armas es el mejor camino para adquirir la gloria.
Participa en algunos combates en la guerra civil, donde demuestra su extravagante personalidad, por un lado no se atiene a las órdenes y por otro, gracias a su arrojo y valentía, la tropa le sigue ciegamente y se apunta éxitos que otro no hubiera logrado.
Acabada la contienda se casa con su prometida Elizabeth Bacon (Olivia de Havilland),pero su alejamiento del servicio activo le hace refugiarse en el alcohol de manera preocupante, hasta que las tensiones que se viven en la frontera india favorecen que sea llamado para ponerse al frente de un destacamento.



Para aceptar que una obra de arte trueque la realidad histórica, ha de ser algo que se salga de lo común y que alcance la categoría de eso, de obra de arte.
Raoul Walsh consigue un film donde, lo que menos echa de menos el aficionado al cine es si aquello que le están contando sucedió así o fue de otra manera, porque está asistiendo a algo que valora más por el espectáculo que por lo que le están contando.


Rodeado de un gran equipo de profesionales y con una pareja protagonista que ha pasado a la historia, Walsh nos relata una historia de amor muy bien contada y unos pasajes épicos que nos emocionan, pasando de una a otra sin que nos demos cuenta.
La película tiene mucho de comedia, de hecho, gran parte del comienzo es pura comedia, pero a lo largo del ella hay muchos otros episodios, lo que ocurre es que están muy bien dosificados e hilvanados con maestría en el conjunto de la historia.
Magnífica banda sonora mezcla de pasajes líricos con otros que podríamos llamar épicos, en los que cobra especial relevancia el tema de la mítica cación del 7º de Caballería: "Garry Owen"


La película es una idealización de la figura del general Custer, es cierto, puede que sea interesada, pero que sepa también el público que algunas cosas que parecen increíbles e inventadas, sucedieron en realidad, como por ejemplo que pasara directamente de capitán a general, aunque no fue debido a un error, como nos dice el film, sino por circunstancias de la guerra y eran nombramientos provisionales.
Pero tampoco es menos cierto que la película es de las que emocionan y que tiene escenas realmente notables. Quizá el recuerdo de la mayoría esté en las cargas y batallas, o en las escenas entre humorísticas y románticas de Flynn y Olivia de Havilland, pero yo de esta película, siempre recordaré la escena en que los caballeros del sur se retiran de West Point a las órdenes del entonces capitán Lee a los acordes de Dixie.