En plena Guerra Civil Española, como otra de las iniciativas de colaboración entre el General Franco y Adolf Hitler, Alemania invita a un grupo de cineastas españoles cercanos al nuevo régimen a rodar la doble versión, alemana y española, del drama musical de ambiente andaluz «La niña de tus ojos», en los estudios de la UFA en Berlín.
El director Blas Fontiveros (Antonio Resines) capitanea la reducida troupe de españoles y el equipo inicia su rodaje en el Berlín hitleriano. Pronto descubren que han escapado de una guerra para caer en otra, que la hospitalidad del ministro alemán de propaganda Joseph Goebbels (Johannes Silberschneider) tiene mucho que ver con los encantos juveniles de la actriz Macarena Granada (Penélope Cruz) y que los únicos extras con aspecto andaluz que se pueden encontrar en Alemania son gitanos y judíos de un campo de concentración. Es entonces cuando comienza a despertarse en todos ellos la duda de si la vida no es más importante que una película.
En 1938, fruto de la colaboración entre el gobierno de la España franquista y las autoridades nazis alemanas, se rodó en Alemania la película Carmen la de Triana, bajo la dirección de Florián Rey y protagonizada por Imperio Argentina, con Rafael Rivelles, Manuel Luna o Alberto Romea, entre otros, en el reparto. Lo más llamativo es que simultaneamente, con la misma historia, el mismo reparto, pero con equipo técnico alemán, se rueda Andalusische Nächte, la versión alemana de la película española.
Este hecho curioso y con algo de surrealista, es lo que inspira a Fernando Trueba para desarrollar la historia de La niña de tus ojos.
Uno puede imaginar lo que pudo suponer para la expedición de técnicos y artistas españoles, amanecer de buenas a primeras en los estudios de la Universum Film AG (la UFA), con los medios que tenían entonces, tan alejados de lo que había en el cine español, ya no digamos en el llamado bando nacional, donde prácticamente no había nada. Eso sí está bastante bien recreado en la película. El resto, forma parte de la historia que se inventa Trueba para su film.
Bien sabemos, él lo dejó patente al recoger su Oscar por Belle époque, la admiración del madrileño por Billy Wilder, algo de cuyo estilo podemos rastrear en este film, sin que yo quiera establecer comparaciones para que nadie se me tire al cuello (seguramente con razón). De lo que no cabe duda es de la tremenda dificultad para hacer una comedia sobre unos hechos que se desarrollan en un momento y en una situación demasiado trágica y, yo creo, que Trueba lo logra, pues sin renunciar a mostrarnos toda la realidad de la barbarie nazi, sus despropósitos y crueldades, consigue, al tiempo, dotar de humor, a veces negro, a la narración del film, con algunos momentos de cierto brillo en algunas parodias. Quizá el momento más conseguido a la hora de caricaturizar los desmanes del régimen nacionalsocialista, sea el que protagoniza el actor falangista (interpretado por Jorge Sanz), sometido a torturas y a punto de ser fusilado al confundirle con el prófugo judio. Como dice su personaje: "con lo fascista que yo era".
Hay varias cosas de las que se puede hablar y sobre las que reflexionar en este film, pero yo me quedo con alguno de los secundarios, todos los cuales tienen su momento y, en especial, con Rosa Mª Sardá, en su papel de vieja estrella, ya en el ocaso de su carrera, descreída, borrachina y de vuelta de todo, sarcástica y poniendo los puntos sobre las íes con un tono entre humorístico y despiadado. Un personaje muy conseguido a pesar del poco peso que tiene el conjunto.