"El camino" cuenta la historia de un niño de 11 años, Daniel "El Mochuelo" (Fernando Aguilera), quien el día antes de dejar su pueblo para irse a un internado en la ciudad recuerda su infancia y las historias de los habitantes del valle en el que se ha criado. Son recuerdos alegres pero, a la vez, amargos, ya que a través de esa sucesión de imágenes el joven Daniel se despide no sólo de sus amigos y de sus vecinos, si no también de su propia niñez. Contó con una versión de 90 minutos que fue premiada en el Festival de Praga.
Basado en esta novela de Miguel Delibes, TVE estrenó en 1978 una serie de 5 capítulos dirigida por Josefina Molina que, en principio se ajusta bastante al libro, con unas transformaciones que responden en mayor medida a criterios estéticos, dramáticos y de puesta en escena.
A diferencia de la novela, donde el orden de las anécdotas está alterado, la serie ha optado por la linealidad de las historias. Una historia: un capítulo, que tiene principio y final, o como máximo continúa en el siguiente. Cada episodio atiende a una estructura narrativa clásica de presentación, nudo y desenlace, que no ofrece la novela. Con ello gana en claridad expositiva exigida por la propia naturaleza del texto audiovisual, que permite que el espectador comprenda lo que está viendo y al mismo tiempo no se pierda nada de lo que enriquece el relato. Así pues, la serie va tomando fragmentos de diversas partes de la novela, rompiendo por completo la sucesión de acciones que existe en el texto literario y concentrando en una misma escena acciones procedentes de espacios y tiempos muy diversos. En definitiva el texto audiovisual proporciona una sucesión temporal a los acontecimientos que en la novela se iban perfilando saltando de unos hechos a otros según el punto de vista y los recuerdos que evocaba Daniel. A pesar de la autonomía de las anécdotas, Josefina Molina se vale de ellas para ir hilvanando la historia. Para dar coherencia y cohesión al relato.
En la recreación de los espacios, se cuidó hasta el más mínimo detalle. Por ello se trasladó el rodaje hasta el lugar donde Delibes había situado la acción. Se cuidó tanto este aspecto que incluso el sonido es directo.
Aunque es una magnífica adaptación el lenguaje audiovisual adoptado no logra transmitir la emoción del lenguaje de Delibes, posiblemente por lo difícil que es trasladar la riqueza narrativa del vallisoletano a otro medio que el escrito. Aún así el propio Delibes dio el visto bueno a la visión de Josefina Molina, por la sensibilidad con la que trató su obra y que se vio plasmada en la recreación de ese mundo rural tan propio del autor.
Con el paso del tiempo, cobra además, un alto valor testimonial su puesta en imágenes, recordemos que estamos hablando de una novela escrita en 1950 y si algo tiene la serie es una buena ambientación. Como quiera que nos habla de un mundo que ya ha desaparecido como tal, ya que la vida en los pueblos no es como entonces y muchas de las imágenes tienen ese añadido de documento, porque algunas de ellas incluso parecen de documental, recuerdo ahora la boda de Quino (Juan Santamaría) y Mariuca (Enriqueta Carballeira), rodada cámara en mano que parece tal cual, el vídeo doméstico de una boda, además las personas que cantan coplas o bailan, son gente de pueblo, no actores profesionales.
Desde este punto de vista la serie de televisión es una creación audiovisual de calidad, que además nos permite, por su fidelidad a la novela, acercarnos a la obra de Delibes haciéndonos una idea muy fidedigna de la historia y de la intención del libro.