Con el encanto que tienen todos estos films de la primera época del sonoro, es evidente que la importancia primordial de esta peli es que está codirigida por un tal Samuel Wilder, en adelante Billy Wilder, como es y será conocido por los siglos de los siglos en este maravilloso mundo del celuloide.
"Mala semilla", que es en realidad la traducción que corresponde al título original y que refleja bastante mejor, a mi parecer el espíritu de la película, pero como tantas veces, su versión en castellano lleva uno que parece puesto para lucimiento de alguien que, en lugar de lucirse, ha derrapado.
A pesar de que el cine llamado sonoro llevaba ya bastante tiempo en las pantallas, aún conserva el film algunos de los tics de la época muda, pero con la probabilidad de que así sea, ya cuenta quien se dispone a ver una película fechada en estos años (esta es de 1934).
"Mala semilla", que es en realidad la traducción que corresponde al título original y que refleja bastante mejor, a mi parecer el espíritu de la película, pero como tantas veces, su versión en castellano lleva uno que parece puesto para lucimiento de alguien que, en lugar de lucirse, ha derrapado.
A pesar de que el cine llamado sonoro llevaba ya bastante tiempo en las pantallas, aún conserva el film algunos de los tics de la época muda, pero con la probabilidad de que así sea, ya cuenta quien se dispone a ver una película fechada en estos años (esta es de 1934).
Rodada en Francia, con un escaso presupuesto, lo que llevó a sus autores a suprimir prácticamente las escenas de estudio y rodar casi íntegramente por las calles de París y en un garaje, la historia es una mezcla de estilos, desde la comedia, hasta el romanticismo; con toques de drama social y cine negro y grandes dosis de mensaje moralizante.
Todo ello sin olvidarnos del valor documental que tiene, una vez que que han transcurrido tantos años, pues en ella hacemos un recorrido por el París del momento, igual que, aunque de forma fugaz, por algunos pueblos. Vemos las avenidas, las gentes que deambulan, la forma de vestir, los edificios..., todo tal cual era en aquella época.
Más si en algo se ve reflejada la época del rodaje, es en el desfile, casi a modo de catálogo, de automóviles, con variedad de marcas (Buick, Studebaker, Ford, Renault, Citröen, Hispano-Suiza....) y de utilidades, pues nos muestra autobuses y coches de reparto, además, claro está de lo que hoy llamaríamos turismos.
Es evidente el atractivo que suponían los automóviles para Wilder, de lo contrario hay cosas que no se explicarían del todo bien y no me refiero sólo a las persecuciones, que están muy logradas y transmiten sensaciones de emoción y verosimilitud, sino a algunos de los detalles considerados menores y que sólo alguien que sabe o a quien le gusta ese mundo, es capaz de retratar tal y como se hace en esta peli.
La cuestión social, de la que he hablado, queda reflejada tanto en el mundillo, divertido, por un lado, pero poblado por desheredados y rufianes en el que se mueve la banda de ladrones, empujados hasta donde están por la mala situación económica del momento.
La película nos los presenta como personas que roban sólo a los ricos para sacarse unos francos con los que ir tirando, pero dirigidos por un auténtico bellaco, un ganster en toda regla que además los tiene explotados. Precisamente el protagonsita hará de abogado de causas perdidas y conciencia social de estos pobres pelagatos, haciéndoles ver que se están aprovechando de ellos y saliendo en su defensa, lo que le acarreará los problemas que van a dar lugar a que se decida a cambiar de aires.
El señorito, vago y vividor, que disfruta de la vida a costa de papá, irá tomando conciencia de que su futuro ha de ir por otros derroteros cuando choca con esa realidad representada por esta pobre gente y cuando se enamora. Ambas situaciones darán lugar a un cambio en su actitud y a un final melodramático, con mensaje moralizante de que hay que ser bueno y que los malos lo acaban pagando y, por otro lado, la búsqueda de nuevos horizontes, lejos de su país, en compañía de su amada.
A esta situación, se le pueden encontrar todos los paralelismos que se quieran (y más), con la del propio Wilder, que había salido por pies hacía Francia, huyendo de la barbarie nazi y que se encontraba en París en unos momentos de transición de su propia vida, hasta que acabó dando el salto a Hollywood, donde se labraría la brillante carrera que todos conocemos.
Interesante film que, a pesar de los años, se ve sin que resulte pesado, pues tiene bastantes dosis de modernidad, acompañado de una buena banda sonora, con una historia que resulta entretenida y con detalles técnicos de gran altura. No sólo las persecuciones, sino los simples paseos en automóvil están magníficamente conseguidos. Lo mismo cabe decir de algunos de los encuadres, tanto en el garaje en el que se rodó parte del film, como las escenas de baño o el precioso plano que se ve en la imagen de más arriba, en el que la pareja protagonista va en un camión de paja y cuando el encuadre se abre, va apareciendo el mar que les llevará a su nueva vida.