martes, 31 de marzo de 2020

BERLÍN ALEXANDERPLATZ

Franz Biberkopf, sale de la cárcel después de una condena por homicidio dispuesto a convertirse en un hombre honrado. Venderá periódicos, pero acaba acudiendo a las malas compañías de antes, una pandilla de ladrones que se dedican a robar en almacenes para revender el producto de sus rapiñas. Tras el primer golpe en el que participa, uno de sus compinches, con la disculpa de creerle un delator, le empuja desde el coche en que huyen y es atropellado por otro auto que viene detrás, perdiendo un brazo como consecuencia del incidente. Franz parece encontrar de nuevo la paz, pero la vida está empeñada en negársela.
La novela, publicada en 1929, es considerada como un hito de la novela moderna y uno de los referentes de la literatura alemana de todos los tiempos. En sus más de 500 páginas, Alfred Döblin deja testimonio del Berlín de la época de entreguerras, extrapolable en muchos aspectos a muchas otras sociedades europeas del momento, sobre todo en lo que respecta al retrato de las clases desfavorecidas, la denuncia social, los juicios políticos o el temor ante el inminente triunfo del nacionalsocialismo. Además de su prosa rica en matices, juegos de palabras y enriquecedores diálogos, de cuando en cuando se trasladan literalmente todo tipo de documentos de la época: recortes de periódico, prospectos de medicamentos, anuncios, precios de lonjas y mercados, estadísticas de todo tipo, carteles callejeros... Todo ello integrado en la narración hábilmente y constituyendo un documento valioso de la vida diaria de las gentes de la época. Una época no tan lejana como pudiera parecer, de manera que muchos de sus juicios, de sus pareceres e incluso de las lecturas o dobles lecturas que puedan extraerse, siguen teniendo pleno vigencia hoy día.



lunes, 30 de marzo de 2020

SAMURÁI II (DUELO EN EL TEMPO ICHIJOJI)


Tras años deambulando por caminos y lugares en busca de labrarse una reputación como el mejor Samurai de Japón, Takezo (Toshirô Mifune) regresa a Kioto, capital del Japón medieval.
Otsu (Kaoru Yachigusa) le espera, pero no ha venido por ella sino para desafiar a Seijuro Yoshioka (Akihiko Hirata) el líder de la mejor escuela de la región en el arte del Kendo. Para demostrar su valor y habilidad, camina deliberadamente hacia una emboscada tendida por los seguidores de la escuela. Mientras Otsu espera, Akemi (Mariko Okada) también le busca, expresando abiertamente sus deseos. Mientras tanto, Takezo es observado por Sasaki Kojiro (Kôji Tsuruta), un joven y brillante luchador que está seguro de poder destronar a Takezo. Después de dejar Kioto triunfante, Takezo declara su amor por Otsu, pero de una manera que la deshonra y la avergüenza. Una vez más, se va solo.


Esta es la segunda película de una trilogía basada en la novela Musashi de Eiji Yoshikawa. Si bien la primera entrega siguió casi al pie de la letra la historia de la novela, la trama de la segunda película varía mucho del original. En la película, Musashi se enfrenta a Seijuro, pero simplemente lo tira al suelo y luego lo deja ileso, mientras que en el libro, Musashi le rompe el hombro con una espada de madera y, posteriormente, Kojiro le amputa el brazo.


Con una extraña luz, debido seguramente a que la mayoría de las secuencias transcurren de noche, que hace que la película tenga un brillo llamativo. Prácticamente toda la trama transcurre alrededor del duelo que se produce al final, con idas y venidas de los personajes que, en ocasiones se nos antojan redundantes y hacen que la narración transcurra con cierta lentitud.
Vamos viendo la evolución personal del protagonista en busca de valores más elevados que los de la simple fuerza bruta que le hace ser superior a sus contrincantes. El resto de los personajes, a veces parece fuera de lugar, sobre todo algunas apariciones del joven Kojiro que, en parte de las escenas, no sabemos muy bien qué pinta exactamente, aunque quien haya leído la novela original, sabe que su verdadero momento está por llegar, algo que se intuye en la película.
Creo que esta segunda entrega es algo menos brillante que la primera, pero como film de aventuras, está bastante bien.




domingo, 29 de marzo de 2020

VIDAS CRUZADAS


Mientras los helicópteros rocían cada noche, por encima de sus cabezas, contra una plaga de mosca de la fruta, las vidas de varias personas que viven en Los Ángeles se entrecruzan, algunas casualmente, otras con efectos más duraderos. Mientras salen a conciertos y clubes de jazz e incluso limpian sus piscinas, también mientras mienten, beben y engañan. La muerte misma nunca parece estar muy lejos, incluso en una inocente excursión de pesca.


El guión adapta un volumen que integra nueve historias y un poema, escritas por Raymond Carver, sobre la vida cotidiana de un grupo heterogéneo de habitantes de Los Ángeles.
El extraordinario elenco del film incluye nombres como los de Tim Robbins, Julianne Moore, Robert Downey Jr., Jack Lemmon, Andie MacDowell, Frances McDormand o Jennifer Jason Leigh.


Robert Altman se ha convertido casi en un especialista en esta manera coral de contar historias que tan bien sabe conducir. He leído por ahí críticas que hablan de narración sobre asuntos intrascendentes y que no se profundiza en ninguno de los personajes. Es una manera de verlo, pero es que la cinta de Altman nos habla de cosas aparentemente sencillas, de vidas sin relevancia de personas normales. Cualquiera de ellos podría ser nuestro vecino, no tienen nada de heroico, de brillante o de extraordinario.
Una de las historias, la del niño atropellado, es tremendamente emotiva, quizá la mejor de todas, pero también es la que da pie a la de dos personajes entrelazados con él, uno es su vecina violonchelista, Zoe, interpretado por Lori Singer (ella es violoncelista en su vida real y ha tocado incluso en el Carnegie Hall de Nueva York), una chica sensible y emocionalmente delicada que convive con su madre, una mujer aparentemente fuerte. Zoe acabará trágicamente como consecuencia del impacto que sufre por la muerte del niño. Y otro de los personajes que enlaza con el niño es su abuelo, interpretado por Jack Lemmon. Se acusa al film de introducir el personaje que interpreta, el de Paul Finnigan, para dar cabida al nombre de Lemmon y así dar lustre al cartel. Es cierto que Lemmon es uno de los nombres míticos de la época clásica de Hollywood, pero aparte del placer que siempre se obtiene viéndole actuar, su historia no es ni mucho menos intrascendente, como se ha señalado, sino de una gran profundidad y esconde un tremendo drama interior, lo que ocurre es que resulta menos brillante porque no la vemos representada, sino que nos la cuenta en su largo diálogo con su hijo, una especie de historia circular que discurre entre dos tragedias: La única infidelidad en su matrimonio ocurrió justo el día en que su hijo (con el que ahora habla contándole su historia), ingresó en el hospital a las puertas de la muerte y su esposa no le permitió participar en sus cuidados y ahora reaparece, muchos años después, y justo cuando conoce a su nieto, le encuentra en coma.
El resto de las historias son no menos brillantes, quizá la más atractiva es la del poli abusador, chulo e impresentable que parece que tiene sometida a su esposa y vamos descubriendo que ésta no es tan débil como creíamos.
Una película sobre hechos cotidianos, en la que vemos como sus personajes actúan dentro y fuera de sus casas, cargada de realismo, incluso en su lenguaje explícito, con mucho más fondo del que en un primer visionado puede aparentar.




sábado, 28 de marzo de 2020

DOS BUENOS TIPOS

Quienes le conocen probablemente consideran a Holland March (Ryan Gosling), un viudo, ex policía y bebedor, el peor detective privado que pueda existir. Tampoco es el mejor padre de su hija de trece años, Holly March (Angourie Rice), que a menudo tiene que comportarse como el adulto de la familia. Holland engaña a su clientes para sacar más dinero con objeto de llevar a cabo su plan que, aparentemente, nunca se realizará: Proporcionar un techo a su cabeza y la de Holly reconstruyendo su casa incendiada, mientras viven en una casa de alquiler en Hollywood Hills.
Jackson Healy (Russell Crowe), vive literalmente de sus puños, es un matón independiente que defiende los intereses de aquellos que le pagan su tarifa.
Los caminos de ambos se cruzan por una persona en la que tienen mutuo interés, una joven llamada Amelia Kuttner (Margaret Qualley), que contrató a Jackson para protegerla contra dos hombres desconocidos que la han estado siguiendo, y asociada al caso de una mujer desaparecida en el que Holland está trabajando. Es el caso de una actriz porno, Misty Mountains (Murielle Telio), cuya tía le pidió a Holland que la localizara. La tía miope jura que vio a Misty dos días después de que se supiera que murió en un accidente automovilístico.
En última instancia, Amelia también desaparece, Jackson y Holland, deciden unir fuerzas para localizarla, pues probablemente corra peligro de ser asesinada por esos dos hombres, que ahora no son tan desconocidos y por otros que estarán dirigiéndolo todo desde las sombras.


Ambientada en 1977, el guión se basa muy libremente en la novela pulp de 1973, Blue Murder, de la serie Michael Shayne, del prolífico escritor Davis Dresser, quien usó el seudónimo de Brett Halliday para esos libros.


Película en la que se entrecruzan la trama clásica del cine de detectives con la comedia. El papel de Gosling responde al estereotipo que hemos visto tantas veces en el cine de un detective privado borrachín y en horas bajas al que parece que le dan tortas por todos lados, pero, como el resto del film, tratado un poco como caricatura, en plan de sorna de los clichés del género.
Es interesante ver a ambos actores (Gosling y Crowe), fuera de sus papeles habituales, y cumpliendo de sobra, parece que se lo debieron pasar bien en el rodaje, al menos esa impresión transmiten. Al margen, la buena interpretación de la jovencita Angourie Rice y las referencias de la historia a un asunto de mucha actualidad, como es el de la contaminación ambiental y el papel que la industria juega a la hora de apoyar o, como en este caso, intentar frenar el avance de las medidas paliativas para reducir su impacto.
El guión tiene algunos giros interesados y, por momentos, me ha parecido poco consistente, pero en general, como film de entretenimiento, no está mal y resulta divertido en algunos tramos.




viernes, 27 de marzo de 2020

SAMURÁI I (MUSASHI MIYAMOTO)

Dos jóvenes amigos, Takezo (Toshirô Mifune) y Matahachi (Rentarô Mikuni), dejan su pueblo para combatir en la batalla de Sekigahara.
Tras la derrota en el frente, con Matahachi gravemente herido, huyen de las represalias del ejército vencedor y se cobijan en casa de Oko (Mitsuko Mito), una viuda que vive con su hija Akemi (Mariko Okada). Ambas mujeres intentan seducir a Takezo pero son rechazadas. La viuda le dice entonces a Matahachi que Takezo trató de abusar de ella y le convence para que les acompañe a modo de escolta junto a su hija, hasta Kioto. Matahachi, que es muy diferente a Takezo, pronto se deja seducir por Oko y, a pesar de su compromiso con una chica de su aldea, Otsu (Kaoru Yachigusa), decide trasladarse a Kyoto.
Con Takezo pensando que su amigo lo ha abandonado, regresa a su pueblo, donde la madre de Matahachi no creerá su historia y comienza a desarrollar un odio hacia su persona que derivará en una persecución de toda la aldea. Pero Takezo, al que acusan de traidor, es demasiado “salvaje” para que los aldeanos consigan su apresamiento.
Mientras, Otsu, enamorada de Takezo, le ayudará en su huida, en tanto el monje Takuan Soho (Kurôemon Onoe) intentará enderezar y controlar a Takezo.


Primera entrega de la Trilogía Samurái dirigida por Hiroshi Inagaki. Se basa en la novela épica Musashi de Eiji Yoshikawa, que consta de 7 partes. Esta película cubre la primera de ellas, que es poco más del 10% de toda la epopeya.
La película muestra la batalla de Sekigahara en 1600, que marcó el comienzo del shogunato Tokugawa y una nueva era de paz y prosperidad para Japón. El clan Tokogawa sería el último shogunato en gobernar Japón, durante el período Edo de 1603 a 1868, con una duración de 265 años. Si bien Japón tuvo un Emperador durante este tiempo, los Shogunes fueron los verdaderos gobernantes del país durante casi 700 años.
El joven Takezo (que más tarde adoptaría el nombre de Musashi Miyamoto) participó en la batalla de Sekigahara formando parte del bando perdedor de Hideyoshi. En esta batalla se estima que perdieron la vida 70.000 guerreros, aparte de que todos los supervivientes del bando perdedor fueron implacablemente perseguidos posteriormente.
La película ganó un premio honorífico de la Academia de Hollywood, como Mejor Película en lengua extranjera de 1955.


Si nos hablan de una película japonesa, de samuráis, con Toshirô Mifune de protagonista, seguro que cualquiera de nosotros piensa que vamos a ver un film de Akira Kurosawa. No es así en este caso, bueno, ni en este caso, ni en muchos otros. Hiroshi Inagaki fue un realizador japonés especializado, en cierta medida, en el cine sobre la temática samurái, asunto sobre el que realizó docenas de films y, en muchos de ellos, aparece Toshirô Mifune como protagonista o como secundario con un papel relevante.
En este film, vemos a un joven que vive en una aldea, Takezo, de carácter visceral, muy impulsivo, incluso agresivo en algunas circunstancias, pero con un sentido innato de la lealtad y la justicia. El monje Takuan Soho será el encargado de reconducir esos impulsos para convertir a Takezo en un gran samurái.
Con algunas escenas en las que se nos muestran paisajes naturales de gran belleza y una ambientación muy lograda, con secuencias de gran plasticidad en las que contemplamos escenas cotidianas, hermoso vestuario de época y unas breves escenas de combate entre el protagonista y sus perseguidores, estamos ante una película bien construída, con un montaje muy dinámico y entretenida de ver.




jueves, 26 de marzo de 2020

NO ES TAN FÁCIL


Jane (Meryl Streep), madre de tres hijos ya mayores, es propietaria de una cafetería-pastelería en Santa Bárbara. A pesar de estar divorciada desde hace diez años, mantiene una buena relación con su ex marido Jake (Alec Baldwin).
A raíz de los preparativos para la graduación del menor de sus hijos, ambos miembros de la expareja comienzan a tener más contacto del acostumbrado, situación que acabará en una aventura extramarital. Pero, como Jake está casado, Jane se convierte de pronto en "la otra". Y de este embrollo no podrá librarse ni siquiera Adam (Steve Martin), un arquitecto contratado para proyectar la nueva casa de Jane.


La verdad es que la comedia ha sido tachada de simplona, sencilla, previsible y otras lindezas por el estilo.
Yo creo que su guionista y realizadora, Nancy Meyers, es cierto que apuesta por el camino seguro, sin apenas arriesgar, pero por otro lado, introduce alguna novedad respecto al estereotipo de esta clase de comedias, el más importante, a mi modo de ver, la edad de los protagonistas, ya metidos en la cincuentena y una especie de demostración de que el sexo no es solo cosa de jóvenes y que en nuestra sociedad, cualquier edad es buena para buscar el placer con un amante o con un nueva relación.


Debido a que opta por este camino de centrar el relato en persona maduras, no puede echar mano de los guapos y guapas oficiales de Hollywood, pero a cambio busca rostros famosos y de reconocida solvencia sobre los cuales recae el peso del film, bastante bien acompañados por los jóvenes secundarios, sobre todo por un divertido John Krasinski.
Comedia correcta, como lo son las interpretaciones, muy agradable para ver como producto de entretenimiento y que nos traerá alguna que otra carcajada.




miércoles, 25 de marzo de 2020

SPIDER BABY


En una mansión rural en ruinas, la última generación de la familia Merrye, endogámica y degenerada, vive con la maldición heredada de una enfermedad que les hace retroceder mentalmente y que empieza a manifestarse cuando alcanzan los 10 años de edad. A medida que se desarrollan físicamente, su mente va retrocediendo, primero a la infancia y, más adelante, hasta alcanzar el nivel que tenían cuando eran un simple embrión, para acabar por convertirse en una especie de caníbales psicópatas. Bruno (Lon Chaney Jr.), el chófer de la familia, los cuida y encubre sus indiscreciones. Los problemas surgen cuando los codiciosos parientes lejanos y su abogado llegan para desposeer a la familia de su hogar.


A mí la película me trae recuerdos que entremezclan la famosa serie televisiva "La familia Monster" (por cierto, coetánea del film) y las posteriores películas de terror rural que alcanzarían gran éxito en los años setenta, ambientadas en pequeñas poblaciones de la Norteamérica profunda.
Con un tono de comedia macabra y terrorífica, asistimos a la existencia de una peculiar familia, de la que sus últimos miembros continúan una vida activa, por así decirlo. Son dos jóvenes y hermosas hermanas y su hermano que se encuentra ya en un avanzado proceso de deterioro mental. Por ellos vela el chófer de la familia que, en virtud de una promesa que hizo al padre de los muchachos en su lecho de muerte, cuida de ellos en la medida de sus posibilidades.
La familia vive recluída en un destartalado caserón en medio de la nada y todo extraño que por allí se acerca, corre serio peligro de acabar su existencia.


Buen trabajo de los actores, con algunos diálogos ingeniosos y momentos divertidos de humor negro, el film es una pequeña joya del género, con regusto de las películas de serie B, pero con un nivel superior, más si tenemos en cuenta el escaso presupuesto con que contó.
Tuvo muchos problemas para su estreno, al parecer debido a la quiebra de la productora y, posteriormente se llegaron a dar por perdidas todas las copias, hasta que reapareció el original que fue restaurado.
A pesar del tiempo transcurrido, es de esos films que resisten bien el paso de los años y se ve con agrado.




martes, 24 de marzo de 2020

99º ESCUADRÓN DE CAZAS (PILOTOS NEGROS EN LA II GUERRA MUNDIAL)

El 27 y 28 de enero de 1944, una misteriosa unidad de cazas, conocida oficialmente como el 99º Escuadrón de Cazas (Independiente), dejó su primera impronta destacable en combate, y sus ametralladoras escupieron proyectiles que abatieron a doce aviones alemanes. La unidad estaba compuesta por veinticinco pilotos negros, conocidos como los aviadores de Tuskegee, por el campo de Alabama en el que habían recibido entrenamiento.
Los negros habían combatido en todas las guerras estadounidenses desde la Revolución, de los más de doscientos mil que sirvieron con el uniforme de la Unión en la Guerra Civil, habían caído treinta y tres mil. Incluso cuatro regimientos negros combatieron contra los indios, contando dos unidades de caballería conocidas entre los indios de las llanuras como "soldados búfalo" por el supuesto parecido de su cabellera con el pelaje del animal.
En la I Guerra Mundial, sirvieron más de un millón de negros, pero sólo cincuenta mil entraron en combate. El comandante blanco de una unidad negra acusó a sus tropas de "completamente inferiores, holgazanas e indolentes... Si necesita soldados de combate, y sobre todo si los necesita con urgencia, no pierda el tiempo con los negros".
En septiembre de 1939, servían en el ejército estadounidense menos de cuatro mil negros; transcurridos más de dos años, la Armada contaba con tan solo seis marineros negros (por supuesto, sin contar a los camareros, que de esos había unos cuantos más). Una normativa de siete puntos aprobada por la Casa Blanca en 1940 comenzaba con una premisa que parecía tener cierta lógica: "el personal negro del ejército, será proporcional a la población en general (en torno al 10%), pero finalizaba con una frase demoledora, signo de la intolerancia de los tiempos: "Se mantendrá la segregación racial". La discriminación seguía siendo la norma en los cuarteles militares. Los supervisores de prisioneros de origen alemán o italiano (que eran personal civil), podían utilizar el economato de Fort Benning (Georgia), los soldados negros del ejército de los EE.UU., no. La revista Time, publicó que a los soldados negros enviados a través de El Paso, en Texas, se les prohibía la entrada en el restaurante Harvey House de depósito y se les servían raciones frías, mientras podían ver a los prisioneros de guerra alemanes sentados en el restaurante disfrutando de un plato caliente. Cuando un bar solo para blancos de Carolina del Sur se negó a servir a diecisiete oficiales negros, estos gritaron: ¡Heil, Hitler!. El general McNair, jefe de las Fuerzas de Tierra del ejército, afirmó que "una división de color es una concentración de negros demasiado elevada para ser efectiva". A consecuencia de esta forma de pensar, los negros fueron postergados a compañías de intendencia en las que trabajaban de camioneros, panaderos, lavanderos, peones y similares. En enero de 1944, 775.000 negros lucían el uniforme del ejército (un 8,5% de los efectivos), pero sólo dos de cada diez pertenecían a unidades de combate, la 92ª división de infantería, que llegaría a Italia a finales del verano de 1944, sería la única compuesta por afroamericanos que entró en combate en Europa, sus líderes, por encima del nivel de sección, eran casi exclusivamente blancos. El comandante de la División, Edward M. Almond, un autoritario militar de Virginia, se opuso a la integración en las fuerzas armadas hasta su muerte en 1975. "El hombre blanco está dispuesto a morir por su patria. El negro no", afirmaba Almond.
El 99º Escuadrón de Cazas afrontó estos y otros obstáculos. Antes de la guerra, sólo nueve estadounidenses negros poseían el título de piloto comercial y menos de trescientos tenían licencia privada. La formación comenzó a recibir instrucción en el aerodromo militar de Tuskegee en julio de 1941, los primeros pilotos recibieron su insignia en la primavera siguiente y un año después se desplegaron en el Norte de África, bajo el mando del teniente coronel Benjamin O. Davis, Jr., hijo del único general negro del ejército. A partir de la invasión de Sicilia, el escuadrón quedó relegado a tareas rutinarias y los superiores blancos, les tildaron de "falta de espíritu agresivo". Cuando la falta de confianza en ellos estaba a punto de cargarse todo el trabajo hecho hasta entonces, encontraron un valedor en el teniente general Ira C. Eaker, aviador jefe estadounidense en el Mediterráneo que concluyó que "un 90 por ciento de los problemas con los soldados negros eran culpa de los blancos".
El escuadrón fue trasladado a las afueras de Nápoles y entonces llegó la mañana de 27 de enero, cuando una patrulla de dieciséis P-40 Warhawk, se enfrentó, a varios kilómetros de Anzio con quince FW-190 alemanes que se retiraban tras haber atacado contra el fondeadero aliado. Los Warhawk viraron y descendieron en picado desde cinco mil pies de altura disparando breves ráfagas con sus ametralladoras del calibre 50, cinco aviones alemanes fueron derribados. "El espectáculo duró cinco minutos", dijo el comandante Spanky Roberts. "Fue una batalla de persecución, ya que los alemanes siempre estaban en movimiento. Les hicimos pasar las de Caín". Tras repostar en Nápoles, el grupo volvió a la cabeza de playa de Anzio y a las 14:25, en otro combate aéreo cruento, abatió a tres asaltantes enemigos. El viernes por la mañana, en otro encuentro con otro destacamento de asalto, derribó cuatro aparatos. En dos días acumularon doce aviones enemigos destruídos, tres muertes probables y cuatro aparatos dañados. Sólo pereció un piloto estadounidense.
Un soldado negro moriría en Italia un año después de escribir a su familia: "Los negros están haciendo su aportación aquí, una aportación suprema, no por la gloria, no por el honor, sino, creo, por las generaciones futuras".
El 29 de marzo de 2007, unos 350 Tuskegge Airmen y sus viudas fueron condecorados con la Medalla de Oro del Congreso de los EE.UU. por sus indudables méritos y éxitos cosechados, tanto en el frente como en su propio país, terminando con la segregación en las fuerzas aéreas y abriendo las puertas a toda una generación de pilotos afro-americanos.




lunes, 23 de marzo de 2020

SAFE

Carol White (Julianne Moore) es un ama de casa californiana que parece tenerlo todo en la vida: un esposo rico, una casa hermosa, sirvientes, belleza y muchos amigos. Sin embargo Carol no tiene una personalidad fuerte, parece tímida y débil a la hora de relacionarse con el mundo que la rodea. Comienza a sufrir dolores de cabeza y tiene una fuerte convulsión que achaca a que se ha vuelto extremadamente sensible a las toxinas comunes en el mundo de hoy: gases de automóviles, humos, aerosoles, etc., lo que afecta a su vida cotidiana, perdiendo el apetito sexual, pasando las noches frente al televisor o deambulando por el exterior de su casa como un animal enjaulado.
Su médico la somete a un examen, pero no es capaz de encontrar nada llamativo, todo está bien, no fuma, no bebe, no se droga. Solo es adicta a la leche y eso es justamente lo que el médico le va a indicar que reduzca, ya que la leche no es buena para los intestinos. Carol consulta también con un psiquiatra, pero el especialista solo consigue ponerla más nerviosa.
Durante su estancia en el hospital, Carol ve un infocomercial sobre Wrenwood, un retiro de la nueva era para aquellos que están "ambientalmente enfermos", y deja a su esposo y a su hijastro para tratar de encontrar la salvación en este retiro dirigido por un tipo llamado Peter Dunning (Peter Friedman), un pseudofilósofo que sigue una especie de religión new age.


Película ambientada en 1980, un tiempo, que ahora revivimos con la pandemia del COVID-19, en que el miedo a terribles enfermedades y epidemias estaba muy presente entre la población por la expansión del SIDA.
El declive físico de la protagonista, nunca queda claro si es debido a factores físicos o psíquicos y se convierte, por extensión, en una reflexión sobre un sistema de vida, el que tenemos en occidente, con individuos que viven en el llamado estado del bienestar, con alto nivel de vida, en el que, paradójicamente, no consiguen encontrar un equilibrio emocional, que les llevan a vivir momentos de desazón existencial y a fabricar peligros imaginarios.


Así no es extraño que, como vemos en el film, ante la impotencia de los sistemas tradicionales de salud, caigan en manos de estos profetas de las nuevas medicinas, de las terapias new age, que tanto recuerdan a las sectas, en las que el individuo y, por extensión, la sociedad, es culpable por haberse alejado de las enseñanzas del dios de turno, sea Jesucristo o cualquier otro de las varias religiones. Otros consumen de forma compulsiva terapias expuestas en libros de autoayuda, como si fueran un nuevo catecismo.
Prácticamente todo el encanto y la atención que provoca en el espectador, se debe a la portentosa interpretación de Julianne Moore que nos obliga a acompañarla en su progresiva debacle física y moral y cuyo dolor y frustración casi llegamos a sentir.
Una película que trata de reflejar la presión que vive el individuo en ciertos entornos sociales, sobre todo en las grandes ciudades y en las organizaciones de todo tipo que, como nuevos profetas, tratan de regular la vida de estas personas sumidas en el desfallecimiento y la inadaptación física y moral.




domingo, 22 de marzo de 2020

YOUNG ADULT

Mavis Gary (Charlize Theron), una mujer de 37 años, con un matrimonio fallido a sus espaldas y ningún romance en su horizonte inmediato, parece una persona incapaz de ser feliz.
Escribe una serie de libros dirigidos a lectores jóvenes, que acaba de ser cancelada debido a sus bajas ventas y, además, sufre una especie de bloqueo mental cuando está escribiendo su actual novela. Parece vivir su propia vida indirectamente a través de Kendall Strickland, la heroína adolescente de sus libros, ya que, al igual que Kendall, cree que sus años de escuela secundaria fueron los mejores de su vida, cuando era la reina del baile de graduación.
Cuando recibe la noticia de que Buddy Slade (Patrick Wilson), su antiguo novio del instituto, y su esposa, Beth (Elizabeth Reaser), acaban de tener su primer hijo, Mavis lo interpreta como una señal de que ella y Buddy están destinados a unir sus vidas. Como tal, inventa una falsa excusa para viajar desde su hogar en Minneapolis a su antigua ciudad natal de Mercury, Minnesota, para rescatar a Buddy de Beth.
Mavis hace cuanto puede para pasar el rato con Buddy, incluso en compañía de Beth si es necesario, también se encuentra con otro viejo colega de la escuela secundaria llamado Matt Freehauf (Patton Oswalt), del que apenas recuerda nada, hasta que se da cuenta de que fue un chico sometido a acoso, que sufrió una terrible paliza por los deportistas de la escuela que creían que era homosexual (algo totalmente inexacto), que le dejó secuelas de por vida, como tener que usar una muleta para caminar. Matt acabará siendo el amigo y confidente bebedor de Mavis, y su voz de la razón, que tratará de sacarla de su estado de delirio sobre Buddy e invitarla a recuperar su vida como una persona adulta.


El guión es de Diablo Cody (seudónimo de Brook Busey-Hunt), ganadora del Óscar al mejor guion original en 2007 por la película Juno.
Al parecer, la historia se inspiró en un artículo que leyó sobre una mujer que decidió perseguir a su novio de la escuela secundaria años después. Si bien en el artículo la historia tuvo un final feliz, Cody pensó para sí misma: "¿Y si no fuera así?"


Aunque en su momento fue promocionada como una comedia, lo cierto es que es más bien una comedia dramática o, por mejor precisar, un drama con algún tinte de comedia, pues desde luego no te hace reir, y las sonrisas que pueden aparecer, son contadas. Eso sí, se nota un guión bien trabajado, en la línea de Diablo Cody, con diálogos ingeniosos, ese lenguaje explícito que incluye expresiones soeces y algunas situaciones graciosas, pero en general es la historia de una enferma, no de las de cirugía y todo eso, sino de las que necesitan urgentemente una visita al psicólogo para encauzar su vida.
Mavis añora su adolescencia y ahí se ha quedado, el problema es que el resto del cuerpo ha crecido, los años han pasado y las veleidades de quinceañera ya no le pegan, por más que intente amarrarse a ellas. La verdad es que hay gente así, que hacen gracietas en su vida cotidiana o hacen cosas que te dan un poco de pena, ya que implican un grado de inmadurez bastante patético. Todos, o muchos, puede que añoremos esos años, éramos más guapos y más fuertes, porque éramos más jóvenes, pero en la vida hay que saber ir dejando atrás etapas, adaptarse a las nuevas y saber sacarle partido. Si la juventud tenía sus ventajas, la madurez las tiene también, pero si en vez de evolucionar nos encerramos en la pura añoranza, no las hallaremos y, en definitiva, no disfrutaremos de la vida.
Esa es la película, con una Charlize Theron inmensa que ocupa cada plano del film y que está realmente estupenda. No es una gran película, pero es una buena película.


sábado, 21 de marzo de 2020

HOLY MOTORS


El Sr. Oscar (Denis Lavant), un tipo que es transportado por diversos lugares de París a bordo de una lujosa limusina blanca conducida por su chófer y asistente personal, Céline (Edith Scob). Dentro de ella tiene su propio camerino, con su vestuario, sus productos de maquillaje y pelucas. Con ellos se transforma en los diferentes personajes que le solicitan: Una vieja mendiga en un puente de París; un banquero; un especialista de motion capture que lleva a cabo una extraña (y muy sensual) coreografía; un delincuente que mata a otro individuo exactamente igual que él; un padre de familia con una hija adolescente; el ya mítico La Merde (protagonista del segmento colectivo Tokyo, co-dirigido por Michel Gondry, Joon Bong Hoo y el mismo Leos Carax, director de esta película) en un sensacional y controvertido segmento co-protagonizado por la bella Eva Mendes; hasta un emotivo y profundo capítulo musical en compañía de la cantante Kilie Minogue (en un papel inicialmente pensado para Juliette Binoche).


Un resumen simple del argumento sería que, en la película, seguimos las pasos de un tipo que se entiende trabaja para algún tipo de corporación que le encarga diversos performances o actuaciones en lugares diferentes, a veces interactuando con otras personas y, otras, sencillamente sorprendiéndolas con sus inesperadas apariciones.
Una interpretación más rebuscada buscaría posibles metáforas sobre nuestro mundo actual y la vida diaria de quienes en él habitamos. Pero en este caso, estoy seguro de que cada cual encontraría diversos enfoques para una misma secuencia, quizá alguno de ellos, ni siquiera imaginados por el propio realizador.


Es una película atípica y, desde luego, mi consejo es que se abstengan de verla aquellos que gustan del cine comercial o quienes busquen una historia lineal que siga el canon de introducción, nudo y desenlace, porque se les puede hacer interminable, incomprensible y nada gratificante. Además la película demanda una continua atención del espectador para tratar de hallar posibles alegorías que pueden acabar con la paciencia de quien no esté acostumbrado o dispuesto a ello.
Quienes apetezcan bucear en nuevas propuestas o estén interesados en el cine que alaban sectores intelectuales y defensores de nuevos lenguajes audiovisuales, tal vez encuentren aquí una película interesante, como mínimo digna de ver, aunque sea para estar en desacuerdo con su propuesta.
Film que ha desatado comentarios opuestos que van desde quien le acusan de pretencioso y falsamente intelectual, hasta quienes alaban su apuesta pretendidamente novedosa.




viernes, 20 de marzo de 2020

LA COMEDIA DE LA VIDA


Roy Andersson nos presenta una ciudad que deshumaniza a sus personajes, que deambulan entre situaciones tan cotidianas como absurdas, a veces surrealistas, para mostrarnos su particular filosofía ante la vida.


La comedia está estructurada en viñetas, planos tomados con la cámara fija de diferente duración en los que vemos escenas de la vida cotidiana de gente corriente. Algunas conforman un todo en sí mismas y otras componen una historia que va reapareciendo en diferentes tomas.
Muy interesante la banda sonora con algunas piezas de jazz interpretadas por una jazz band, que resultan muy agradables y de gran nivel que recuerdan los fondos sonoros de algunas películas de Woody Allen. Tiene también muchas referencias artísticas, desde cierto cine surrealista, hasta inspiraciones pictóricas de Andy Warhol o Gustav Wunderwald.


El film es el segundo de la llamada Trilogía Existencialista del realizador sueco, para mí menos pesimista que el primero de ellos (Canciones del segundo piso) y supone una forma diferente de hacer cine que busca nuevos caminos de comunicación con el espectador, lejos del canon de una historia lineal.
Puede que a muchos no guste este tipo de films que tiene una buena dosis de un surrealismo que yo califico de cotidiano, con situaciones que podríamos vivir o ver de cerca cualquiera de nosotros en un momento determinado. A mí me ha resultado gratificante y muy entretenida de contemplar.




jueves, 19 de marzo de 2020

UNA HISTORIA DE VIOLENCIA

Tom Stall (Viggo Mortensen), vive una vida feliz y tranquila con su esposa Edie (Maria Bello) abogada, y sus dos hijos en el pequeño pueblo de Millbrook, Indiana, donde casi nunca pasa nada relevante.
Pero una noche su existencia idílica se rompe cuando Tom frustra un intento de robo en su restaurante. Una escena muy violenta, con un tiroteo de por medio que convertirá a Tom, muy a su pesar, en un héroe local, pues, adivinando el peligro, toma medidas y salva a sus clientes y amigos matando en defensa propia a dos peligrosos criminales buscados por la justicia. La plácida vida de Tom cambia de la noche a la mañana, pues atraídos por la historia, los medios de comunicación nacional convierten al pequeño pueblo en un circo mediático. Incómodo por su nueva celebridad, Tom intenta regresar a la normalidad de su vida ordinaria quitando importancia a lo que hizo y deseando ser tenido por una persona normal.
Un hombre misterioso y de aspecto inquietante llega a la ciudad creyendo que Tom es el hombre que lo perjudicó en el pasado. Mientras Tom y su familia luchan contra este caso de identidad equivocada (Tom insiste en que el hombre le está equivocando con otra persona) y por hacer frente a su realidad trastocada, se ven obligados a replantearse sus relaciones y los problemas que les dividen surgidos como resultado de todo ello.
Para Tom regresan los fantasmas de un pasado que creía olvidado.


El guión se basa en la novela gráfica del mismo título, con guión de John Wagner y dibujos de Vince Locke, originalmente publicada por DC Cómics a través de su sello Paradox Press (Paradox Graphic Mystery) en mayo de 1997.


Una empalagosa familia norteamericana de clase media, donde todos se quieren mucho y se preocupan unos por otros. Un sheriff que es una buena persona, interesado por el bienestar y la tranquilidad de la gente de su pueblo. Un chico, el hijo del protagonista, acosado por el matón del instituto, al que se enfrenta con argumentos y palabras en lugar de ceder a provocaciones.
Y por otro lado, dos odiosos criminales de gatillo fácil, despiadados y para los que la palabra compasión no tiene cabida en su diccionario, incluso cuando la víctima es una niña a la que disparar a la cabeza a sangre fría.
Tras la magnífica escena inicial que acompaña a los títulos de crédito, este es el planteamiento de la película. Hasta que el camino de ambos, el de los asesinos y el del padre de la familia que vive el sueño americano, se cruzan y vuelve a ser presente un pasado que el señor Stall creía haber enterrado.
La violencia se convierte en el quinto miembro de la ejemplar familia Stall y, presente o en en forma de fantasma, parece que ha venido para quedarse, incluso cuando haya desparecido en forma activa, dejará su huella de manera que las relaciones familiares se intuye que nunca volverán a ser las mismas.
Película en la que lo que más recordará el espectador serán las dos escenas de sexo (que en este caso no son gratuitas, sino que tienen un sentido muy determinado en el conjunto de la historia) y las escenas de violencia explícita, una de ellas protagonizada por el joven Stall y las otras por su padre, rápidas (nada de cámara lenta para regodearse en la violencia), explícitas en sus desagradables consecuencias y muy bien rodadas, en lo que recuerda a la mejor tradición del western, en muchas de cuyas películas, las pistolas salían a relucir en contadas pero trascendentales ocasiones.
Entretenida y con muchas más lecturas que la violencia pura y simple, pues va más allá y nos lleva a la reflexión sobre la condición humana y las consecuencias que estos actos puntuales o no, tienen en nuestras vidas y los diversos tipos de violencia que existen, dejando a criterio del espectador, si su empleo es lícito o no y en qué circunstancias determinadas puede ser disculpable o, al menos, entendible.
Y para rematar, un final sin palabras, muy emotivo y que es una parábola en sí mismo, en el que los gestos, las miradas, las actitudes y lo que hace la pequeña de la familia, el único ser inocente, lo dicen todo. A la altura del resto del film.




miércoles, 18 de marzo de 2020

CANCIONES DEL SEGUNDO PISO

Una noche, en algún lugar de nuestro hemisferio, una serie de acontecimientos extraños se encadenan sin lógica aparente: Un empleado, Pelle (Torbjörn Fahlström), es despedido de forma humillante tras haber trabajado treinta años en la empresa; un inmigrante sufre una violenta agresión en mitad de la calle...
Entre estos personajes singulares destaca Karl (Lars Nordh): Su rostro está cubierto de cenizas tras prender fuego a su tienda de muebles con la intención de cobrar el seguro, mientras es acosado por el fantasma de su amigo Sven (Sture Olsson) un suicida al que le debía dinero, de la misma forma que le preocupa la salud de su hijo Tomas (Peter Roth), internado en un psiquiátrico..
Hay más: Un economista, desesperado por encontrar una solución al problema del encarecimiento del trabajo, se aventura a probar fortuna con una bola de cristal; un hombre asiste a un espectáculo de magia y, tras ofrecerse como voluntario, termina herido en uno de los trucos....
Todo y todos van hacia alguna parte pero la meta y su significado parecen haberse perdido por el camino. En un ambiente apocalíptico, el caos se apodera de la gran ciudad y alrededores, esa noche nadie consigue dormir. Al día siguiente, los signos de un inminente caos empiezan a manifestarse. Karl se da cuenta de lo absurdo del mundo y de lo duro que es ser humano.


Cuatro años tardó Roy Andersson en completar esta película inspirada en el poema "Traspié entre dos estrellas", del peruano César Vallejo. El film se abre con un verso de Vallejo y a lo largo del mismo se citan algunos más y hay escenas que hacen referencia a ellos. La película está dedicada a la memoria del poeta.


Hay una correspondencia clara entre la película de Andersson y el poema de César Vallejo, que se presenta como una aproximación surrealista y burlesca a un grupo de personajes en apariencia anodinos, pero marcados por una desgracia patética, que provocan tanto risa como llanto. El filme del director sueco está compuesto por viñetas sueltas rodadas con la cámara fija, situaciones azarosas e imágenes inconexas que, en su aparente delirio, nos estrellan de cara contra nuestra propia (y deprimentemente verdadera) realidad. Las viñetas representan lo que sucede en dos planos y, en más de una ocasión, lo que ocurre en segundo plano es mucho más significativo que lo que vemos en el primero o, al menos, subraya o aclara el mensaje que se nos quiere transmitir. Es paradigmática la escena de la agresión al inmigrante, en la que observamos a unos hombres que de nada le conocen, agrediéndole brutalmente, mientras en segundo plano, al otro lado de calle, hay un grupo de personas, alineadas junto al bordillo, como si estuvieran esperando al autobús, que necesariamente tienen que ver lo que ocurre, pues están justo enfrente y ni siquiera parpadean, ni hacen un mínimo gesto, ya no de interesarse por el agredido cuando sus agresores se han ido, sino que parece que ni siquiera se incomodan ni perturban, como si nada hubieran visto.
Es un cine diferente que seguramente a muchos no gustará, pero que nos muestra otra manera de hacer películas cercana a lo que sería el arte abstracto. Como dijo alguien, es un surrealismo muy real.