jueves, 29 de marzo de 2012

DOVER


Dover es una pequeña ciudad de algo más de 30.000 habitantes, situada en la costa Sureste de Inglaterra. Mucha gente sabe donde está, o ha oído hablar de ella y es que su puerto, es el punto más cercano desde el Reino Unido al Continente, convirtiendo a su terminal de ferrys en la más activa del mundo, por la que transitan, cada año, millones de viajeros.


Una de las particularidades geográficas más conocidas de la costa de esta región, son los blancos acantilados (white cliffs), mundialmente famosos y que han despertado la admiración de los viajeros desde los albores de la historia.


Los Acantilados Blancos de Dover, constituyen la primera visión del viajero cuando llega por mar desde el continente hasta Inglaterra. El color se debe a la presencia de creta, un mineral calizo sedimentario de color blanco. Es conocido el nombre con el que los romanos bautizaron al reino de los britanos, precisamente por este color característico de la costa: Albión.


Lo cierto es que muchos de los viajeros, se dirigen directamente al puerto para tomar el transbordador y no llegan a visitar la ciudad. Ellos se lo pierden, porque merece la pena dedicar unas horas, a conocer esta población donde lo nuevo y lo antiguo se mezcla de manera armoniosa.



El paseo por Dover es de lo más agradable y la impresión que uno saca es que hay mucha más oferta comercial de la que su número de habitantes podría indicar, supongo que será debido a su carácter de ciudad de paso.


La joya de Dover es, sin duda, su castillo, del que otro día hablaré, porque se merece un amplio espacio, pero no quiero olvidarme de citar el museo, situado en Market Square, en el centro de la ciudad y que alberga en su interior, entre otras muchas cosas, un bote de la edad de bronce que fue hallado en 1992 cuando se procedia a excavar para unas obras y una curiosísima colección de maquetas que nos muestran la evolución de la ciudad en todas las épocas.


Por la noche, una buena opción es visitar uno de los numerosos pubs, con ese ambiente tan peculiar de estos establecimientos. Tuvimos la suerte (gracias a nuestra guía particular) de disfrutar de música en directo en el que visitamos, al tiempo que degustaba una buena "pinta".


Algo de lo que me resultó más agradable y encantador de Dover, fue su paseo a la orilla del mar:


Para acabar de hacer más agradable y placentera la estancia, nuestra queridísima anfitriona nos había reservado alojamiento en el coqueto y encantador Dover Marina Hotel:


Esta es la parte trasera del edificio:


La agradable terracita exterior:


Y, para finalizar, las magníficas vistas que teníamos el privilegio de disfrutar desde nuestra habitación (donde paramos poco, por cierto):




miércoles, 28 de marzo de 2012

LOS INTOCABLES DE ELIOT NESS

Eliot Ness (Kevin Costner) es un agente federal que trabaja para el Tesoro de los EE.UU. y que llega a Chicago durante la época de la Ley Seca, en los años 20, cuando la corrupción impera en el departamento de policía de la ciudad. Su misión es detener al jefe de la mafia Al Capone (Robert De Niro), pero éste es tan poderoso y popular que ni los jueces ni la prensa toman a Ness en serio. Una noche, descorazonado, conoce a un veterano patrullero, Jim Malone (Sean Connery), y descubre que éste irlandés es el único hombre honesto que ha encontrado. Malone pronto comienza a ayudar a Ness, en torno a ellos, consiguen reunir a una serie de personajes intocables por la corrupción.
Aunque al principio Capone parece tomárselo a broma, en seguida ataca a Ness y sus hombres abiertamente. Malone recurre a tácticas que casi bordean la ley, y los mafiosos les devuelven todos los golpes con crueldad, pero sin lograr desalentarles. Finalmente, y por el menos esperado y menor de sus crímenes, Capone es detenido por evasión de impuestos.

El guión, de David Mamet, toma como base la autobiografía del propio Eliot Ness, publicada en 1955 y la inolvidable serie de televisión, de éxito mundial, que protagonizara Robert Stack.

Aunque la película tiene algunas carencias (y cosas que le sobran) que la distancian de lo que sería considerado como una obra maestra, lo cierto es que tiene muchos ingredientes que la van convirtiendo en un clásico. Entre ellos, y no es el menor, Brian de Palma consigue darle al género un toque de modernidad muy acertado.
Se le critica que algunas de las cosas que cuenta son increíbles o que están llevadas al extremo. Yo pienso que eso le importaba poco y que lo que realmente desea es que las escenas tengan calidad y elegancia y eso lo destila la peli por los cuatro costados.

Tiene una cierta estructura de western clásico, con unos malos muy malos; ciudadanos cobardes o apáticos, que están atemorizados; autoridades corrompidas y vendidas al poder; y un grupo de idealistas que conseguirán imponer la ley, al modo en el que el sheriff y un grupo de incorruptibles lo hacía en las pelis del oeste.

La película está sabiamente dirigida, con encuadres originales y una cuidada puesta en escena y se beneficia de una magnífica ambientación, de una partitura muy buena de Ennio Morricone (¡qué buena es la melodía que suena con los títulos de crédito!) y de unas actuaciones de buen nivel, con un Kevin Costner, para mi gusto, en su mejor momento; Robert de Niro, un tanto histriónico, pero es que, en este caso, le queda bien al papel; un principiante Andy García y Sean Connery que recibió el oscar al mejor secundario.



martes, 27 de marzo de 2012

AITA TETTAUEN

Atractiva novela porque además de la prosa delicada y expresiva de D. Benito, nos trae un episodio que se enmarca en un contexto poco tratado, cual es la política exterior española en el siglo XIX, concretamente la Campaña Africana emprendida por O'Donnell, en teoría para meter en cintura a los piratas del Riff.
La campaña se desarrolló durante los años 1859-60 y Galdós, en un párrafo, con la clarividencia a que nos tiene acostumbrados, resume así las verdaderas razones de la expedición:

Demostró el general O’Donnell gran sagacidad política inventando aquel ingenioso saneamiento de la psicología española. Imitador de Napoleón III, buscaba en la gloria militar un medio de integración de la nacionalidad, un dogmatismo patrio que disciplinara las almas y las hiciera más dóciles a la acción política. Con las victorias de Crimea y de Italia fabricó Napoleón patriotismo, más o menos de ley, que hubo de servirle para consolidar su imperio. Francia nos daba las modas del vestir, las modas del pensar y del sentir artístico: nos hacía los ferrocarriles; nos ponía, con mano de niñera ilustrada, en los andadores del progreso; de Francia trajimos también una remesa de imperialismo casero y modestito, que refrescó nuestro ambiente y limpió nuestra sangre, viciada por las facciones. Los partidos de oposición, deslumbrados por el espejismo histórico, cayeron en el artificio.

Es evidente que una de las razones para llevar allí a nuestras tropas, era despojar al ejército del lastre que le suponía su participacipación continua en las diversas asonadas que se sucedían y devolverle su razón de ser. Al tiempo, O'Donnell trataría de recoger los frutos en beneficio de su partido, la Unión Liberal.
El protagonista del episodio es Juanito Santiuste, que acude allí con la misión de enviar a la Península sus crónicas de los hechos que presencie. Santiuste pasa del fervoroso patriotismo y el ansia de narrar las nuevas glorias de las armas hispanas, a un escepticismo que le transforma en convencido pacifista, él mismo se llama Apostol de la Paz.
Antes de que las tropas españolas entren en Tetuán (Tettauen), llega allí nuestro protagonista, a la ciudad blanca, donde establece relaciones con los moros, sobre todo con El Nasiry (Gonzalo Ansúrez), que se convirtió años atrás al Islam; y con los judíos.
Algunos de los árabes que allí habitan, son de los que conservan las llaves de sus casas de Granada y un buen número de judíos son sefardíes y Galdós nos deleita con algunos diálogos en los que estos personajes se expresan en ladino.
Me resultó muy interesantes la narración de la entrada de O'Donnell en Tetuán y las tensiones previas entre los partidarios de entregar la plaza y quienes pretenden defenderla.
No menos interesante, la descripción novelada de la famosa batalla de Castillejos, de donde el general Prim tomaría el sobrenombre de Héroe de Castillejos. Galdós nos la presenta no exenta de épica, pero mezclada con el sentimiento desgarrador de las muertes de unos y otros contendientes que se comportaron bravamente.

lunes, 26 de marzo de 2012

LA LEY DE MURPHY

Jack Murphy (Charles Bronson) es un sargento de policía un tanto peculiar, cuya esposa acaba de abandonarle, lo que le ha llevado a beber más de la cuenta.
Una mujer a la que tiempo atrás envió a la cárcel (Carrie Snodgress), ha decidido vengarse y para ello le prepara una trampa mediante la que hace aparecer a Murphy como culpable del asesinato de su exmujer y de su actual pareja.
A tal tiempo, el sargento mata a un mafioso local tras una persecución en el aeropuerto, por lo que el hermano del fallecido, también intentará acabar con Murphy que, finalmente, es detenido por sus compañeros.
Como quiera que estos no creen su versión y están dispuestos a enviarle a la cárcel, Murphy se escapa llevándose a la persona que está esposada con él, una jovencita malhablada a la que había detenido él mismo, llamada Arabella McGee (Kathleen Wilhoite).

Película entretenida, con un argumento de andar por casa y cogido por los pelos para que las cosas cuadren al final del film.
La novedad la constituyen las mujeres que acompañan al protagonista. La villana es una mujer que va asesinando a quienes ella considera culpables de haberla enviado a presidio y otra chica es la que toma el papel de compañera de fatigas de Murphy, poniendo además el contrapunto de humor a la serie de tiroteos y muertes que suelen ser la característica de este tipo de pelis.
Bronson en su papel de estas películas de su última época, como viejo cascarrabias que parece cansado, impaciente y enfadado, como si el no quisiera estar allí, pero que tan bien le funcionó.




sábado, 24 de marzo de 2012

O'DONNELL

A partir de este Episodio, el pesimismo galdosiano va quedando manifiestamente patente.
También va perdiendo protagonismo José Fajardo, Marqués de Beramendi y conoceremos a un nuevo personaje que va a tomar gran protagonismo en el episodio siguiente, se trata de Juan Santiuste, de quien se enamora Teresa Villaescusa que le redime de la pobreza y renuncia a declararle su amor en sacrificio de ella y beneficio de él.
Santiuste, como Fajardo, busca respuesta a las continuas contradicciones con que se encuentra. Es uno de los personajes de los que se sirve Galdós para expresar su escepticismo.
En la novela también se habla de un gran personaje de la política nacional, que llegaría a desempeñar años más tarde y en varias ocasiones, la Presidencia del Consejo de Ministros, se trata de D. Práxedes Mateo Sagasta, a quien Galdós nos presenta con esta frase: El otro es Sagasta, ¿no le conoces?; diputado creo que por Zamora, hombre listo y simpático, que perorando ahí dentro es la pura pólvora, y entre amigos una malva.
Mucha gente, incluso en este provincia nuestra piensa que Sagasta fue un diputado de los llamados cuneros, ya que era riojano y no es así. D. Práxedes, Ingeniero de Caminos Canales y Puertos, había sido destinado a la jefatura de Obras Públicas de Zamora, donde se le encomienda la construcción de la carretera de Zamora a Orense por las portillas de Padornelo y de la Canda y estando aquí, comenzó su andadura política allá por 1854, como presidente de la Junta Revolucionaria de la ciudad.


viernes, 23 de marzo de 2012

EL PACTO DE BERLÍN

Noel Holcroft (Michael Caine) es un arquitecto neoyorkino que emprende un apresurado viaje a Ginebra tras recibir una llamada del banquero suizo Ernst Manfredi (Michael Lonsdale) en la que le comunica que ha de darle una importante noticia que puede cambiar su vida para siempre.
Lo que le viene a decir es que tres altos oficiales nazis fueron distrayendo dinero que ingresaron en una cuenta suiza y que, con el tiempo, se ha visto convertido en una gran cantidad de millones de dólares. El deseo de los tres oficiales fue que el dinero se empleara para resarcir a las víctimas del nazismo y se pone como condición que el hijo de cada uno de los oficiales firme el acuerdo para poder empezar a manejar el dinero.
Tras este aparente deseo de redimirse, se esconden las verdaderas intenciones de los tres oficiales que eran bien distintas y que Holcroft desconoce. A todo esto comienzan a producirse una serie de atentados y muertes que complican el buen fin de acuerdo.

Tras un inicio preparado para atrapar al espectador, nos adentramos en una película en la que las expectativas se desvanecen tras el primer minuto y ya en este, nos empezamos a mosquear un poco, cuando se nos muestran unos malos decorados con cuatro montones de escombros mal plantados que pretenden semejar las ruinas del Berlín del final de la II Guerra Mundial.
La debacle se acentua en cuanto nos venimos a la época actual, aquí empieza a tomar cuerpo desde el primer instante una historia delirante y kafkiana pésimamente desarrollada.

El guión toma como base una novela de un autor de éxito, Robert Ludlum y viene firmado entre otros, por George Axelrod, guionista de Desayuno con Diamantes o La tentación vive arriba, por ejemplo.
Es uno de tantos espejismos que hay en el film, porque lo mismo que es inexplicable que el guión sea tan malo, lo es que en ella participen Caine o la pobre Lilli Palmer (que falleció poco después); o que el director sea John Frankenheimer. Quizá el caso de este, sea el único para el que hay un motivo lógico, ya que el hombre venía de pasar una racha nefasta, alejado de las pantallas, con problemas familiares y de salud muy serios.

La película carece totalmente de ritmo; los giros que toma el guión, pésimamente conseguidos; situaciones mal explicadas o descritas de manera increíble por ilógicas. A la media hora, si no te has dormido, estás desolado por ver este bodrio que no llega a la categoría de las peores películas de serie B.
Caine completa una de las peores actuaciones que le recuerdo, aún estando seguro, como lo estoy, que cumplió con todo lo que se le pidió. La última escena es un primerísimo plano que nos muestra el rostro del protagonista con las lágrimas resbalando por él.
Yo también lloré, como el que se ve liberado de una tortura.




jueves, 22 de marzo de 2012

LA REVOLUCIÓN DE JULIO

El Marqués de Beramendi sigue siendo el hilo conductor de la historia, aunque ya aquí Pérez Galdós, comienza a mostrarnos esa nueva manera de enfocar sus "Episodios", en la que el protagonismo individual pasa a ser cada vez más colectivo, con una pluralidad de personajes que participan en la acción.
Continúan apareciendo los miembros de la familia Ansúrez, una familia sin burgueses, sin aristócratas, sin gente de iglesia y sin militares, es decir esa España sin etiquetas que parece ser lo que busca Galdós.
En este comienza a ser patente algo que se irá acentuando en los Episodios posteriores, una visión más amarga de España, a la que se nos pinta dividida en dos bandos opuestos que irremediablemente conducen a los enfrentamientos fratricidas.


miércoles, 21 de marzo de 2012

AL FILO DE LA SOSPECHA

Una acaudalada empresaria periodística aparece salvajemente asesinada en su casa de la playa.
Casi desde el primer momento, el fiscal encargado de llevar el caso (Peter Coyote), centra sus sospechas sobre el esposo de la víctima (Jeff Bridges), además consigue que una serie de pruebas circunstanciales le señalen directamente como autor del delito.
Los abogados del acusado, consiguen convencer a una colega, la letrada Teddy Barnes (Glenn Close) para que se haga cargo del caso, a pesar de que ella ha abandonado las causas penales por motivos que se irán revelando durante el film.
Entre abogada y cliente nace una relación que va más allá de la simple amistad y además, nos enteramos de que entre ella y el fiscal existen algunas cuentas pendientes.

Una historia que supera al desarrollo que de la misma se hace a la hora de plasmarla en el celuloide. Al final, nos da la impresión de que le falta tensión en muchos momentos y eso echa por tierra el resto del trabajo.

A base de sembrar dudas, consigue mantener la intriga sobre la identidad del culpable que unas veces parece claro que es el sospechoso, para al segundo siguiente dejar de estarlo y, sin embargo, repito que falta garra, sobre todo cuando, en el arranque del film, nos las prometemos felices porque todo va directo y sin rodeos, pero de buenas a primeras, va perdiendo ritmo, para recuperar algo hacia el final.
Una de las fases en las que más se nota esa falta de ritmo y de tensión es la que corresponde al juicio, del que se podía haber sacado mucho más partido.

Me gustó mucho la música de John Barry, sobre todo el tema principal, que me parece delicioso.
Y el plato fuerte del film, sin duda, los actores: Jeff Bridges, está como perdido y decepciona bastante; Glenn Close, inmmensa, esta mujer es de las que te seduce con sus actuaciones hasta sin querer; Peter Coyote, bien, tan eficaz como de costumbre. Y algunos secundarios que tienen tanto o más nombre (en su ámbito) que estos tres tan conocidos actores: Robert Loggia (que estuvo nominado para el Oscar por esta actuación) y John Dehner, todo un clásico, que ha actuado en algunos filmes de cierto renombre de los años 50, con grandes actores como Gary Cooper.
De lo mejorcito, algunos de los duelos entre Close y Coyote, aunque como todo lo demás del film queda en un quiero y no puedo.
Eso si, hay que reconocer que resulta entretenida.