Dos jóvenes, Halil (Nikola Pejakovic), bosnio musulmán, y Milan (Dragan Bjelogrlic), serbio, han crecido juntos cerca de un túnel desierto que une las ciudades yugoslavas de Belgrado y Zagreb. Nunca se atreven a entrar, ya que creen que allí reside un ogro. Doce años después, durante la guerra civil de Bosnia, Milan está atrapado en el túnel con su unidad, y Halil está entre los sitiadores. En el hospital militar de Belgrado, Milan, que se recupera de sus graves heridas, recuerda aquellos años de la infancia, antes de que la guerra de Bosnia rompiera el juramento de amistad eterna entre los dos niños.
Una película etiquetada por algunos como propaganda serbia, que rememora un hecho real ocurrido en tiempos de guerra, cuando siete miembros de la 3.ª compañía del batallón "Drina" recibieron la misión de proteger el puente que se encuentra fuera del túnel de Brodar, cerca de Visegrad (Bosnia-Herzegovina), en septiembre de 1992. El cuarto día de guardia, las fuerzas bosnias los obligaron a entrar en el túnel, donde quedaron atrapados los siguientes nueve días, durante los cuales tres miembros del grupo murieron, tres lograron escapar y uno se quedó para cubrirlos. Los sitiados fueron atacados cada día y se quedaron sin comida, sin agua y sin radio. La ambulancia que intentaba llevarles ayuda, también fue atacada cerca del túnel, y la joven doctora Stojana Jojović y la enfermera Ljubica Kastratović murieron en el acto.
El periodista serbio Vanja Bulić, entrevistó a uno de los supervivientes en el hospital de Užice, reconstruyendo esos dramáticos días. Con este material, Bulić escribió un artículo publicado en la revista Duga, que sirvió de base para el guion del film.
Película que comenzó a rodarse incluso antes de que acabase la guerra en territorio de Bosnia. La historia está contemplada desde el punto de vista serbio, aunque el realizador Srdjan Dragojevic, no esconde las atrocidades cometidas desde los dos bandos.
Bien ambientado, el film consigue transmitir al espectador la angustia de los cercados dentro del túnel, con gotas de humor negro y mediante flashbacks, nos traslada a los años anteriores a la guerra, por un lado, la infancia de los dos amigos, cuando ni de lejos podría imaginarse lo que iba a sobrevenir años después y, por otro, a los días en que el conflicto estalla y todos los rencores larvados durante años, salen a la luz y las comunidades que mantenían una frágil convivencia durante el mandato de Josip Broz Tito, basada en el silencio primordialmente, se desatan con toda la furia, especialmente entre serbios y musulmanes, provocando verdaderas carnicerías y episodios de crueldad y odio notablemente salvajes.