La novela narra los antecedentes, el largo asedio y la posterior caída de Troya a manos de los aliado griegos.
La autora ha tomado como base los relatos de la Odisea y (cómo no) de la Iliada, pero también bebe en otras fuentes, aunque estas traten el asunto de forma fragmentaria, como son los escritos de Eurípides, Píndaro, Higinio, Hesiodo, Virgilio, Apolodoro de Atenas, Tzetzes, Diodoro Sículo, Dionisio de Alicarnaso, Sófocles, Herodoto y algunos más.
La característica más destacada de la novela es que son los personajes quienes narran la historia, cada capítulo es puesto en boca de uno de ellos, algunos repiten y otros no, pero son ellos quienes, desde su perspectiva, van haciendo avanzar la narración. Este peculiar recurso nos permite apreciar, además de los hechos, en los que se da una perfecta mezcla entre historia y leyenda, los odios, desencuentros, envidias, desconfianza, amores o admiración entre unos y otros.
No diremos el protagonista, pues protagonistas son, en algún instante de la novela, todos ellos y más que nadie el propio hecho histórico, pero sí que la autora pone en el centro, como personaje destacado en momentos cruciales a Ulises.
Aunque la leyenda nos habla del rapto de Helena por Paris como origen de la contienda, el libro queda claro que el motivo principal fue ecómico. Algo así debió ser en realidad, pues las pruebas arqueológicas y los textos, nos indican que de los varios saqueos que sufrió Troya en el transcurrir de su existencia, hubo uno muy importante alrededor del 1.184 a.C. y que el enfrentamiento entre los griegos aqueos y los habitantes de Troya, debió entablarse para dominar los Dardanelos (el Helesponto), el estrecho que comunica los mares Negro (Ponto Euxino) y Mediterráneo (Egeo), porque su control implicaba el monopolio del comercio entre los dos mares, con algunos productos de vital necesidad, difíciles de conseguir, entre ellos el estaño, sin el cual el cobre no podía ser transformado en bronce.
Si en la serie sobre Roma, muchos echaban en falta mayor detenimiento de la autora a la hora de narrar las batallas, algo que va haciendo hacia el final de la saga, sobre todo a partir de que narra las batallas de Alesia y Farsalia, aquí los enfrentamientos armados no tienen ese lugar residual y hay pasajes en los que no se escatima el detalle por más sanguinario que pueda parecer.
Es loable cómo la novela sabe captar nuestra atención, por más que conozcamos de sobra lo que allí acontenció. Colleen McCullough sabe concitar nuestro interés y hacer que el libro se lea con agrado y en los pasajes en los que siembra incertidumbre, las páginas se nos van de las manos sin que nos demos cuenta.