La contienda civil española de 1936-39, la última guerra romántica, como la denominaron algunos escritores, tuvo un gran impacto internacional porque fue como un aldabonazo a las conciencias occidentales de los peligros del fascismo que estaba por explotar todo el potencial acumulado durante años en Italia, pero principalmente en Alemania.
Además, la bien organizada propaganda comunista, se preocupó de resaltar esta vertiente del conflicto, ocultando cualquier otra de las motivaciones que habían dado origen al enfrentamiento.
Del otro lado, se procuró resaltar el carácter anticomunista del llamado Alzamiento Nacional y destacar el apoyo decidido de la Iglesia Católica que la calificó como Cruzada de liberación, dado el trato que las instituciones eclesiásticas, sus ministros y sus fieles, habían recibido por parte del gobierno republicano y las fuerzas que lo apoyaban.
Sea como fuere, se produjo un flujo de personas, no sólo de intelectuales, hacia España, que deseaban colaborar con un bando u otro. El caso más conocido es el de las Brigadas Internacionales, patrocinadas por el Partido Comunista y algunas organizaciones obreras, pero también en el otro bando, fuera de italianos y alemanes, casi todos encuadrados en unidades regulares de sus respectivos ejércitos, bien que con el apellido de voluntarios, hubo también mucha gente que vino a combatir al lado de las tropas franquistas impulsados por organizaciones de tipo religioso (en el Jarama, combatió una Bandera de la Legión compuesta por voluntarios irlandeses mandados por Eon O´Duffy) o por las organizaciones fascistas de Rumanía, Bélgica y otros paises del centro y este de Europa.
Es en este contexto donde hay que ubicar el documental del holandés Joris Ivens. Como señalaba él mismo, "Quizá le resulte difícil a los jóvenes de hoy comprender que yo no vine aquí a hacer una buena película, sino a dar testimonio de lo que estaba pasando", pero hay que tener en cuenta que aquello se rodó en los primeros meses de 1937 y entonces no existía la televisión, por lo que las imágenes de Ivens tienen un valor añadido, cuya dimensión no se capta con los ojos actuales.
Ivens era un hombre militante, su preferencia estaba claramente del lado de la República y el documental enfatiza los logros de ésta y demoniza la actuación del bando rebelde. El holandés no se conforma con las imágenes tomadas en primera línea (Ciudad Universitaria y Batalla del Jarama, principalmente), sino que articula un argumento alrededor de una pequeña historia, casi cotidiana, que protagonizan los habitantes de Fuentidueña de Tajo, que construyen una acequia para regar sus campos y producir más alimentos destinados a los defensores de Madrid. A esto se añaden las imágenes que retratan el día a día de la población civil de la capital, con las colas frente a los lugares de abastecimiento y los bombardeos que sufren esporádicamente.
Hay una parte del documental en el que aparecen imágenes de dirigentes comunistas (José Díaz, La Pasionaria, Enrique Lister...) con motivo de la desaparición del mítico 5º Regimiento y su integración en el recién creado Ejército Popular.
La película/documental, cae en un exceso de costumbrismo en las imágenes de Fuentidueña, que por otra parte se repiten a lo largo del montaje y la parte sonora es bastante mala, lo son sus textos y lo es el acompañamiento musical que cae en el recurso de melodías populares, pero encima, las más repetidas son de raigambre claramente catalana, cuando se nos está relatando la batalla de Madrid y la música de "cobla" queda bastante fuera de lugar.
Aunque en ciertos círculos se le ha dado a este trabajo un gran mérito, yo he quedado un tanto decepcionado, pero bueno, tiene el valor de retratar la España de la época, eso sí con esa peculiar visión de los americanos, pues aunque el realizador es holandés, los productores son los conocidos antifascistas estadounidenses Lillian Hellman, Archibald Macleish y John Dos Passos.
Lo más destacable, la fotografía, aunque las imágenes bélicas están casi reducidas a planos de retaguardia y segunda línea y al avance de tropas en Brihuega. Las mejores, para mí, las de Madrid que reflejan de manera espontánea los sufrimientos de la población cercada y las de Fuentidueña, un tanto artificiosas, con mucha pose y planos preparados.
Interesante, sobre todo, por lo que tiene de testimonio.
Interesante, sobre todo, por lo que tiene de testimonio.