martes, 12 de octubre de 2010

CON LA MUERTE EN LOS TALONES

Siempre habrá alguien a quien no le guste, pero esta es una de esas películas redondas, no porque sea una obra maestra, ni porque haya entrado en los anales de la cinematografía, ni porque su protagonista sea Cary Grant o su director quien es. Me refiero a que es de las que agrada a un amplio abanico de público.
Y es que "Con la muerte en los talones", es sobre todo, una peli entretenida y uno va al cine, principalmente para eso, para pasar un rato agradable, entretenido, es parte del tiempo de ocio y el ocio, cuando se puede elegir, uno procura llenarlo con momentos que le resulten agradables y entretenidos.
Todo ello en base a un guión en el que Ernest Lehman y el propio Sir Alfred, le dieron la vuelta al relato original (la novela "The Wreck of the Marie Deare"), para adecuarlo a su gusto particular y debieron convencer a la productora, que cuando vio las primeras páginas, puso encima una pasta gansa, todo ello a pesar del batacazo de "Vértigo", la anterior película del gordito.


¿Qué es esta película? Mucho se hablado, escrito y discutido sobre donde encasillarla: Comedia, thriller, espionaje, suspense...
Es todo un poco, un cóctel de géneros, con el riesgo que eso implica de que sea nada por querer ser todo. En este caso el experimento salió perfecto. Una comedia con una historia de suspense que te pega a la butaca, eso es para mí.


Un guión, no diré disparatado, pero sí increíble; si te pones a analizarla, te rechinan los dientes.
¿Qué tipo que se ve envuelto en un malentendido que no le cuesta la vida de pura casualidad, cuando se ve libre de él, se vuelve a meter en la boca del lobo?
¿A quién se le ocurre emprenderla a tiros desde una avioneta fumigadora con la persona a la que quieres matar, cuando has conseguido llevarla hasta un lugar desolado, sin un árbol en 100 Km.? Lo normal es pasar por allí en un coche y despacharla con cuatro tiros.
Y así podríamos seguir.
Hitchcock se salta todo intento de verosimilitud, nos mete lo que quiere meternos, sin importarle un comino que sea creible o no y consigue que, después de cuestionarnos la primera o, como mucho, las dos primeras incongruencias, las demás, no sólo las pasemos por alto, es que ni nos enteramos de ellas, porque ya estamos tan metidos en la historia que nos cuenta, que encima, aplaudimos algunas de las secuencias derivadas de esa especie de cine del absurdo, como algunas de las mejores de la cinematografía de todos los tiempos.


¿Y de la historia en sí, qué me decís?
Pues volvemos a lo mismo, igual podemos entenderla como una historia romántica aderezada con secuencias de espías y de suspense; que como una película de suspense en la que se nos cuela una historia de amor.
De verdad que no es nada fácil hacer esto, cuántas veces hemos salido defraudados de un film que, como decía antes, se queda en nada por querer abarcar varias cosas.


Como no podía ser menos, con el prestigio y el tirón que tenía ya a estas alturas Hitch, la peli, su rodaje, está repleto de anécdotas.
La prohibición de rodar en el edificio de Naciones Unidas, por motivos de seguridad, la solventaron grabando con cámara oculta los exteriores y sacando fotos del interior a hurtadillas, que les sirvieron para recrear los escenarios en el estudio.
Otra tanto en el Monte Rushmore, que hubieron también de reconstruír en estudio ante la prohibición de rodar allí, en unas escenas que para Hitchcock tenían mucha importancia, ya que como revela Lehman, para escribir el guión, sólo le puso una condición inexcusable: Que incluyera una persecución en los rostros presidenciales.
El último chascarrillo, aunque hay muchos más: Para el papel de malo, que interpreta aquí James Mason, el primer elegido había sido Yul Brynner. Por cierto que con la figura del ayudante de este malo, que interpreta Martin Landau, tuvieron un problema con la censura norteamericana, ya que el tipo, una especie de secretario para todo, coge una manía horrible a Eva Marie Saint, porque sospecha que engaña a su jefe y a pesar de ello este sigue enamoradísimo de ella. Los retorcidos censores, viendo en toda esta actitud un signo de homosexualidad, pidieron explicaciones.
Para que después nos quejemos de nuestra censura. En todos los sitios cuecen habas.


Son famosísimas algunas escenas de la película (la de la avioneta, la ya mencionada del Monte Rushmore...) Yo me quedo (además de esas míticas), con dos, por citar alguna: Los títulos de crédito, maravillosos, obra de Saul Bass y todos los planos que se desarrollan en la mansión que Phillip Vandamme tiene en los alrededores del Monte Rushmore, una sensacional conjunción entre cine y arquitectura, mostrando algunos planos verdaderamente sublimes.
En cuanto a la banda sonora, una maravilla. Con los primeros compases, uno ya se siente subyugado y ganado por la increíble partitura de Bernard Herrmann.
Y dos cosicas quizá menores, pero que a mí me llamaron la atención: En la escena en la que Cary Grant finge que se está duchando, silba la melodía de "Singin' in the Rain" ("Cantando bajo la lluvia") y la otra, el llamativo vestido negro con estampados en rojo de Eva Marie Saint, otra muestra de la intervención de Hitchcock en todos los detalles de sus pelis, ya que, al parecer, no le gustaron los modelos que le habían presentado para la peli y se fue de compras con su actriz protagonista, gastándose lo que les vino en gana en trapitos.


Una peli, que se puede recomendar sin temor a equivocarse, es una apuesta segura. Ya con los títulos de crédito, uno olfatea que allí va a ver algo grande y a partir del minuto dos, quedamos atrapados por un film que nos mantendrá embelesados hasta el mismísimo final.




4 comentarios:

  1. La vi hace muchísimos años pero no la recuerdo, la imagen de la avioneta por supuesto, no hace falta ver la peli para eso, pero fíjate que por más memoria que intento hacer y sabiendo que la he visto, no la recuerdo.
    ¿Será que no me hizo ni fu ni fa? Nada, tendré que verla de nuevo, un saludo :)

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  2. Esa ventaja tienes, si algún día la vuelves a ver, será nueva para ti.

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  3. Pues ya tardabas. Es mi preferida de Hitchcock.

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