En el Japón medieval, la madre y la esposa de un guerrero esperan su vuelta del frente. Sobreviven engañando a los soldados perdidos en los campos, a los que asesinan para luego vender sus pertenencias.
Cuando su vecino Hachi (Kei Satô) deserta de la guerra y regresa a casa, se enteran de que su hijo y esposo murió apaleado por los agricultores cuando robaba provisiones para sobrevivir. Pronto, Hachi seduce a la joven viuda, quien se escapa de su choza todas las noches para tener relaciones sexuales con él. Cuando la mujer mayor descubre la infidelidad de su nuera, le ruega a Hachi que la deje con ella, ya que no podría matar a los guerreros sin su ayuda. Sin embargo él ignora su petición y continúa viéndose con la joven. Cuando un samurái con una máscara de demonio se topa con la mujer mayor en su choza pidiéndole que lo guíe fuera del campo, ella lo atrae y él cae en el pozo donde ella arroja los cuerpos de sus víctimas. La mujer baja por el agujero para tomar sus posesiones y su máscara, y descubre que es un hombre desfigurado. Entonces ella utilizará la máscara de demonio para atormentar a su nuera y mantenerla alejada de Hachi. Sin embargo, cuando decide quitársela, se lleva una sorpresa.
Ambientada en el siglo XIV, un período brutal de la historia del país nipón, devastado por la guerra civil entre shogunatos rivales, los samuráis, cansados del combate, se ven atraídos hacia los campos de hierba susuki de altura superior a la de un hombre erguido, para esconderse y descansar.
El film está impregnado de emociones primarias, un erotismo oscuro, una frenética banda sonora de Hikaru Hayashi e imágenes impactantes, líricas y macabras a la vez. El pozo al que tiran los cadáveres, es una metáfora del agujero negro que se esconde tras lo que conocemos como sociedad civilizada.
Kaneto Shindô, uno de los directores más prolíficos de Japón, obtuvo su mayor éxito internacional con el estreno de Onibaba en 1964. Su representación de la violencia y la sexualidad gráfica no tenía precedentes en el momento del estreno, Shindô logró, a través de su propia productora, sortear las estrictas normas de la industria cinematográfica japonesa.
Fantástica película de fantasmas.
ResponderEliminarUn enfoque muy peculiar y atractivo.
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