lunes, 9 de junio de 2025

LA MUJER DE LA ARENA (SUNA NO ONNA)

 


Jumpei Nikie (Eiji Okada), un entomólogo y maestro de escuela residente en Tokio, se encuentra en un pueblo costero para recolectar insectos de arena. Como es tarde y perdió el último autobús de regreso a la ciudad, algunos aldeanos locals le sugieren que pase la noche allí, ofreciéndole encontrar un lugar donde quedarse. Ese lugar es el hogar de una joven, cuya casa está ubicada en el fondo de un pozo de arena al que solo se puede acceder por una escala de cuerda. Más tarde se entera de que el esposo y el hijo de la mujer murieron en una tormenta de arena; sus cuerpos debieron quedar enterrados cerca de la casa, pero nunca fueron encontrados. A la mañana siguiente, cuando intenta irse, descubre que la escala ha desaparecido, lo que significa que está atrapado con la joven, ya que las paredes del arenero carecen de agarre. También comprende que esta trampa era el plan de los aldeanos y la joven para que él se quedara allí permanentemente y la ayudara en la interminable tarea de extraer la arena, que de no hacerse, los tragaría vivos. Dependen de los aldeanos para que les ayuden a remover la arena, pero también para sus raciones, incluyendo el agua. Aprende que la arena es la vida de la joven, y que ella no conoce ni quiere otra vida. Por lo tanto, no tiene sentido chantajearla ni matarla, ya que está dispuesta a vivir y morir por esta vida y él seguramente morirá si ella muere. Su tarea se convierte en encontrar una manera de escapar mientras coexiste con la mujer en lo que él considera su prisión.


Doblemente nominada a los premios Oscar (director y película extranjera), Hiroshi Teshigahara se convirtió en el primer realizador japonés en ser nominado a los premios de la Academia.
La película adapta la novela Sunna no onna (1962), del japonés Kôbô Abe, autor también del guion.


Inquietante película en la que desde el primer momento sentimos una especie de desasosiego que se materializa cuando el protagonista cae en la trampa que le tienden. 
La historia es una suerte de parábola sobre la libertad y reflexiona alrededor de esa idea y ese derecho tan apreciado por el hombre, desde la privación de la misma, hasta la elección de hasta qué punto es deseada o no en determinadas circunstancias y si estamos dispuestos a sacrificarla en aras de otros objetivos. 
Además de lo hipnótico de la narración, el film tiene secuencias de gran plasticidad con una utilización realmente conseguida de los primeros y primerísimos planos que nos llevan a sentir el agobio de la situación planteada y a sentir cómo la arena se pega a la piel de los intérpretes como si fuera la nuestra.




4 comentarios:

  1. Me parece una obra maestra. Una película que deja huella (de arena).

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  2. Una gran película de un director que no suele figurar entre los nombres más célebres de la cinematografía nipona.

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