jueves, 12 de junio de 2025

CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA

 


Durante la guerra civil que asola Japón en el siglo XVI, los aldeanos Genjurô (Masayuki Mori) y Tôbei (Eitarô Ozawa) pretenden hacer fortuna: Genjuro como alfarero y Tobei como samurai. Ambos dejan a sus esposas abandonadas para cumplir con sus ambiciosos sueños. La misteriosa Lady Wakasa (Machiko Kyô), otra víctima de la guerra, se cruzará en el camino de Genjuro.


Conforme rezan los títulos de crédito, el guion se inspira en cuentos del autor japonés Ueda Akinari, que vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX (concretamente dos cuentos incluídos en su libro Cuentos de lluvia y de luna). 
"Ugetsu Monogatari", de Kenji Mizoguchi, se considera su obra maestra por su profundidad temática, su maestría visual y su resonancia cultural. La estructura de la película es episódica, reflejando la tradición narrativa de los monogatari (relatos narrativos), pero el maestro japonés unifica los episodios mediante paralelismos temáticos y un retorno cíclico a la aldea, simbolizando el retorno a la humildad y a los valores familiares tras las desafortunadas aventuras de los hombres. La película combina realismo histórico con elementos sobrenaturales, explorando temas como la avaricia, las dificultades de la clase humilde, la devastación de la guerra, la opresión de la mujer y su rol en la sociedad, a la vez que ofrece una conmovedora crítica del orgullo masculino y los valores sociales en el Japón feudal.


Fantasmas y espectros se evocan en escenas imaginarias, y la fantasía y la realidad son inseparables, convirtiendo la estilísticamente soberbia película de Mizoguchi en un poderoso estudio de psicología y una intensa tragedia.
La fotografía del film, utiliza de manera soberbia los claroscuros, las sombras chinescas y el ambiente tenebroso de la niebla en algunas de sus secuencias.
Es un relato con moraleja, pero ¡qué bien se mueve Mizoguchi incluso en el melodrama!, consiguiendo no resultar empalagoso en ningún momento.
Al parecer el final que figuraba en el guion era bastante más cruel y pesimista, seguramente más cercano a la propia naturaleza humana, pero los productores pidieron al realizador que acabara con algo más complaciente y Mizoguchi estuvo de acuerdo, envolviendo las escenas crudas y tristes del desenlace con cierto aire poético y dejando un mensaje de esperanza en el destino futuro.




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