Ambientada en una remota provincia del norte de China en los años 20 y 30, la historia es narrada por un hombre que recuerda la vida y la época de sus abuelos. Jiu'er (Gong Li) es una joven novia dispuesta a casarse, en un matrimonio arreglado, con el dueño de una bodega de sorgo, anciano y enfermo. Él muere misteriosamente, y Jiu'er se hace cargo de la bodega, junto con su amante (Jiang Wen), uno de los hombres que la acompañaban en el viaje, del que se ha enamorado. Es un pícaro fornido con un carisma natural y tosco. Sus vidas en el campo son una mezcla de disputas y momentos alegres, pero la invasión de los japoneses trae tragedia y sangre a sus puertas.
La película supuso el debut en la realización del director Zhang Yimou y también el primer trabajo en la gran pantalla de su actriz fetiche Gong Lin. El film recibió en Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín de 1988.
La historia que cuenta, tampoco es que sea nada del otro mundo, tiene su encanto y muestra la dura vida de los trabajadores de zonas rurales en la época y todo eso. En la parte dedicada a la ocupación japonesa, se nos muestra la brutalidad del invasor y las torturas, pero como si se buscase más el impacto de las imágenes que otra cosa.
Habrá a quien todo esto, sobre todo la primera parte, les pueda resultar aburrido.
Otra cosa bien distinta es la maravillosa calidad visual de las imágenes, el uso simbólico de los colores, con predominio de rojos y azules y las espectaculares tomas de amaneceres y ocasos o el ondulante movimiento de las plantas de sorgo. Todo esto es sublime y, para mi gusto, lo mejor de la película.
La primera vez que oí hablar de esta película fue en boca del escritor Juan Marsé, que vino a darnos una charla cuando yo aún estudiaba en la universidad. Según el futuro Premio Cervantes, le había servido de inspiración para su novela "El embrujo de Shanghai".
ResponderEliminarFue el debut, por todo lo alto, de Zhang Yimou.
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