Richard Dadler (Glenn Ford), un soldado veterano de guerra en busca de trabajo, acepta un empleo como profesor en el North Manual High School, un colegio público situado en las afueras de una gran ciudad norteamericana, al que acuden jóvenes marginales y conflictivos.
Tras una severa entrevista con el director del centro, Dadler se da cuenta que la tarea no será fácil. Y, al entrar en al aula por vez primera, ve que ante si tiene a unos chicos que son violentos en extremo, delincuentes en potencia, una especie de horda de desalmados.
De otro lado, los colegas de trabajo tampoco son muy halagüeños en sus predicciones sobre el trabajo de profesor, sobre todo en ese centro. Dadler habrá de sufrir humillaciones, agresiones físicas y otros muchos inconvenientes.
Tras una época de dudas sobre si continuar o no en el centro, pues los percances con los jóvenes tocan de lleno incluso a su mujer, intenta encontrar trabajo en otro colegio mejor, lo que consigue. Pero finalmente decide continuar en su centro y emplearse duro en su tarea para hacer de sus alumnos hombres de provecho que puedan insertarse en la sociedad.
El guión se basa en una novela de Evan Hunter del mismo título que el original del film (Blackboard Jungle), que relata las condiciones de dureza en que se han criado los jóvenes de barrios marginales apenas diez años después de finalizada la II Guerra Mundial. Hunter se basó en sus propias experiencias como profesor en una escuela del sur del neoyorkino barrio del Bronx para escribir el libro. Contaba que su idea era acercar a Shakespeare a estos jóvenes, pero ellos solo aspiraban a ser mecánicos de autos y no lo entendieron. Me fui a casa llorando noche tras noche.
La película tuvo problemas para su distribución, las autoridades políticas pensaban que no daba buena imagen del país y, de hecho, la embajadora de EE.UU. en Italia, Clare Boothe Luce, consiguió impedir que se estrenara en el Festival de Venecia. Como suele ser habitual, estas controversias sirvieron para aumentar el interés del público por ver la película.
Tema actual donde los haya por la degradación que sufre la educación en algunos entornos, un asunto que, a pesar de tantos años transcurridos desde el estreno de la película, sigue vigente por desgracia.
Bien interpretada, con la participación de un jovencísimo Sidney Poitier, el film nos acerca a la difícil tarea de los docentes en estos ambientes tan poco propicios, entre otras cosas, porque los jóvenes saben que les va a resultar muy complicado salir de aquel entorno y, por tanto, la falta de alicientes para tomarse en serio su propia formación es patente. En una de las escenas, Glenn Ford le dice a uno de sus colegas: ¿Sabes lo que cobra un profesor en una escuela pública?, dos dólares a la hora. Y sabes lo que cobra... Y aquí empieza un recitado de profesionales, comenzando por jueces, políticos, policías, bomberos, etc., en el que todos cobran salarios superiores, pero es que la relación acaba hablando de carpinteros, cocineros y otros similares, y ellos también cobran más.
Un film muy realista, en algunos momentos incluso desagradable por lo cruel de algunas situaciones, no me extraña que escociera, como lo hacen las verdades y toda una llamada de atención sobre unos hechos y unas situaciones que claman al cielo, al tiempo que un reconocimiento, a sensu contrario, de la labor de aquellos docentes que, únicamente por auténtica vocación, se dedican a trabajar con estos jóvenes y empeñan toda su energía, su saber y su paciencia para ayudar a que alguno de ellos, al menos, pueda salir del pozo de la desesperanza en pos de un futuro digno.
Que tal Trecce!
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no la veo, creo que merece un nuevo visionado. Por Glenn Ford tengo predilección, por cierto, curioso lo de Sidney Poitier, algunos años mas tarde seria el quien saldría a la arena a lidiar con los alumnos.
Saludos!
Sí es curioso lo de Poitier, aquí un chico que apenas empezaba y años después haciendo un papel en cierto modo similar al de Ford.
EliminarHola, Trecce
ResponderEliminarUn tema muy difícil de tratar desde cualquier ángulo pues si nos pusiéramos en los zapatos del profesor, tendríamos deseos de salir corriendo para no enfrentar a chicos tan difíciles; pero si observáramos el film desde la poca o nada educación, consideración y empatía recibida por esos niños grandes, tendríamos que darles la razón: me parece que a ellos les serviría más aprender mecánica que en el futuro inmediato les proporcionaría con su conocimiento un trabajo remunerado, que hacerse los “finos” enseñándoles las obras literarias de Shakespeare, asunto que pudieran aprender como entretención, cuando ya supieran un oficio para defenderse económicamente.
Rindo un homenaje a esos profesores que se la juegan todos los días, que deben hacer grandes caminatas para llegar a Escuelas lejanas para impartir un poco de educación a los niños campesinos. También mis respetos, a profesores como el del film, que procuró quedarse en esa Institución a pesar de los inconvenientes porque vio en cada chico, una oportunidad de lograr un cambio intelectual en favor de los más desprotegidos.
Mil gracias por el tema. Un gran abrazo
Gracias a ti por tu extenso y acertado comentario.
EliminarPuede que haya quedado un tanto desfasada en algunos aspectos, pero, aun así, sigue siendo una gran película.
ResponderEliminarEl mensaje es totalmente actual.
EliminarSiempre había pensado que EE.UU. nunca se había preocupado de la imagen del país que daban sus películas.
ResponderEliminarPues en este caso, la cosa de poner peros a la exportación del film, vino nada menos que de una comisión del Senado.
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