El sargento Zack (Gene Evans), fue hecho prisionero, pero ha logrado escapar con vida tras recibir un tiro en la cabeza de cuyas consecuencias mortales le ha salvado el casco, al contrario que sus compañeros de cautiverio que han muerto todos tiroteados. Gracias a la ayuda de un niño surcoreano huérfano, consigue liberarse de sus ataduras. Ambos se unirán a un nuevo pelotón cuya misión es establecer una posición de observación en un templo budista en medio de la selva y rodeado de enemigos. Sin embargo, cuando llegan, el sitio parece desierto.
Filmada solo seis meses después de que comenzaran las hostilidades, es el primer film sobre la guerra de Corea.
La película está dedicada a la Infantería Norteamericana, un cuerpo en el que el realizador y guionista del film, Samuel Fuller, sirvió durante la II Guerra Mundial, participando en los desembarcos en varios países diferentes. Estuvo en la liberación de un campo de concentración y documentó las imágenes con una cámara de 16 mm.
Película de escaso presupuesto, con un claro mensaje patriótico, en la que los soldados americanos, siempre a la defensiva, mueren con honor luchando contra un enemigo despiadado. Aún así, observamos algunos de los cambios que se están produciendo en la sociedad norteamericana, hay un soldado afroamericano, el cabo Thompson (James Edwards) y otro es un japonés-estadounidense, el sargento Tanaka (Richard Loo), que admite que sus padres fueron separados y enviados a diferentes campos de "reubicación" durante la Segunda Guerra Mundial porque eran japoneses.
Fuller retrata los horrores de la guerra, pero su propia experiencia bélica, parece que le lleva, en el fondo, a añorar ese ambiente, sobre todo la camaradería que se da entre los soldados y es que Fuller admira al grupo, la forma en que permanecen unidos a pesar de sus diferencias, como diciendo: lo estamos pasando mal, pero estamos juntos, y no quiere renunciar a hacer heroicos a sus personajes.
Durante todo el film sentimos la nostalgia de director hacia sus propias experiencias bélicas y, aunque hay cierta objetividad al señalar algunos defectos de los norteamericanos, como el racismo o las diferencias sociales, parece como si estuvieran buscando que sus propios compatriotas, al ver la película, se encojan de hombros sin darle mayor importancia.
Que tal Trecce!
ResponderEliminarEs una película que se la menciona poco, supongo que ser una producción de segunda le ha pesado. En todo caso creo que se merece un visionado.
Saludos!
Yo creo que sí.
EliminarPor muy de serie B que fuese, el hecho de que la dirigiera Fuller le da un valor añadido. No me extraña que Godard demostrase su admiración por él al hacerlo intervenir en "Pierrot le fou" (1965).
ResponderEliminarSerie B por presupuesto y actores que, normalmente, son secundarios en otras película, por lo demás ¡cuántas quisieran!
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