En 1887, Onofre Bouvila (Olivier Martinez) abandona su aldea pirenaica y llega Barcelona que está en plena fiebre de renovación.
Delfina (Emma Suárez), hija del dueño de la pensión en que se ha instalado, ofrece a Onofre trabajar para el grupo anarquista al que pertenece su novio, repartiendo octavillas entre los obreros que trabajan en la futura Exposición Universal, pero pasado un tiempo, el joven duda de que aquel camino que siguen los anarquistas, que se llevan palos por todos los lados, le lleve a lo que él quiere conseguir, que no es otra cosas que ganar dinero, así que se dedica a vender crecepelo entre la gente a la que antes repartía octavillas. Expontáneamente le surge un ayudante, Efrén Castells (José María Sanz Beltrán "Loquillo"), junto al que se introduce en ese mundo de pícaros y pequeños delincuentes.
Una vez se inaugura la Exposición, Onofre tiene un golpe de suerte. En su vida aparece don Humbert Figa y Morera (Joaquín Díaz), un hombre de oscuro pasado y brillante presente, que le ofrece trabajo. O acepta trabajar para él o va a la cárcel. Onofre no tiene alternativa. Aquel hombre conoce todas sus actividades. Bajo los auspicios de Humbert Figa el joven empieza a conocer una Barcelona que antes desconocía, la Barcelona de los cabarets, de la vida nocturna, de los burdeles. Onofre se gasta mucho dinero en vestir y se relaciona con proxenetas, prostitutas, traficantes de drogas, policías..., pero también empieza a participar en algunos buenos negocios gracias a su patrón.
Basada en la novela homónima de Eduardo Mendoza, la historia nos acerca a los años en que el anarquismo comenzaba a penetrar en Barcelona que sería, a la larga, uno de los bastiones del movimiento.
Asistimos a las luchas entre patronal y obreros y al pistolerismo que llega a suplantar a las autoridades legales y que sería uno de los factores que propiciaría el golpe militar de Primo de Rivera.
A pesar de haber alcanzado el reconocimiento anterior por algunas de las mejores adaptaciones al cine de conocidas obras de la literatura española (Fortunata y Jacinta, La colmena, Los santos inocentes o La casa de Bernarda Alba), en este caso, Mario Camus no está tan afortunado como en otras ocasiones, optando por estructurarla en pequeños episodios que separa con fundidos en negro y que se convierten en un relato de corte realista.
Para quienes no hayan leído la novela de Mendoza, puede resultar entretenida, pero quienes hayan tenido la suerte de leer la obra del recientemente galardonado con el Premio Cervantes, sentirán un pequeño fiasco y es que la novela de Mendoza tiene muchos pasajes que nos recuerdan a El padrino, de Mario Puzo y uno no puede por menos que pensar en lo que se pudo haber hecho con esta novela después de ver lo que consiguió Coppola con la del escritor norteamericano de origen italiano.
Ni he leído la novela ni he visto la peli y bien que lo siento por lo que describes.
ResponderEliminarHe leído varios libros con ese mismo temario y siempre me han interesado mucho.
La novela la estoy releyendo ahora, después de muchos años y la peli no le llega a la altura.
EliminarCreo que en Emma Suárez hizo un buen papel, pero a otros actores de reparto, como que les faltó más chispa.
ResponderEliminarSalud Trecce
El personaje de Delfina está totalmente cambiado con respecto a la novela, en la que se la presenta como muy fea y Emma, gracias a Dios, no tiene nada que responda a ese patrón.
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