Un joven llamado Fernando (Jorge Sanz), tras el fallido golpe de Jaca deserta de la base aérea de Cuatro Vientos donde está destinado. Unos meses después, en febrero de 1931, se tropieza con unos guardias civiles por la zona por la que deambula. Tras conocer sus ideas políticas, le arrestan.
En un determinado momento uno de los guardias (el cabo), decide soltar al joven arrestado en contra de sus propias ideas políticas, el compañero de éste no está de acuerdo porque lo considera una traición hacia la ley y amenaza con matarlo si suelta al joven. El cabo, que además es suegro del otro guardia, le desafía, recordándole que es uno de los miembros de su familia y no tendrá valor para hacer lo que dice, pero el guardia en un momento de locura, dispara y lo mata, reaccionando acto seguido cuando es consciente de lo que ha hecho y arrepentido de lo ocurrido, suicidándose a continuación. El joven, atónito ante lo sucedido, huye despavorido.
Fernando, ex-seminarista, joven y guapo, conoce entonces a Manolo (Fernando Fernán Gómez), un viejo pintor, sabio y escéptico, que le ofrece cobijo en su casa en medio del campo, pero también su amistad. Llega el día en que el joven debe irse, pues vienen de Madrid las cuatro hijas del pintor a pasar unos días con su padre. Cuando el joven ve descender del tren a Clara (Miriam Díaz-Aroca), Violeta (Ariadna Gil), Rocío (Maribel Verdú) y Luz (Penélope Cruz), decide no coger el tren y regresa a casa de Manolo. Esos días marcarán el resto de su vida. En terreno tan propicio, Fernando descubrirá pronto los placeres terrenales pero, también, lo pasajera que acostumbra a ser la felicidad, el joven enamora, y se enamora, sucesivamente de las cuatro chicas, teniendo relaciones sexuales ocasionales con tres de ellas, Clara,Violeta y Rocío, las mayores. Luz, la hija menor, está enamorada de Fernando que acabará pidiéndola matrimonio.
Segunda película española en obtener el Oscar de Hollywood a la mejor película de habla no inglesa a pesar de que no contaba mucho en las predicciones.
Es conocida la anécdota de Fernando Trueba cuando recogió el galardón y en su breve alocución de agradecimiento dijo: "Me gustaría creer en Dios, pero sólo creo en Billy Wilder, así que, gracias Sr. Wilder".
A los pocos días, el genial cineasta estadounidense de origen austriaco, le llamó para agradecerle el detalle. Cuando Trueba descolgó el teléfono, Wilder le dijo: "Hello Fernando, I'm God"("Hola Fernando, soy dios").
El film es técnicamente brillante, muy bien fotografiado por José Luis Alcaine y con un buen trabajo de iluminación; cuenta además con un guión del gran Rafael Azcona, bien construído, que da pie a una película sin pausas que entretiene al espectador, con muchos momentos de humor, pero también con llamadas de atención sobre que la felicidad es perecedera.
Las actuaciones más que correctas en general y, aunque el peso de la narración lo llevan el protagonista y las cuatro chicas, hay un magnífico trabajo de los secundarios, empezando por Fernando Fernán Gómez y siguiendo por el resto de nombres, algunos muy conocidos en el cine español (Agustín González, Chus Lampreave, Gabino Diego, Juan José Otegui, María Galiana...).
Trueba lleva a la pantalla la historia de un sueño, de una entelequia si se quiere, una especie de paraíso en la tierra. No es baladí que la acción se sitúe en el tiempo inmediatamente anterior al advenimiento de la II República, pues aquello también fue un sueño de algo que pudo ser y no fue.
Es una historia de libertad en todos los sentidos, aunque alguno sólo se fije en el aspecto sexual, pero en realidad no se detiene únicamente en eso, sino que la libre expresión de ideas, o el papel de las mujeres, a las que se presenta como personas cultivadas y dueñas de su persona, redunda en ese discurso, que se remata con un entorno bucólico, alejado de una realidad que no era la que se nos muestra de sana convivencia. Así acabó todo como acabó, incluso antes de haber empezado.
Lo dicho, la historia de un sueño.
Sí, todo aquello (el levantamiento de Jaca) y la llegada de una república que prometía ser el fin de los caciquismos y el inicio de una España LIBERAL, fue todo un sueño jamás cumplido.
ResponderEliminarMe alegro de que Trueba hiciera esa película.
Entre unos y otros se encargaron de frustrar tanta esperanza.
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