En mitad de la noche, el teléfono despierta al capitán Philippe Legorjus (Mathieu Kassovitz), se le ordena presentarse de inmediato en el cuartel general de la Gendarmería. Según datos aún confusos, 30 gendarmes han sido secuestrados en una lejana isla del Pacífico llamada Ouvéa, territorio francés de Nueva Caledonia. El capitán perteneciente al GING, el grupo de intervención de la Gendarmería, especializado en misiones antiterroristas y de rescate de rehenes, volará junto a sus hombres, para colaborar en la liberación de sus compañeros retenidos por los independentistas.
Cuando llegan al archipiélago se encuentran con un despliegue inusitado de tropas del ejército, lo que provoca cierto malestar en Legorjus, pues los métodos de la policía y los del ejército, no son precisamente coincidentes, además, se le ordena ponerse bajo el mando de los militares.
Legorjus ha de contemplar como el comportamiento de los soldados está contribuyendo a crispar el clima entre la población civil, pues entran en las aldeas a saco y someten a algunos ciudadanos a torturas y vejaciones, intentando sonsacarles el paradero de los gendarmes secuestrados.
El guión se basa en las memorias del verdadero capitán Legorjus y la película tiene un amplio trabajo previo de documentación. Diez años estuvo su realizador y coguionista Mathieu Kassovitz, recabando información que incluye entrevistas a testigos y visitas a los lugares donde se desarrollaron los acontecimientos.
Las actuaciones no me han parecido nada del otro mundo, y la interpretación del director en el papel protagonista, no acaba de transmitir demasiado.
Con un mínimo soporte musical, lo que si está bien logrado es la ambientación, sobre todo las escenas que transcurren en la selva.
En el trasfondo del film y de la historia real, están las elecciones presidenciales francesas de 1988, los hechos transcurren entre la primera y la segunda vuelta. En ellas contendían François Mitterrand y Jacques Chirac y durante todo el film se hace hincapié en la trascendencia que tienen los intereses políticos a la hora de tomar decisiones, parece como si el valor de las vidas humanas en juego pasase a un segundo plano en beneficio de otros fines, es decir, de ganar la contienda electoral. También se nos muestra el enfrentamiento entre militares y policías y su distinto modo de ver las cosas.
En ciertos momentos, el planteamiento es un tanto ventajista, se retratan unos hechos acontecidos más de veinte años atrás y se cuenta con la ventaja de saber qué ocurrió al final, algo que desconocían las fuerzas policiales y los militares encargados de acabar con el secuestro de los gendarmes, por eso, cuando se dice al final que sólo dos militares murieron en el choque final y fueron 18 los terroristas (como a tales los tenía el gobierno francés) que perecieron en el mismo y ningún rehén, parece que, además de trasladarnos las cifras (que son reales), se pretende cargar contra los asaltantes.
La película tiene más de film sociopolítico que de otra cosa, a pesar de las escenas de acción. El punto de mira está, sobre todo, en el enfrentamiento de culturas distantes, desconocidas entre sí y en la lucha por la independencia del pueblo canaco que ve amenaza su cultura por los colonizadores occidentales.
Sin embargo, las mejores escenas, son precisamente las que se centran en el plano bélico, la toma de la gendarmería y, sobre todo, el asalto final de las tropas francesas al reducto donde están los rehenes, magníficamente planificada, rodada cámara en mano, siguiendo el punto de vista de los asaltantes y que nos sumerge de lleno en la tensión y el peligro que se viven, con las balas silbando alrededor procedentes de lugares invisibles.
No la he visto. A ver si me hago con ella.
ResponderEliminarEstá entretenida y el asunto es interesante.
EliminarDiez años recabando información para una película, eso es tener constancia, afición y amor por el Séptimo Arte.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Imagino que en ese tiempo se dedicaría también a otras cosas.
Eliminar