martes, 27 de marzo de 2012

AITA TETTAUEN

Atractiva novela porque además de la prosa delicada y expresiva de D. Benito, nos trae un episodio que se enmarca en un contexto poco tratado, cual es la política exterior española en el siglo XIX, concretamente la Campaña Africana emprendida por O'Donnell, en teoría para meter en cintura a los piratas del Riff.
La campaña se desarrolló durante los años 1859-60 y Galdós, en un párrafo, con la clarividencia a que nos tiene acostumbrados, resume así las verdaderas razones de la expedición:

Demostró el general O’Donnell gran sagacidad política inventando aquel ingenioso saneamiento de la psicología española. Imitador de Napoleón III, buscaba en la gloria militar un medio de integración de la nacionalidad, un dogmatismo patrio que disciplinara las almas y las hiciera más dóciles a la acción política. Con las victorias de Crimea y de Italia fabricó Napoleón patriotismo, más o menos de ley, que hubo de servirle para consolidar su imperio. Francia nos daba las modas del vestir, las modas del pensar y del sentir artístico: nos hacía los ferrocarriles; nos ponía, con mano de niñera ilustrada, en los andadores del progreso; de Francia trajimos también una remesa de imperialismo casero y modestito, que refrescó nuestro ambiente y limpió nuestra sangre, viciada por las facciones. Los partidos de oposición, deslumbrados por el espejismo histórico, cayeron en el artificio.

Es evidente que una de las razones para llevar allí a nuestras tropas, era despojar al ejército del lastre que le suponía su participacipación continua en las diversas asonadas que se sucedían y devolverle su razón de ser. Al tiempo, O'Donnell trataría de recoger los frutos en beneficio de su partido, la Unión Liberal.
El protagonista del episodio es Juanito Santiuste, que acude allí con la misión de enviar a la Península sus crónicas de los hechos que presencie. Santiuste pasa del fervoroso patriotismo y el ansia de narrar las nuevas glorias de las armas hispanas, a un escepticismo que le transforma en convencido pacifista, él mismo se llama Apostol de la Paz.
Antes de que las tropas españolas entren en Tetuán (Tettauen), llega allí nuestro protagonista, a la ciudad blanca, donde establece relaciones con los moros, sobre todo con El Nasiry (Gonzalo Ansúrez), que se convirtió años atrás al Islam; y con los judíos.
Algunos de los árabes que allí habitan, son de los que conservan las llaves de sus casas de Granada y un buen número de judíos son sefardíes y Galdós nos deleita con algunos diálogos en los que estos personajes se expresan en ladino.
Me resultó muy interesantes la narración de la entrada de O'Donnell en Tetuán y las tensiones previas entre los partidarios de entregar la plaza y quienes pretenden defenderla.
No menos interesante, la descripción novelada de la famosa batalla de Castillejos, de donde el general Prim tomaría el sobrenombre de Héroe de Castillejos. Galdós nos la presenta no exenta de épica, pero mezclada con el sentimiento desgarrador de las muertes de unos y otros contendientes que se comportaron bravamente.

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