Una de las tonterías recurrentes que escuchamos de vez en cuando, incluso dicha por nosotros mismos mitad en broma, mitad en serio, es que los españoles son (somos) unos vagos.
Los españoles, hablando en general, son un pueblo laborioso, a las pruebas me remito, la situación económica está con está y esto no revienta, en buena parte porque las familias, tirando de ahorros, están soportando como pueden el lastre de la disminución de ingresos, del paro y de las perspectivas horripilantes que se nos presentan. ¿De dónde creen que proceden esos ahorros? Pues del trabajo, ni más ni menos, de lo que durante los años de bonanza (y de no bonanza), durante toda una vida, en algunas ocasiones, hemos ido metiendo en la cartilla del banco.
Algunos de esos ahorradores las están pasando canutas, necesitan dinero líquido para poder seguir tirando para adelante y echan mano de sus ahorros, vendiendo el segundo piso que compraron con sangre sudor y lágrimas, hipotecando la vivienda habitual cuando acababan de librarse de la hipoteca o sacando del banco los euros que tenían ahorrados, muchas veces perdiendo una pasta que habían invertido como plan de pensiones o productos similares.
Habrán oído y leído el lío que se ha montado hace poco con uno de estos productos financieros llamado participaciones preferentes.
Las participaciones preferentes son valores emitidos por una sociedad, pero que no otorgan a sus suscriptores parte de la propiedad y fue un producto de moda en los años 2008 y 2009 y en muchas ocasiones, quienes las compraron lo hicieron asesorados por empleados del banco (de su banco de toda la vida), pensando (porque así se lo decían) que eran productos garantizados. Alguna de esta gente son personas cuyo nivel cultural tampoco es nada del otro mundo y si bien es cierto que la responsabilidad última es del que firma y que se les puede llamar lelos por creer que un producto de alta rentabilidad no esconde detrás un riesgo, no es menos cierto que muchas veces, las entidades emisoras (normalmente bancos o empresas participadas por ellos), se mueven, a la hora de colocar estos productos, por la obtención de unos objetivos comerciales establecidos por la dirección y les importa un bledo trincarte a ti, a mi, o al vecino de enfrente, lo que quieren es venderlas y después es tu problema. Para ello, en ocasiones, se callan ciertas cosas (la famosa letra pequeña) y la gente compra, porque la tentación es golosa y porque supones que viniendo de un banco, no es lo mismo que viniendo de Nueva Rumasa (¡ja, ja).
El problema surge al quererse deshacer de este producto de forma anticipada a través de su venta en el mercado secundario, caracterizado por ser poco líquido, en comparación con el mercado continuo. Con toda probabilidad la realización a través de la venta deberá esperar en el tiempo, hasta que exista un comprador que esté dispuesto a adquirirlas, aplicándoles previamente un porcentaje de descuento importante.
Muchos autónomos están tiesos como la mojama y necesitan pasta, solución: Vender estas participaciones y cuando van al banco, el banco les dicen que nones, que se lo cambia por otras cosas. Pero si yo necesito dinero, pues ni caso, si te mueres que te entierren.
Hay otros que se lo piden prestado a la familia, a su padre, por ejemplo, que tiene 85 tacos y cuando el pobre señorico va a por la pasta que necesita su hijo para no tener que cerrar el negocio, le hacen lo del trilero: Mire, el dinero no, pero le cambiamos las participaciones por un depósito a 10 años del 70% del capital y el otro 30% en acciones del banco o caja.
Pero oiga, que dentro de 10 años tendré 95 y, es más, no creo que llegue. Mire, por qué no me da un crédito para dejarle el dinero a mi hijo y toma como garantía la participaciones esas que me vendieron ustedes.
NO. Si quieres un crédito presenta otra garantía esa no vale.
Pero si me lo vendieron ustedes, cómo no va a valer.
He dicho que NO.
Total, toda mi puta vida (con perdón) en el mismo banco, creyendo que todo estaba garantizado y ahora no me dan mi dinero.
Y tú diciendo: Mi hipoteca la pago religiosamente, mis impuestos me los descuentan de la nómina y no puedo defraudarlos, jamás me han dado una beca para mis hijos, no he cobrado el paro por suerte y ahora encima llegan estos y me quitan el dinero a mayores del que les estoy dando a través de las ayudas del estado. Y cuando les vas a pedir pasta, no tienen, prefieren depositar los millones que les están dando, en deuda de la que compra el BCE.
Demasido pocos indignados hay.
Sacad esta lección: Si vais al banco, no vais a hablar con un amigo, vais a hablar con alguien que tratará de venderos algo para sacar una ganancia con ello, pero no son nuestros amigos.
Hijo mio tienes más razón que un santo, amigo Trecce. Fenomenal artículo, y dentro de lo malo como decía mí padre, encima tienes que dar gracias, porque el asunto se puede poner peor. Los bancos y los seguros la gente más aprovechada y usurera que te puedas tirar a la cara, pero sin ellos hoy día no se puede vivir. Un abrazo amigo.
ResponderEliminarLos bancos son peor que el tabaco.
EliminarQuién piense que el banco es su amigo o está podrido de dinero y no sabe los millones que tiene o es idiota del culo.
ResponderEliminarComo esto no mejore podemos tener un segundo "corralito a lo español" al tiempo.
Banco= buitres.
Saludos.
Y que nos perdonen los buitres.
EliminarLos pobres autónomos no pueden más, están al borde del trueque, se impone una inyección de liquidez que también mencionó Rajoy, además de aprobar de una vez la más que urgente reforma laboral y que se reuna con las pymes que son ,junto con los primeros mencionados, los que componen el tejido productivo de España y deben en gran parte su penosa situación a la morosidad de la propia Administración, manda narices...
ResponderEliminarReformillas, es lo que están haciendo, que ni crean empleo ni nada. Esperemos que al menos tranquilicen a los mercados.
EliminarYo insisto en la desaparición de trabas, es vergonzoso lo que te exigen las administraciones local y autonómica para abrir un negocio, vergonzoso. No me extraña que la gente se eche para atrás.
Y las ocurrencias, que primero fueron de los que se fueron y ahora son de los que llegan. Anda que la carga intelectual de la "SeñaBotella",
ResponderEliminarLos bancos y las cajas la ansia viva por sacar los cuartos a quien pille. Pero ojo, como en todo; hay profesionales en el sector financiero que han preferido (he preferido) y prefieren la cruz y tachón de sus superiores (incluso arrastrar el San Benito de vago y pasota) a la vergüenza de engañar a un cliente o no haber cubierto la cuota de hipotecas en aquellos gloriosos ejercicios de las promociones inmobiliarias. Hablo por propia experiencia.
Conozco a alguno más, Manuel, gente a la que ya no le quedaba otra que despotricar contra los jefazos del banco cuando veían entrar a gente (normalmente de no muchas luces), con verdaderos desaguisados en sus cartillas de ahorros. La explicación siempre era la misma: Habrá sido un error. Pero ellos sabían y me han contado, cosas que rayan con el delito.
EliminarLa banca es culpable por vender productos sin tener en cuenta las necesidades reales de sus clientes pero los clientes también son culpables por adquirir productos sólo por la rentabilidad que ofrecen y no mirar más allá. A veces sólo escuchamos lo que nos interesa.
ResponderEliminarEs cierto, Toribio, que al final, la responsabilidad última es del que firma.
EliminarNo menos cierto que todos estos que ahora reclaman que el estado ponga algún remedio al asunto, si la cosa hubiera ido bien y les hubieran dado una pasta gansa, ahora no estarían hablando de repartir los beneficios, estarían calladitos cobrando los dividendos.
Y, por último, es vedad que algunos de los que firmaron (algunos, insisto, no todos), no saben ni lo que han firmado, simplemente se dejan llevar por el consejo de un empleado del banco que si les hubiera puesto delante otro producto, otra cosa hubieran firmado.
A mi en principio, me da rabia que el banco monte una pseudo-estafa de este calibre, pero por otro, es como lo del timo de la estampita, ¿quién es más culpable, el que te engaña, o tú que quieres llevarte una pasta gansa?
En mi pueblo esto se llama avaricia y ya se sabe, la avaricia rompe el saco y lo que está claro es que un particular no va a engañar al banco, lo probable es que ocurra al revés.