En el Nueva York de los años 30, una familia italoamericana llora la muerte de Johnny Tempio (Vincent Gallo), acribillado a tiros. Los Tempio son un clan mafioso dirigido por tres hermanos. Ahora todo el clan está reunido para asistir al funeral de Johnny, el hermano menor, que se supone ha sido asesinado por Gaspare Spaglia (Benicio Del Toro), ya que el asesinado mantenía un romance con la esposa de Gaspare. Ante su ataúd, sus dos hermanos mayores, Ray (Christopher Walken) y Chez (Chris Penn), dos hombres torturados por su violento pasado, claman venganza. La vendetta ha comenzado y nadie está libre de ella.
Quizá con algún exceso en su planteamiento, Abel Ferrara nos presenta a esta familia que vive un drama cargado de hipocresía, al fin y al cabo, cualquiera tendría la certeza de que viviendo al límite como viven, acabarán mal, pero ellos parecen convencidos de que son invulnerables mientras revientan las cabezas de los demás.
No se trata simplemente de una película más de mafiosos, aquí vemos a unos seres miserables con los que es imposible empatizar de ninguna manera, egoístas, que utilizan la inteligencia (si la tienen) para la maldad y el propio beneficio, sin importarles el sufrimiento de los demás, incluso de los más cercanos, simples peones a quienes en el fondo desprecian y a los que únicamente utilizan para su propia satisfacción a la que creen tener derecho por encima de todo.
El final es desolador, producto de sus propias contradicciones, que les llevan a la tragedia de manera fatal.
Pues no la conocía, y mira que tiene un elenco importante.
ResponderEliminarApuntada a pesar de que sea imposible empatizar y de ese desolador final.
Gracias por la reseña.
Cuando digo que no se empatiza con los personajes, es porque los presenta como lo que son: delincuentes.
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