El abogado Fredrik Egerman (Gunnar Björnstrand) es un hombre maduro que vive una relación platónica con Anne (Ulla Jacobsson), su joven y virginal esposa, de 19 años. El matrimonio aún no se ha consumado tras dos años de convivencia en común, pues Fredrik desea otorgar a Anne todo el tiempo que necesite para sentirse cómoda antes de perder su virginidad.
Henrik (Björn Bjelfvenstam), hijo de un matrimonio anterior, estudiante en un seminario, que está en casa tras sus últimos exámenes, persigue a Petra (Harriet Andersson), la doncella de la familia. Una actriz llamada Desiree (Eva Dahlbeck), antigua amante de Fredrik, está en la ciudad y él la visita, pero ahora ella tiene un nuevo amante, el conde Carl Magnus Malcolm (Jarl Kulle), casado con Charlotte (Margit Carlqvist). Todos están invitados a una fiesta durante un fin de semana en la propiedad de la madre de Desiree. Charlotte intenta seducir a Fredrik para ganar una apuesta hecha durante la cena, mientras Anne, la casta esposa de Fredrik, aunque amaba a su esposo cuando se casaron, ahora se da cuenta de lo mucho que le atrae su hijastro.
Orquestadas en gran parte por Desirée, estas interrelaciones pueden desarrollarse en esa reunión social durante una cálida noche de verano, pero no sin el potencial de algunas consecuencias trágicas imprevistas.
La trama y el tono de la película se inspiran libremente en "El sueño de una noche de verano" de William Shakespeare y a su vez, Woody Allen, gran admirador del cine de Bergman, ha citado esta película como inspiración para su film La comedia sexual de una noche de verano.
Es cierto que se considera este film como una rara avis dentro de la filmografía de Ingmar Bergman, con su tono de comedia y sus afilados diálogos de humor sarcástico, pero también es verdad que bajo esa capa de historia ligera que carga las tintas sobre el aburrimiento y lo anodino de la vida regalada que llevan sus protagonistas, podemos hallar muchas de las constantes del realizador sueco y sus radiografías sobre la existencia y las complejidades de los sentimientos humanos y de la fugacidad de las pasiones carnales.
Bien ambientada, con una espléndida fotografía del maestro Gunnar Fischer, un hombre influenciado por Dreyer y Victor Sjöström, que trabajó, además de con Bergman, con el propio Dreyer y con Walt Disney, el film cuenta con interpretaciones de gran nivel de algunos de los nombres más valorados de las pantallas suecas del momento.
Caray...De verdad que Sueño de una noche de verano, dio para esta y para más...Lo que decimos, una fanquicia
ResponderEliminarEs lo que tienen los clásicos.
EliminarQue tal Trecce!
ResponderEliminarNo la conocía, tomo en consideración tu reseña.
Saludos!
Un Bergman un tanto diferente.
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