Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) es un ladrón de coches que, tras robarlos, los vende a talleres y desguaces con destino al mercado negro. Para su forma de comportarse toma como modelo los personajes de tipo duro interpretados por Humphrey Bogart en las películas. Este comportamiento incluye robar dinero y autos donde sea y cuando sea, mentir, engañar y utilizar a las mujeres que le permiten hacerlo ya que se sienten atraídas por su carisma.
Debido a sus actividades delictivas, trabaja bajo alias, como László Kovács. Un día, mientras viaja de Marsella a París en un vehículo robado, no se le ocurre otra cosa que ponerse a adelantar a otros coches en un tramo de obras, donde está prohibido hacerlo. Una pareja de motoristas de tráfico, sale en su persecución y, aunque en un primer momento logra despistarlos, el segundo de ellos, se da cuenta de que se ha salido de la carretera hacia un camino, donde se oculta y le da el alto. Michel dispara y mata al motorista y, sin el menor remordimiento por lo que acaba de suceder, continúa su viaje a París, donde, tras robar dinero a una amiga, busca a Patricia Franchini (Jean Seberg), una joven burguesa americana, que aspira a ser escritora y vende el New York Herald Tribune por los Campos Elíseos; sueña también con matricularse en la Sorbona y escribir algún día en ese periódico. En Europa cree haber hallado la libertad que no conoció en América. Con ella ha salido únicamente de manera ocasional, por lo que la chica ignora las actividades delictivas en que está envuelto Michel y, aunque este descubre por la prensa que la policía le ha identificado como el autor del asesinato, lo que no sabe es que le pisa, literalmente, los talones. Cuando finalmente Patricia se entera de esta circunstancia, ha de decidir donde residen sus lealtades.
La inspiración para la historia fue un artículo periodístico que leyó François Truffaut. Se trataba de un pequeño criminal de la época llamado Michel Portail y su novia estadounidense. En 1952, Portail robó un automóvil para visitar a su madre enferma en Le Havre, en el norte de Francia, pero terminó matando a un policía motorizado.
Película icónica dentro del movimiento cinematográfico conocido como Nouvelle Vague. Alrededor del film se ha ido tejiendo una especie de leyenda, algunos de cuyos puntos han sido aclarados por el propio realizador, o desmitificados con el paso del tiempo. Por ejemplo, los cortes de racord, calificados por algunos como "ocurrencia" de Godard, y, por otros, como verdaderamente revolucionarios, en realidad tienen una explicación bastante prosaica. Su origen está en que la duración del film era bastante más larga que la versión que llegó a las salas comerciales y a Godard le aconsejaron reducirla, pero en vez de espurgar escenas completas, fue cortando de cada una de ellas por donde le pareció, de ahí vienen esos cortes abruptos que se observan en el film.
Con el paso del tiempo, también se han ido reconociendo otras carencias de la película, como la poca consistencia del guión o la poca o nula elaboración de las escenas de exteriores, esto último, en parte justificable porque ninguna de ellas contó con el oportuno permiso y eso explica, supongo, que se rodaran casi de cualquier manera.
Sin embargo, hay que reconocer que errores o cosas criticables aparte, la película, como otras que se encuadran dentro de este movimiento que cortó amarras con el cine que se hacía en Hollywood, han tenido una influencia innegable en el desarrollo posterior de la cinematografía en general y en algunos directores en particular, algunos muy actuales, como el caso de Tarantino.
Capítulo aparte merece la actuación de Jean Seberg, es cierto que Belmondo está bien en su papel, pero Seberg, a pesar de que su papel se va diluyendo conforme avanza el film, se come la pantalla como no volvió a hacerlo en películas posteriores.
Una película a la que tampoco hay que darle la importancia sacrosanta que tiene para algunos (es mi opinión), pero digna de verse, por lo que significó y por esa pareja protagonista que se mete por la retina del espectador.
Tener de exteriores a París ya le da un plus a la película. El argumento no parece nada del otro jueves.
ResponderEliminarEl argumento no es gran cosa.
EliminarPrecioso argumento y excelentes actores. Tuvo que ser una gran peli, muy al gusto de aquellos buenos creadores franceses.
ResponderEliminarLa película es todo un icono de las nuevas tendencias cinematográficas de la época.
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