Luis de Wittelsbach, es rey de Baviera con el nombre de Luis II (Helmut Berger). El rey se gasta los impuestos de sus súbditos en proteger a Richard Wagner (Trevor Howard) y en construír castillos que nadie habitará, en alguno de ellos se recluirá el propio monarca como si intentara sustraerse a la realidad que le rodea. Se comenta que el rey ha perdido la cordura y una comisión investigadora pone en marcha un proceso para determinar si está en condiciones de gobernar.
Ministros, sirvientes, consejeros y médicos, van haciendo su declaración frente a la cámara, cada una de ellas da paso a un fragmento de las dos décadas de mandato del monarca, desde 1864 a 1866, año en que fue declarado incapaz para gobernar y recluído bajo atención psiquiátrica.
Para algunos estudiosos de la obra de Visconti, esta es su obra más personal y uno de sus más ambiciosos proyectos.
Esa puesta en escena tan del maestro italiano, cercana a la concepción operística, alcanza aquí niveles destacados para acercarnos, a través de la figura atormentada del protagonistas, a reflexiones que se repiten en sus películas: La soledad, la decadencia o la insatisfacción. Incluso la lucha que el personaje de Berger sostiene consigo mismo sobre sus tendencias homosexuales contrapuestas a las firmes convicciones religiosas, son un acercamiento a los propios sentimientos del realizador y coguionista.
Visconti plantea magníficas estampas en escenarios de cuento vistos desde su óptica un tanto barroca; a la esplendidez de los paisajes y de los planos interiores contribuye no poco el que fuera rodada en buena parte en los lugares en los que El Rey Loco plasmó sus fantasías, los palacios de Nymphemburg y Herrenchiemsee y los castillos de Berg, Hohenschwangau, Linderhof y Neuschwanstein, envueltos en la música de Wagner, Schumann y Offenbach.
No quiero dejar de mencionar el acertado planteamiento con el que se acerca a la figura de Wagner y lo que significaba para él: Rechazo a la persona y admiración por el artista. Así, en lo personal, nos retrata a un Wagner interesado, nada escrupuloso, pagado de sí mismo y poco generoso con el monarca que le protegía a quien ocultó su relación adúltera con Cósima von Bülow (Silvana Mangano), situación que puso en un grave aprieto al monarca; mientras la admiración por su obra se patentiza en la utilización, adecuada y continua, de su música a lo largo del film.
Magnífica la interpretación de Helmut Berger, bien acompañado por una maravillosa Romy Schneider, dando vida a una emperatriz Sissi (en una versión diferente a la del papel que le dio fama dos décadas antes); Trevor Howard; Silvana Mangano o Helmut Griem en su papel de conde Duerckheim, entre otros.
Película excesiva y desmesurada, de gran belleza plástica, con una sucesión de planos tan maravillos que Visconti casi nos ahoga en ellos. Minuciosa en el retrato y decandencia del rey, con cuya figura consigue que seamos condescendientes y con esa belleza fría tan viscontiana que hará disfrutar a quienes se acerquen a ella y, si no te gusta, como leí en alguna crítica: ánimo, sólo son cuatro horas.
El eterno problema de poder diferenciar entre la persona del artista y su obra. Pero si pagas por la obra estás beneficiando al artista y a su estómago.
ResponderEliminarDesde luego Wagner se aprovechó bien de este monarca.
EliminarCurioso como una película ambientada de esta forma pueda crear esa sensación de desasosiego y asfixia. Bien descrita la decadencia de la nobleza, la descomposición (el Gatopardo bis?) y muy curioso el papel de Romy Schneider, sacudiéndose el personaje empalagoso que interpretara años atrás para darle una versión nueva y realista. Desde luego, algo más que un guiño: toda una declaración de intenciones por parte del director.
ResponderEliminarSaludos.
La decadencia de la nobleza es una constante en el universo de Visconti y la relata de maravilla.
EliminarEn su dia intente ver esta pelicula, en el cine,cuando aun se podia ir.
ResponderEliminarFotografia preciosista, paisajes maravillosos,me entraron ganas de ir a baviera.Ignoraba totalmente que Visconti fuera homoxesual pero me salio de ojo la cantidad de hombres guapos quesalian en esa pelicula.
Pero me aburri, lo siento, me aburri soberanamente, llevaba casi dos horas en el cine, habia cabezeado y me dolia el trasero y aun no sabia que me querian contar. Asi que me sali. Despues supe que aun quedaba una hora de pelicula.
Lenta, aburrida a morirrse.
Lo mismo que me resulto insoportable el paseo por venecia y las miraditas entre el adolescente androgino y Dick Bogarde.
Supongo que es debida a mi incultura pero despues no he vuleto a probar con Visconti
¿Incultura? Ni mucho menos amigo o amiga anónimo, hay mucha gente a la que no le gusta este tipo de cine y se le indigesta Visconti.
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